Con una misión del Fondo Monetario Internacional en Buenos Aires, un panorama macroeconómico y social que está lejos de haber dejado atrás la zona de peligro y en vísperas del siempre delicado fin de año, Alberto Fernández aprovechó la efeméride del día de la Militancia para cumplir con dos de las promesas aplazadas que mayor malestar generaban en la base social del Frente de Todos y cambiar el clima político.
La primera de las deudas pendientes, que tuvo su origen en la campaña electoral y se demoró por la pandemia, tenía que ver con enviar al Congreso un proyecto que legalice la Interrupción Voluntaria del Embarazo; la segunda, que se disparó a partir de la emergencia por el coronavirus y se demoró por circunstancias políticas nunca del todo esclarecidas, era dar curso al aporte extraordinario de las grandes fortunas. Dicho y hecho.
Dos por uno. El Presidente cumplió, renovando su pacto con sectores de su electorado que comenzaban a ponerse (y mostrarse) impacientes y al mismo tiempo consiguiendo que la coalición cierre filas detrás suyo. Una nueva manifestación multitudinaria, la tercera en un mes, volvió a descartar el relato de que el peronismo había perdido la calle. Completa el cuadro una oposición que parece estar perdida y con problemas internos a flor de piel.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
"La palabra empeñada"
La negociación con el FMI no es optativa; responde a la deuda que dejó el gobierno anterior. Los términos de ese intercambio tampoco los elige el Presidente. Esas verdades de perogrullo (ocultadas, cuando no, por la prensa mainstream) no alcanzan para disimular la urticaria que produce la presencia de una misión del Fondo en buena parte del electorado peronista. Para algunos sectores del FdT, el rumbo del gobierno estaba bajo observación.
Por eso Fernández necesitaba dar señales claras. “Ahora sí, arrancamos”, se entusiasmaron en la Casa Rosada. La pandemia explica la demora pero no blinda al gobierno de sus efectos perniciosos. La campaña 2021 está a la vuelta de la esquina y el electorado no se conforma con excusas. Realidad efectiva: el aporte extraordinario será ley, el aborto está en etapa de poroteo furioso pero nadie podrá recriminarle no haber hecho todo para que salga.
Para completar esta suerte de relanzamiento, en el gobierno confían un acuerdo con el Fondo antes de lo previsto que traiga consigo alivio a la macroeconomía, ya fuera de terapia intensiva pero todavía delicada. Los ojos están puestos en el Banco Central, que no logra frenar la caída de reservas aún con cepo y el resto de las variables estabilizadas. Nadie confirma nada pero todos descuentan que antes de fin de año habrá más cambios en el gabinete.
Todas las tribus
Ayer, durante la sesión, los alrededores del Congreso se llenaron otra vez de decenas de miles de militantes que se manifestaron para respaldar al gobierno. En tres convocatorias sucesivas, convocaron La Cámpora y otros espacios políticos, el Movimiento Evita con las organizaciones sociales y Camioneros a la cabeza de varios sindicatos. El FdT no tiene una sola columna vertebral, pero están todas alineadas.
La calle reflejaba lo que sucedía adentro de las paredes grises del palacio legislativo, donde la iniciativa del aporte extraordinario recibió el apoyo explícito de los ministros clave Martín Guzmán, Matías Kulfas y Daniel Arroyo, además de Malena Galmarini (titular de AySA), Fernanda Raverta (ANSES) y Luana Volnovich (PAMI), que se reunieron con Sergio Massa y Máximo Kirchner. Todas las tribus.
Del encuentro también participaron los intendentes de Quilmes, Mayra Mendoza, de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, y de San Vicente, Nicolás Mantegaza, además del presidente de la cámara de Diputados bonaerense, Federico Otermin. Se trató de una demostración de músculo político que puede leerse en complemento con la solicitada que publicaron hoy los gobernadores peronistas bancando al gobierno en el debate por la coparticipación de CABA.
Juntos por el Caos
Por el contrario, en la vereda opuesta cunde el desconcierto. La sesión de ayer dejó en evidencia las diferencias cada vez más difíciles de disimular entre los distintos sectores de la oposición, que no tiene tanto que ver con duros y blandos, porque a la hora de votar se alinearon los patitos, sino con el exceso de caciques para no tantos indios y las aspiraciones cruzadas de cara a 2021 y, sobre todo, 2023.
En el recinto, los “ultras” le hicieron la vida imposible al larretista Álvaro González, que tuvo la responsabilidad de presidir las primeras horas de sesión. Waldo Wolff aprovechó su turno para pasarle facturas vencidas al expresidente de la cámara Emilio Monzó. Luego, Cristian Ritondo y José Cano se cruzaron por un comentario sarcástico del jefe de bloque PRO sobre la presidencia de Raúl Alfonsín. El horno no está para bollos.
El apoyo de dos diputados que responden al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, al proyecto de aporte de las grandes fortunas, demostró por un lado que el gobierno trabajó activamente para que salga la ley y generó, por el otro, una nueva fisura en el armado opositor. En el bloque, las quejas a los jujeños apenas se resguardaban en el off the record: “Ni siquiera eran votos que necesitaba el gobierno para sacar la ley. No les piden tanto”.