La televisación del fútbol argentino –mejor dicho, de su Primera División, hoy Liga Profesional- suele ser un tema en debate en los últimos años. Y forma parte de la agenda gubernamental desde los últimos 15 años. La explotación de Clarín para crecer en el negocio del cable, el Fútbol Para Todos armado y negociado en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la privatización del macrismo son sucesivas etapas de una relación que involucra grandes negocios y pasiones.
Desde hace tres fines de semana la situación trajo una nueva novedad: la TV Pública volvió a televisar partidos de la Primera División después de casi cuatro años. Esto se da en el marco de fuertes disputas y negociaciones de las empresas que tienen los derechos de televisación, la AFA y el gobierno. Este juego a tres bandas involucra una operación lateral que aún necesita aval oficial: la compra de Fox por parte de Disney.
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Primer acto. La AFA decide rescindir unilateralmente el contrato de televisación que tiene con Fox Sports, dueño del 50% de los derechos, por considerar que los términos habían cambiado sin previo aviso luego de la compra por parte de Disney (dueña de Disney).
Segundo acto. Turner, dueño del otro 50%, se anima a quedarse con todo pero fracasa. En la casa matriz de EE.UU. no quieren generar un enfrentamiento con Disney y hasta podría provocar problemas locales. “Chiqui” Tapia y Marcelo Tinelli se quedan sin el plan A.
Tercer Acto. Fox/Disney apelan judicialmente la decisión de la AFA y consiguen volver a televisar el fútbol desde la primera fecha de la Copa Diego Maradona que ganó Boca. Semas más tarde, firma un nuevo contrato con la AFA a través del cual extiende el contrato por unas decenas de millones de dólares. Ahora Turner queda en desventaja con un contrato más reducido en el tiempo.
Cuarto Acto. El gobierno sienta en la mesa a Disney y a Turner, las empresas que televisan los partidos, y les pide dos partidos a cada una para la TVP. La idea de las autoridades (empoderadas por Sergio Massa, Máximo Kirchner y Francisco Meritello) era conseguir un partido para los cuatro días de juego (viernes, sábado, domingo y lunes) con un grande rotativo. Disney accedió aunque no incluyó a ningún equipo de los denominados grandes de Buenos Aires.
Con este cuadro de situación las preguntas que se asoman son muchas. ¿Por qué motivo las cadenas deportivas le darían al gobierno dos partidos por fecha de manera gratuita? La respuesta por el lado de Disney parece bastante clara. El gobierno debe definir en las ¿próximas? semanas qué decide la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia sobre la compra de Fox por parte de la empresa que comenzó con el ratón Mickey. Con un dictamen técnico que expone el poder económico y el nivel de concentración en el mercado de señales deportivas y derechos de transmisión que esta operación supone, se espera que la CNDC ponga algunos límites. Así sucedió en Estados Unidos, Colombia y Brasil, por ejemplo. Se entiende, entonces, que Disney está interesado en tejer buenas relaciones con el gobierno de Alberto Fernández.
Por el lado de Turner las cosas están menos claras. La empresa no cedió partidos ya que la exclusividad es el modelo de negocio en el que se cimentó su contrato con la AFA allá por 2017. ¿Por qué dar dos partidos gratis? Quizás los vínculos entre AFA y la Casa Rosada pongan sobre la mesa la posibilidad de empardar la duración de los contratos que ya firmó Disney y que tiene en desventaja a TNT Sports.
Al gobierno el arreglo ya comenzó a cerrarle y darle con buenas noticias. En la semana del 8 al 12 de marzo, el contenido más visto en la pantalla de la TVP fue el partido de Huracán-Lanús del viernes por la noche. El evento marcó 1.3 puntos de rating, según Kantar Ibope Media, y con eso alcanzó para superar cualquier otro programa de entretenimiento, noticias o ficción de la pantalla estatal. Más fútbol mejoraría los números del canal en la disputa del rating y ni hablar si se incluyera a algún grande rotativo.
Para las empresas puede existir algún beneficio comercial por dar esta muestra gratis al canal estatal. Podría funcionar como un incentivo para que potenciales clientes o suscriptores al “pack fútbol” prueben los “beneficios del contenido exclusivo”. Para el gobierno esto puede funcionar como una forma de mostrarle a las empresas el potencial que tiene “el producto” en una oferta televisiva más inclusiva (quizás no en TV abierta pero si liberado en el cable “normal).
Los números del pack fútbol tuvieron altibajos. Como muestra del estado actual pueden mirarse el rating del último Boca-River. El domingo, el Superclásivo tuvo 13.5 puntos de rating. Algo así como 400 mil televisores-hogares encendidos en AMBA. Eso puede hacer pensar que en AMBA, en un número muy optimista, existen un millón de suscriptores al pack a los que pueden sumarse 500 mil en el resto del país. Con un torneo poco atractivo, formatos poco claros, planteles baratos, ausencia de descensos y equipos que priorizan competencias internacionales, los resultados no parecen del todo malos para las empresas. Más aún si se incorpora el factor de la situación económica y social que deja la pandemia en Argentina.
Con este panorama, el futuro de la televisación del fútbol aparece con muchas incógnitas. ¿Será objeto de desinversión para que el gobierno apruebe la compra de Fox por parte de Disney? ¿Entrará un nuevo jugador por Turner si no cede a los requisitos del gobierno y AFA? ¿Funcionará mucho tiempo más el modelo de exclusividad en el actual contexto social? Parece haber varias pelotas en cancha y poca claridad en los que tienen que definir. Mientras, los defensores del interés público y los derechos de las audiencias esperan en el banco.