La distribución más igualitaria de las tareas de cuidado será uno de los temas centrales de este año, parte de la agenda de inclusión y ampliación de derechos. En estos momentos, convocada por el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidades, una mesa redactora avanza en la elaboración de un anteproyecto de ley que podría presentarse cerca del cierre del primer semestre con el objetivo de construir sistemas integrales de cuidados que sean desfeminizados, democráticos y desmercantilizados. Los datos preocupan. Las mujeres dedican tres veces más tiempo que los varones para atender los quehaceres domésticos, ayudar con la educación o cuidar a otras personas, lo que se termina constituyendo como una doble jornada laboral o barrera para el desarrollo profesional, personal y disfrute del tiempo libre. Una medida de este estilo deberá estar acompañada por otras, como puede ser la aplicación de licencias por paternidad, y el obvio cambio socio cultural.
La ONU Mujeres alertó el año pasado que “incluso antes del COVID-19, las mujeres realizaban el triple de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en el hogar en comparación con los hombres". Y siguió: "En estos días, aquellas mujeres empleadas en el sector formal y que tienen hijas o hijos se debaten entre una o más de las siguientes tareas: su empleo (si aún lo conservan), el cuidado infantil, la educación en el hogar, el cuidado de personas mayores y el trabajo doméstico”. Para romper con esto, sostuvieron desde el organismo, “las y los encargados de formular políticas deben prestar atención a lo que ocurre en los hogares y dar apoyo para lograr un reparto equitativo de la carga de cuidados entre hombres y mujeres. Esta es una gran oportunidad para erradicar los estereotipos de los roles de género que se desenvuelven en los hogares de muchas partes del mundo”.
Los datos de los que disponemos son sólidos y muestran cómo las mujeres concentran la gran mayoría de las tareas domésticas, de cuidados de otras personas y apoyo escolar, por poner algunos casos, variables que – en general – los hombres no tienen dentro de su espectro. O las tienen, pero en menor medida.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Para conocer con mayor certeza el panorama, el INDEC avanza con la confección de una Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo y el Trabajo no Remunerado para poder medir el bienestar de los ciudadanos. Éste se relaciona con el balance vida-trabajo, con la necesidad de encontrar un equilibrio entre el trabajo y el tiempo dedicado a la vida personal, y con la capacidad de combinar el trabajo, las tareas del hogar y la vida personal para garantizar el bienestar de las personas, explicaron desde el organismo de estadísticas. Esto no sólo permitirá tener mediciones sobre el uso del tiempo sino también sobre las desigualdades. No es que no existan mediciones sobre el tema, claro, pero son sectorizadas por distrito y a nivel nacional hay sólo una experiencia que se remonta a 2013.
MÁS INFO
En la Argentina, cita el INDEC, la organización social del cuidado depende principalmente del trabajo no remunerado que se realiza al interior de los hogares y recae, en mayor medida, sobre las mujeres. Este trabajo doméstico, además, emerge como una dimensión central del bienestar y desarrollo humano que produce valor pero no todos pueden hacerlo por exceso de tiempo libre o no todos pueden acceder a pagarle a alguien externo para que lo haga. Así, tanto el género como el nivel económico y social se convierten en factores que potencian y reproducen la desigualdad en el uso del tiempo que las personas realizan entre actividades.
La sobrecarga en las tareas de cuidado impacta directamente en las mujeres que ven limitada su autonomía económica y condiciona su posibilidad de desarrollar trayectorias laborales exitosas, citó el organismo nacional de estadísticas. Situación que se agrava en los casos de aquellas mujeres con menores recursos para conseguir un empleo, que cuentan con una mayor demanda de cuidado con limitadas posibilidades de derivarlo.
