El martes pasado a la noche, el chat ya había desfilado por varios celulares. El mensaje de Gerardo Morales a Elisa Carrió, en medio del huracán, iba a ver la luz tarde o temprano, era solo cuestión de tiempo. Apareció cuando la relación entre ambos volvió a los carriles habituales y cuando el resto de la dirigencia apostó por dejar atrás el conflicto. Apareció, básicamente, para revivir la interna en Juntos por el Cambio.
La semana pasada Morales, enojado, le mandó a Carrió una serie de mensajes en los que le preguntó por qué, en su verborragia de honestidad, no habló del Paseo del Bajo o de la causa Correo, dos cuestiones que involucran directamente a Horacio Rodríguez Larreta y a Mauricio Macri. Ese texto llegó, luego, a los teléfonos de otros dirigentes de Juntos por el Cambio. Algo así como una muestra interna del enojo y de la línea adoptada para enfrentarla. Después, estalló la oleada contra Lilita en redes sociales, en el inicio del miércoles.
Pero el mensaje ya había transitado demasiadas pantallas el martes a la noche. Más de las esperadas. En algún momento iba a conocerse. Se publicó casi una semana después. Para ese entonces, la relación entre Morales y Carrió había vuelto a ser lo que era. Ambos conversaron post chat, en la semana, y volvieron a estrechar vínculos. Ella buscó dejar en claro que nunca habló ni deslizó sospechas de corrupción sobre el gobernador de Jujuy, sino que sólo confirmó lo que él mismo dijo, que es amigo de Sergio Massa. Es que la líder de la Coalición Cívica lo quiso en Cambiemos, en el armado 2015, y tienen un acuerdo en la provincia. Por lo tanto, una pelea no entra en los planes.
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Pero - aclaración más, aclaración menos -, el mensaje dejó ganadores y perdedores en la estela de su filtración. Una teoría que circundó el cielo cambiemita. Algún receptor lo guardó y lo entregó, con muchos días para pensar en la previa, a Infobae. Nadie sabe bien quién fue, la extrema difusión en las filas internas dificultó un poco la trazabilidad, pero un sector identificó a una persona supuestamente más beneficiada que otras por el conocimiento del texto.
Cuando Carrió salió a ventilar relaciones de amistad y presuntos pactos políticos entre dirigentes de Cambiemos y Massa durante la gestión anterior, circularon varias teorías. Una de ellas, más vinculada al sector halcón, rezaba que Larreta y sus satélites habían salido indemnes de la tormenta. Como si todo hubiera sido parte de una estrategia para dejar mal parados a los posibles contrincantes del jefe de Gobierno: al propio Morales o a Facundo Manes de forma directa, y a Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, Mauricio Macri por elevación. A este razonamiento se le retrucó que el porteño también salió herido cuando la dirigente de la Coalición Cívica apuntó contra Rogelio Frigerio (el candidato de todos en Entre Ríos, pero más cercano a Horacio) o contra el mismo gobernador de Jujuy, con quién hoy mantiene una estrecha relación.
Con la difusión de los mensajes de Morales, esa posibilidad de "salvataje" habría quedado saldada. En uno de los múltiples universos cambiemitas, se entendió que la más beneficiada por la publicidad del chat fue Patricia Bullrich. Sin que necesariamente eso implique que ella haya sido la responsable de su llegada a los medios, fue el primer nombre que apareció en la cabeza de algunos dirigentes. Cerca suyo, se rechazó cualquier chance de haber formado parte de la publicidad del Whatsapp o de haber percibido algún tipo de beneficio por ello. Al menos para este sector, el tema ya concluyó por lo que no ameritaría una nueva incursión para revivirlo.
Es que, con el chat, no sólo se puso sobre la mesa un posible acto de corrupción en la construcción del Paseo del Bajo sino que también se expuso cierta traición de Morales a Larreta (aunque se reconoció que él "es así" y no pareció, inicialmente, haber enojo contra su figura), además de develar la presunta estrategia de Carrió contra todos menos contra el jefe de Gobierno.
Con esta difusión, la interna mostró seguir vigente pese a los intentos por dar vuelta la página. La semana pasada, el vocero de Mauricio Macri frente al escándalo, Fernando de Andreis, dio por finalizada la discusión post almuerzo PRO. Este martes iba a haber una reunión de mesa nacional presencial, como hace tiempo no había, pero quedó suspendida en medio de las tensiones.
La reunión dirigencial había sido convocada antes de la verborragia de Carrió y quedó en suspenso después de la misma. En principio, podría darse la semana que viene para darle paso a un proceso de enfriamiento. De todos modos, los ánimos se calmarían en una instancia privada, reservada, no en una convocatoria con comunicación a la prensa. De hecho, ya hubo varios llamados estos días pero, evidentemente, no lograron contener la molestia.
Carrió dijo, entre martes y lunes de la semana pasada, algo que venía diciendo hace años. Que en el Gobierno de Cambiemos hubo muchos dirigentes que mantuvieron relaciones de amistad e incluso de presuntos negociados con Massa, acuerdos políticos. Ventiló su bronca porque, sostuvo, la honestidad y la transparencia son la base de cualquier construcción política.
Apuntó contra Morales, Manes, Cristian Ritondo, Emilio Monzó, Gerardo Milman y Frigerio. Reveló, también, que el disgusto fue compartido por Macri, con quien charló poco antes de la tormenta. El ex presidente fue el que mantuvo el silencio. Mediante De Andreis, marcó su línea: un leve rechazo a las formas pero un fuerte apoyo a la idea de no contaminar Juntos por el Cambio con dirigentes del "panperonismo" y la necesidad de acercar la alianza al camino del "panrepublicanismo".