El nuevo centro político se está moviendo, pero no terminará de acomodarse en el corto plazo. Más bien, prefirió apostar por contemplar la dinámica de los próximos meses para decantar en una opción novedosa para la ciudadanía. En ese camino, se atravesarán varias discusiones con distintos alcances. Unos serán partidarios, ya que las fuerzas actuales no son homogéneas y responden a diferentes intereses. Otros serán estratégicos, para discernir si conviene ubicarse en esa ancha avenida del medio o ser una clara oposición a Javier Milei.
Horacio Rodríguez Larreta está de viaje con su familia, que lo acompañó a unas charlas en Estados Unidos, pero prepara el lanzamiento de una fundación que aporte ideas enfocadas a la gestión, el fuerte del ex jefe de Gobierno, donde más cómodo se siente.
El ex mandatario capitalino decidió no dar la batalla por el liderazgo dentro del PRO, aunque dejó en claro su desacuerdo con la nueva conducción. No aportó ni acompañó con ningún dirigente propio. Sin embargo, con una historia dentro del partido y la sensación de que todavía puede aportar y dar algunas peleas en el mundo de las ideas, no se fue. No es la posición de todos los que lo acompañan, algunos hubieran dado el portazo.
El PRO ya no representa a todos los sectores, pero la llegada de Mauricio Macri a la presidencia fue leída por todos como una posibilidad de recuperar la identidad. Todos saben que la identidad a la que se llegue no abarcará a todos los espacios y algunas facciones quedarán afuera. La de Larreta es una de ellas.
El nuevo centro político, o la nueva opción política no se consolidará ahora sino, de llegar el momento, más adelante. Para una fuente que piensa esa construcción, la avenida del medio no será la que triunfe, por el contrario, lo hará una oposición clara a Javier Milei aunque, de haber propuestas aceptables, puedan acompañarse algunas cosas. Nada de híbridos, nada de negociaciones a cara de perro, una nueva polarización.
Esa polarización debería incluir a dirigentes de todos los sectores. Del PRO, de la UCR e incluso del peronismo. Pero, de sumar, los partidos aportarán sólo algunos referentes, no lo harán como institución.
En el macrismo hay dirigentes en el gobierno, dirigentes con ganas de generar una sociedad con La Libertad Avanza y dirigentes que no quieren saber nada con el oficialismo. En la UCR hay espacios con intenciones de volver a dialogar con los amarillos, otros que quieren volver a las bases alfonsinistas.
Muchos de esos movimientos dependerán del éxito o fracaso de Milei en este tiempo, pero algunas peleas ya se hicieron explícitas. La de Patricia Bullrich y Mauricio Macri fue contada. La primera quiere estar en el gobierno y que el gobierno absorba al PRO. El segundo quiere ser indispensable para Milei. Si, como analizó una fuente, el Ejecutivo también suma peronismo, Mauricio quedará más desdibujado.
En el caso de la UCR, se desató una pequeña guerra con dos protagonistas, Martín Lousteau y Alfredo Cornejo. El primero, presidente del Comité, ya mostró una clara oposición a Milei al votar en contra del DNU 70/2023 y marchar a Plaza de Mayo el 24 de marzo. Eso le valió de muchos ataques por parte de trolls y voceros oficialistas.
Los halcones radicales, entre los que se encuentra Cornejo, ven esa posición de Lousteau como una posición aislada, sin respaldo, casi en soledad. Algo no compartido, por supuesto, por el espacio de Evolución que juntó varias firmas en apoyo de su líder. El jefe del Comité encontró respaldo en la dirigencia histórica del partido, muy crítica de la relación que la UCR tuvo con Macri en la etapa de Cambiemos, pero también en la Juventud Radical y Franca Morada.
Los jóvenes boina blanca son parte del sector más dinámico del partido y se desempeñan en las Universidades, uno de los frentes más golpeados por las políticas de Milei. Son, justamente, los que convocaron a la marcha del 24 de marzo.
Cornejo mantiene una relación muy íntima con el gobierno de Javier Milei, a quien le garantizó el apoyo de sus legisladores al DNU, cosa que efectivamente sucedió. Sin embargo, su posición guarda algunas interpretaciones.
En Mendoza, durante las internas del año pasado, el ex PRO Omar de Marchi le hizo partido electoral al ex senador. Con la victoria libertaria a nivel país, otro mendocino viró a las filas oficialistas nacionales, el actual ministro Luis Petri. De querer hacerle sombra o sacarle la provincia, Cornejo podría ser acorralado por el gobierno central con estos dos nombres. Por eso, se leyó desde una orilla radical, profundizó su halconización volviéndose más mileista que Milei.
Su actitud, al igual que la del correntino Gustavo Valdés, podría leerse como parte de una batalla subyacente, la de la verdadera conducción del partido. Con las elecciones del año pasado se abrió una incógnita: ¿Quién maneja los espacios políticos, el presidente de la fuerza o los gobernadores? Los halcones tomaron la decisión de evitar que Lousteau, jefe del Comité, sea el que maneje los hilos para que éstos pasen por las provincias.
Con la aparición del senador, que ganó representación mediática, y el protagonismo de Maximiliano Pullaro, del sector Lousteau, Cornejo y Valdés pudieron haber visto cercadas sus influencias. El resultado de la votación del DNU le sirvió a los gobernadores, sin embargo, para sostener sus bastones de mariscal dado que ningún senador de una provincia gobernada por la UCR rechazó esa medida del gobierno.
Claramente esa batalla no se va a definir ahora sino que dependerá de la dinámica de las próximas negociaciones. Sin embargo, con la halconización de algunos dirigentes de la UCR, Lousteau vio una ventana para sortear los análisis minuciosos sobre su radicalismo en sangre. Agarró las banderas alfonsinistas de la educación, el respeto a la Constitución y la división de Poderes.
Lousteau quiere mostrar que otra conducción es posible y que tiene la valentía necesaria para volver a esas bases radicales, alejándose de la extrema derecha, pese a las presiones del gobierno. Se espera que el jefe del Comité quede mucho mejor parado en Diputados que en el Senado a la hora de analizar el DNU.
En Senado, sólo tres legisladores boina blanca votaron en contra y uno se abstuvo. Se estima que en la Cámara Baja, donde Evolución es un poco más grande y encuentra eco en el sector de Facundo Manes, haya más posiciones negativas al gobierno. Pero no será uniforme.
La mendocina del ala de Cornejo, Pamela Verasay, anticipó que “mayoritariamente el bloque (radical) de diputados está en sintonía con ese DNU”. En una entrevista en Radio Delta explicó que, “más allá de las formas, el contenido del decreto plantea reformas que la Argentina necesita”, entre las que enumeró la desregulación de la economía o la desburocratización del Estado.
Para Verasay, el DNU no es inconstitucional porque “así como vos tenés juristas que por un lado opinan la inconstitucionalidad del decreto (los llevados al debate por Lousteau para rechazar la herramienta), hay juristas que también opinan en otro sentido”. Claramente la guerra por la identidad de la UCR seguirá con estos tratamientos.
Desde la facción halcona boina blanca se apuesta por aislar a Lousteau – algo que no se lee como posible desde Evolución – y a obligarlo a, de querer hacer alianzas con otros sectores políticos, irse sin más que su alma y cuerpo. Los pactos con otros partidos son potestad de la Convención, donde se necesitan votos, por lo que nadie puede llevarse al espacio salvo que pase esa prueba de fuego.