Se dice siempre que todas las personas son necesarias pero nunca imprescindibles. Pero esta vez se equivocan. Nestor es imprescindible. Fue, es y será.
Sinceramente, con tanto cariño, uno está recordándolo de ese viaje sin regreso.
Pero a Néstor no lo enterramos, a Néstor lo sembramos. Y el fruto es la juventud. La cantidad de jóvenes que realmente estaban perdidos, que no tenían un norte, que no tenían confianza, no tenían esperanza. Hasta que apareció Néstor. La prueba está en la maravillosa juventud militante que tenemos.
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Así que va para mi querido otro hijo: Néstor, presente, ahora y siempre.