Alberto Fernández apuesta al Sur global frente a un G7 acosado por la inflación y China

El Presidente lleva la voz de Latinoamérica a una cumbre marcada por la guerra entre Rusia y Ucrania y la competencia. El difícil equilibrio entre los reclamos a las potencias occidentales y su apuesta a ser parte de los BRICS.

27 de junio, 2022 | 00.05

El presidente Alberto Fernández participa este lunes de la cumbre del G7, en Alemania, en la que pondrá a prueba como nunca su cintura política en un contexto geopolítico y económico marcado por la creciente confrontación de las potencias occidentales con China y Rusia. En sus distintos discursos, que dará a lo largo del día, el mandatario oscilará entre su rol como jefe de Estado argentino y como presidente pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). En el marco de una Europa y un Estados Unidos acosados por la inflación y el temor a una crisis alimentaria y energética, el Gobierno argentino confía en que América Latina puede fortalecer su posición de no alineamiento ayudando a satisfacer la demanda de alimentos y combustibles occidental, al tiempo que se acerca a los BRICS liderados por Beijing.

En frente, mientras analiza las consecuencias las sanciones que alienta contra Rusia, el G7 busca frenar el avance económico de China en los países desarrollados y anunció inversiones por 600.000 millones de dólares en un megaplan de infraestructura para ese bloque. "Con los socios del G7, buscamos movilizar 600.000 millones de dólares hasta 2027 para inversiones mundiales en infraestructuras", afirmó la Casa Blanca poco antes de un discurso de Biden, en el que desveló esta propuesta. Así, las potencias occidentales desean responderle a China, que invirtió en muchos países para construir infrastructuras a través de las "Nuevas rutas de la seda", o para garantizar un acceso a algunas materias primas.

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En los dos días que estará en Alemania, Fernández divide su intensa agenda con siete bilaterales y tres mesas de trabajo entre Munich y el castillo de Schloss Elbaum, al que llega invitado por el canciller alemán y anfitrión de la cumbre, Olaf Scholz, por tener Argentina la presidencia pro témpore de la Celac. En su primer día en Alemania, el Presidente participó por la noche de la actividad de bienvenida que el ministro presidente de Baviera, Markus Söder, ofreció a los cinco países invitados al G-7, en el Teatro Cuvilliés.

Antes, por la tarde, tuvo la primera de ellas, con su par indio Narendra Modi, con quien compartió días atrás de forma virtual la conferencia de los BRICS, el bloque de potencias emergentes compuesto por China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, todos países del Sur global. Justamente, como lo hizo el viernes, reiteró la intención de Argentina de sumarse como miembro permanente al grupo que en los últimos meses se negó a alinearse con la política de sanciones y aislamiento a Moscú que impulsó Washington y sus socios europeos por la invasión a Ucrania. 

Tanto el presidente como Modi expresaron la voluntad de fortalecer la relación entre ambos países con el eje puesto en la cooperación política y económica y en la búsqueda de afianzar las coincidencias en la agenda del Sur global. Y sobre esto último hará foco Fernández este lunes ante el G7, integrado por Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia e Italia, y los otros países invitados: India, Indonesia, Sudáfrica, Senegal. Ucrania también participará, pero con un discurso de manera virtual de su presidente, Volodimir Zelensky.

Con una “mirada regional”, Fernández trasladará el “grado de alarma en torno a las consecuencias de la guerra y la necesidad de que el G7 tenga en cuenta el impacto en la región”, adelantaron de la comitiva.

Para conseguir ese “no alineamiento” en la creciente confrontación militar con Rusia y económica con China, Fernández hace equilibrio entre el reclamo a las potencias occidentales para que lleven adelante “nuevos diseños de arquitectura financiera” que promuevan el desarrollo y la reactivación en la pospandemia en los países subdesarrollados y su intención de que Argentina ingrese como miembro pleno de los BRICS, la plataforma de integración que tiene a Rusia y China como impulsores. 

Ser miembro de los BRICS no supone una rivalidad automática con las potencias occidentales ni mucho menos. Sin embargo, los países de este bloque demostraron un nivel de autonomía en los últimos meses con la avanzada diplomática de Estados Unidos y Europa contra Rusia. Por ejemplo, ninguno de los cinco gobiernos del bloque votó a favor de la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en abril pasado, como sí lo hizo Argentina y un gran número de los países latinoamericanos. China votó en contra, mientras que Brasil, India y Sudáfrica se abstuvieron.

Los discursos que dará Alberto Fernández tendrán líneas conceptuales similares a las pronunciadas en sus discursos ante la Cumbre de las Américas y los BRICS, cuando pidió que “cesen las hostilidades” entre Rusia y Ucrania y bregó por la paz en el territorio invadido. Pero no se escuchará una condena tajante a Rusia y su líder, Vladimir Putin, y menos aún pedirá más sanciones a ese país. Fernández sabe que las consecuencias de esas medidas, si bien llevan a que Europa ponga atención en Latinoamérica, producirá un aceleramiento de la inflación en los precios internos que se traducirá en mayor pobreza y recrudecimiento del faltante de gasoil que afecta a la actividad económica.

La complejidad de su discurso radica en las diferentes realidades y necesidades que hay en la región. No es lo mismo Centroamérica que Sudamérica. En la primera región, afectada seriamente por fenómenos naturales como consecuencia del cambio climático, buscan que el paso a las energías renovables sea más acelerado que lo que la propia Europa parece estar hoy necesitando ya que Alemania, por ejemplo, para contrarrestar la reducción del suministro de gas desde Rusia puso un freno al proceso de descarbonización. Mientras que Argentina, a través de Vaca Muerta, todavía apuesta a los fósiles.

En la comitiva presidencial había mucha expectativa por lo que vaya a ocurrir en el G7, tanto en las bilaterales como en la cumbre, debido al interés que hay en la región. “La guerra hizo atractiva a Sudamérica para Europa”, evaluó un funcionario.

A la bilateral de India se le sumaron otras reuniones que tendrá a lo largo del segundo y último día de este viaje presidencial. Tras hablar en la primera mesa del G7, se encontrará a las 14.20 (9.20 de Argentina) con la presidenta de la comisión europea, Úrsula von der Leyen. Luego, a las 15.10 (10.10), con Schloss; a las 17.45 (12.45) con el primer ministro británico, Boris Johnson; a las 18.10 (13.10) con el primer ministro italiano, Mario Draghi; a las 18.20 (13.20), con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; y por último durante la cena de despedida con el primer ministro japonés, Fumio Kishida.