Las mediciones del tiempo
Hace casi 16 años, la Ciudad de Buenos Aires hizo la primera medición del uso del tiempo con un diario de actividades en formato papel, módulo de una encuesta de hogares. La segunda se hizo en Rosario, en 2010, y se basó en una encuesta específica con un diario de actividades y un módulo de voluntariado. En 2016 la CABA volvió a hacer la encuesta pero ya no como un módulo sino como un sondeo independiente, con el diario aplicado a través de un dispositivo móvil. El diario captaba las actividades del día anterior y la cobertura de los estudios fue limitada, con resultados no representativos de todo el país y sin una periodicidad.
A nivel nacional, en 2013 el INDEC aplicó un módulo de uso del tiempo y trabajo no remunerado en la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU), para localidades de 2.000 y más habitantes. Según el mismo organismo, el estudio tenía un acotado listado de actividades incluidas en el módulo, lo que dificultó la captación de muchas de ellas y no permitió distinguir entre aquellas que integran un mismo grupo. Por otro lado, la definición de “una hora” (límite inferior para la determinación del trabajo en la ocupación) como criterio de captación de actividades no remuneradas, dejó de lado la realización de actividades por debajo de ese umbral.
El resultado arrojó que el uso del tiempo de la población es diferente según determinadas características tales como el lugar de residencia, la edad, los ingresos, la situación ocupacional y, principalmente, el sector socioeconómico y el sexo. Por otro lado, las mujeres dedicaron menos horas a trabajos remunerados que los varones pero insumen más tiempo en trabajos no remunerados. Así, la suma total de trabajo remunerado más el no remunerado implicó una mayor carga en horas para las mujeres, lo que se tradujo en una doble jornada laboral femenina.
En un informe el INDEC destacó que, en promedio, las mujeres dedicaron el doble de tiempo que los varones al trabajo no remunerado (tareas domésticas, cuidado de personas y servicios a la comunidad). Las asimetrías entre ambos se mantuvieron constantes en términos estructurales sin importar el tipo de hogar, la situación de pobreza o el nivel del ingreso per cápita familiar. Y se observó una importante desigualdad al interior del universo de las mujeres en función del nivel de ingresos, o sea aquellas que viven en hogares de menores ingresos dedican más tiempo al trabajo no remunerado que las de hogares de mayores ingresos.
Desde el INADI destacaron que el informe reveló que "a nivel nacional el 76,4 % del tiempo total dedicado al trabajo doméstico no remunerado lo realizan las mujeres" y que "se observa que en todos los grupos las mujeres participan casi el doble de horas que los varones en las tareas domésticas no remuneradas. Sin embargo, las diferencias en la distribución se incrementan entre la población joven (18 a 29 años)".
Según el estudio del INDEC en 2013, los varones le dedicaron dos horas diarias de “tiempo social” al trabajo doméstico no remunerado y las mujeres 5,7 horas. Casi el triple. En relación a los quehaceres domésticos, los hombres destinaron 1,2 horas y las mujeres 3,4; en el apoyo escolar la disparidad se achica un poco siendo de 0,1 horas para hombres y 0,4 para mujeres mientras que el cuidado de personas también estuvo concentrado en el sexo femenino: 1,9 horas versus 0,6. Los datos corresponden al tercer trimestre de 2013, del INDEC.
Otro de los datos que llaman la atención fue la tasa de participación en las tareas domésticas, o sea la población total y el tiempo promedio hace referencia a la población participante. Mientras los varones alcanzaron un 57,9% promedio diario, unas 3,4 horas, las mujeres lo hicieron en un 88,9%, son 6,4 horas. Ellas dedicaron 3,9 horas por día a los quehaceres domésticos (el 86,7%) y los varones 2,4 horas (un 50,2%). En el caso del apoyo escolar, la brecha se redujo pero sigue recayendo sobre las mujeres que le dieron 2,2 horas por día (19,3%) contra la 1,9 hora de los varones (6,9%). Finalmente, el cuidado de personas también arrojó resultados similares: 6 horas para las mujeres y 3,8 para los hombres.