Alberto Fernández consigue enredarse una y otra vez con sus propios cordones, lo que entorpece al gobierno y lo hace, se sabe, propenso a tropiezos. Había preparado el acto en Esteban Echeverría para darse un baño de peronismo y dejar atrás los conflictos internos, reafirmando al mismo tiempo la unidad del espacio y su voluntad de conducirlo. Se había pedido a todos los ministros que liberen su agenda para asistir. Se cursaron invitaciones a todos los gobernadores y a los intendentes del conurbano bonaerense. El escenario, sin embargo, se vio raleado. Si su plan era fortalecerse antes de tender la mano para negociar los términos de una nueva paz en el Frente de Todos, las cosas no salieron como estaban previstas.
Las ausencias se notaron más que las presencias: a pesar del pedido explícito del jefe de gabinete, Juan Manzur, durante la reunión con todo el equipo de gobierno que hubo el jueves por la mañana, hubo varios faltazos. El más notorio fue el del ministro de Interior, Wado de Pedro. No fueron de la partida ni el presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner, ni el gobernador Axel Kicillof. Faltaron los gobernadores; sólo asistió el sanjuanino Sergio Uñac. El intendente local, Fernando Gray, no estuvo presente, porque había viajado al Vaticano, donde lo recibió Francisco, pero tampoco movilizó su estructura para apoyar al presidente, por lo que la concurrencia fue bastante menor a la esperada.
Sin embargo, en el planeta Fernández, ni siquiera esa es la peor noticia del día. Sus declaraciones en una entrevista unas horas antes del acto que planeaba desde hace semanas corrieron el eje de la atención pública, dejando su mensaje de unidad en segundo plano. Para peor: durante la nota el presidente reconoció que el modo más efectivo de desacoplar los precios internos de los alimentos respecto a su cotización internacional son las retenciones y le pidió al Congreso que lo acompañe en una ley que permita elevar esos derechos de exportación, pero menos de dos horas más tarde el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, negó que se vaya a avanzar en la medida.
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El trasfondo de este nuevo minué es la interna entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, que defiende el uso de esa herramienta en este contexto extraordinario, y Domínguez, que lo resiste y hasta ahora cuenta con el respaldo del presidente. El tema se discutió en la reunión del gabinete del jueves, donde Guzmán encontró la resistencia de varios compañeros en el equipo de gobierno a la hora de definir la letra chica del decreto con el presupuesto para este año que el FMI reclama como condición para aprobar sus revisiones periódicas en el marco del programa firmado este año. La suba de los precios de la energía por la guerra empiojó todos los equilibrios previstos.
Los puntos que despiertan más resistencia del proyecto que llevó el ministro de Economía prevé retenciones y quita de subsidios al transporte, de manera tal que quienes llevaron la voz cantante en el contrapunto fueron Domínguez y Alexis Guerrera, pero el malestar era generalizado. Los gobernadores exigen, además, que las transferencias del Tesoro y los fondos destinados para obra pública en cada provincia figuren de forma detallada en el texto del presupuesto, para evitar sorpresas desagradables. El presidente Fernández intenta sellar la unidad con sus socios políticos pero ni siquiera puede garantizar uniformidad de criterio al interior de su gabinete.
El acto en Esteban Echeverría es la primera parte de un relanzamiento del gobierno en dos movimientos. El segundo tendrá lugar el miércoles 25 de mayo, cuando encabece una ceremonia institucional por la fecha patria. El primer mensaje fue hacia adentro de la coalición, el segundo será a todo el país. Ese día, Fernández espera concretar el postergado relanzamiento de su gobierno. Habrá un nuevo slogan para las comunicaciones oficiales de presidencia, “Primero la gente”, y --prometen en la Casa Rosada-- anuncios de magnitud congruentes con ese espíritu. Cambios en el gabinete están sobre la mesa aunque, en principio, todavía no definidos.
El relanzamiento también incluirá la presentación en sociedad de los nuevos billetes que reemplazarán a los animales que puso allí el gobierno de Mauricio Macri por próceres con paridad de género. Se baraja también la realización de algún tipo de festival artístico durante la fecha patria. Por estas horas se ultimaban detalles para definir la factibilidad, sobre todo climática, de que Fernández viaje ese día para dar su discurso patrio desde la Antártida argentina. Sería un gesto histórico para poner en valor la naturaleza bicontinental de la Nación y la importancia estratégica del Sur para nuestro país. También, una imágen demasiado explícita del helado aislamiento presidencial.
En contraste, la cita organizada por el PJ mendocino a iniciativa de la senadora camporista Anabel Fernández Sagasti, con la presencia de todas las tribus del peronismo, parece un desafío directo al mandatario, que se enteró de la organización del evento interpósita persona aunque es el presidente del partido a nivel nacional. La presencia del salteño Juan Manuel Urtubey, que está volviendo a meter los piecitos en la pileta de la política nacional después de un par de años sabáticos que pasó en España haciendo un posgrado y dando clases, sólo sorprende a quienes no prestaron atención a las palabras de Cristina Fernández de Kirchner en Chaco.
Ese día, la vicepresidenta dejó claro que las diferencias con Fernández no significan una renuncia a su vocación frentista. Más aún, que lo que en 2016 se planteaba como una coalición lo más amplia posible para resistir a las fuerzas neoliberales hoy requiere un esfuerzo mayor, porque enfrente hay fuerzas antidemocráticas. El salteño, que también asiste a mitines de “palomas” opositoras, es un durísimo crítico del gobierno nacional y todavía habla de construir un espacio de centro por afuera de la grieta pero entiende que, al final del día, su lugar natural está más cerca del peronismo que del modelo que proponen Macri y Javier Milei.
El embajador de CFK ante las posibles incorporaciones a un Frente de Todos 2.0 es De Pedro, que hará las veces de co-anfitrión en Mendoza. El ministro de Interior también se mostró esta semana junto al sindicalista Luis Barrionuevo, otro histórico adversario del kirchnerismo que podría aportar a la causa todista en 2023, más por espanto que por amor. En los planes de la vice no figura el presidente pero sí algunos de sus dirigentes más cercanos, que podrían ser bien acogidos si decidieran pegar el salto, por fastidio con el presidente o cálculo de costos y beneficios. Otros no. “¿Cuáles?”, le preguntó El Destape a un dirigente que chatea con ella. La respuesta: “Ellos saben”.