Tanto el presidente Alberto Fernández como la vicepresidenta Cristina Kirchner -en su caso a través de dirigentes cercanos- expresaron en las últimas horas su convicción de que la unidad del Frente de Todos debe mantenerse. "Tenemos que aprender a convivir", concedió Fernández en la entrevista exclusiva con El Destape Radio. Desde el Instituto Patria plantean la idea de una "unidad diferenciada" en el Frente, en la que sea posible administrar las discrepancias que -tiene lógica- se irán haciendo más notorias a medida que se acerquen las PASO del año que viene. Vuelven sobre la figura de una "mesa chica" de discusión interna a la que Fernández le puso ayer un límite al definir que "no existe la presidencia colegiada".
Si nos llevamos por las declaraciones públicas, la unidad del oficialismo está a salvo. El Presidente lo repitió de diferentes formas durante el diálogo con Roberto Navarro y aceptó que esa unidad, de ahora en más, es muy probable que sea más ríspida. "Ya entendí y lo tengo asumido", marcó. Sostuvo como los desacuerdos en torno al acuerdo con el FMI desataron "una hecatombe" pero que en anteriores ocasiones ya habían tenido diferencias aunque no tomaron ese conocimiento público. "No necesito que estemos todos de acuerdo, necesito que estemos de acuerdo en un mínimo de cosas", indicó.
La cuestión pasa por encontrar la forma en cómo podrían expresarse esas diferencias internas sin que se generen nuevas "hecatombes". "No me molesta ceder si es en procura de un bien superior", dijo el Presidente sin más precisiones. Desde las cercanías de la vicepresidenta hablaron de la posibilidad -ya barajada en varias ocasiones- del armado de una mesa chica donde estén representados todos los sectores internos. "Hasta la mitad del año pasado había una mesa institucionalizada del Frente de Todos donde todas las partes discutían hacia dónde íbamos y cómo lo hacíamos", recordó la senadora Juliana Di Tullio, uno de los 13 votos de rechazo al acuerdo con el FMI de la semana pasada en la Cámara Alta.
En verdad, era más informal que institucionalizada. Existía una "mesa de los martes" en Olivos, un almuerzo del que participaban funcionarios cercanos al Presidente como Santiago Cafiero y Gabriel Katopodis con referentes de la vice como Máximo Kirchner y Eduardo "Wado" de Pedro, a la que se podían sumar Sergio Massa, el gobernador Axel Kicillof y algunos intendentes. Esa mesa se discontinuó durante la campaña y desapareció luego de la derrota en las primarias del año pasado. "Eso no existe más. Es como si hubiera un sólo sector gobernando cuando somos una coalición de gobierno", remarcó Di Tullio, quien actuó un poco como vocera del descontento kirchnerista en varias radios.
El argumento del Instituto Patria es que si Fernández habilita la competencia interna en una PASO -ayer lo ratificó- es lógico que quienes busquen disputarle el cargo muestren posturas diferentes, sino qué sentido tendría. También marca que esas diferencias son moneda corriente en Juntos por el Cambio pero allí los medios las naturalizan mientras que cuando se trata del Frente de Todos la pinta como un abismo. "Una diferenciación administrada, sin caer en excesos, pero marcando claramente las distintas posiciones", plantean. La lógica, como se planteó en el documento de los intelectuales kirchneristas, es que haya unidad pero "unidad para qué"; es decir, que se deben permitir escuchar todas las voces que conviven en el interior del Frente de Todos, con posturas distantes en temas centrales que se discuten por estos días como la relación con los organismos financieros internacionales o los referentes del poder económico. El kirchnerismo lo considera elementos constitutivos de su identidad que no está dispuesto a resignar.
Mesa sin colegiatura
En medio de los tironeos, el Presidente armó una buena foto de unidad como cierre de la reunión del gabinete para el Cambio Climático que incluyó hasta gobernadores opositores y oficialistas díscolos. La capacidad de diálogo de Fernández está fuera de duda, pero lo que el kirchnerismo le cuestiona es que siempre hace lo que le parece a él. Y ahí es dónde aparecen de nuevo las dificultades para normalizar la situación interna.
Fernández evitó detallar si se comunicaría próximamente con la vicepresidenta y recomendó "tomar ansiolíticos" a quienes necesitaban con urgencia algún gesto. Dio a entender que esperarían que se calmen las aguas luego de lo sucedido por el acuerdo con el Fondo y que, de alguna manera, la cosa se recompondría. "Tenemos que sacarle dramatismo", recomendó. Pero marcó un límite claro cuando se le planteó la posibilidad de reconstituir una mesa de conducción. "Yo valoro a todos: a Máximo, a Cristina. Escucho a todos, pero la verdad que el que tiene que tomar las decisiones soy yo y eso el otro tiene que entenderlo. Así son las cosas en la República Argentina. Lo que digo es cómo funciona un gobierno, no existe la presidencia colegiada", expresó. En rigor, en eso coincide con la vice quien siempre aclaró que Fernández era quien manejaba "la lapicera". "Es cierto lo que dice, presidente hay uno solo. Por eso él tiene que enderezar el barco", subrayó ayer Di Tullio.
Así las cosas, los términos de la unidad todavía se veían difusos. En el Congreso, luego del tembladeral, el bloque de senadores del oficialismo se volvió a mostrar unido durante la exposición del ministro de Justicia, Martín Soria, en el arranque del debate por el proyecto de reforma del Consejo de la Magistratura. En el kirchnerismo descartaban el armado de un sub bloque dentro del Frente de Todos como los que funcionan en la oposición. "No se parte nada", respondían. También en Diputados, cerca del jefe del bloque Germán Martínez, descartaban rupturas. "Dimos vuelta la página y empezamos a funcionar de nuevo", aseguraban.