Demasiado ocupado en sus tensiones internas, el Frente de Todos no se enteró de la fractura que se estaba gestando reservadamente en su bloque de senadores y que lo dejó más lejos del quórum en la Cámara alta. El nuevo bloque Unidad Federal tiene que ver con la embrionaria organización de un peronismo de la región centro que pretende pararse lejos del Gobierno y del kirchnerismo y de la búsqueda de algunos senadores que creen que tienen más para ganar que para perder si se separan de la bancada mayoritaria en la que -aseguran- recibían nula atención. El presunto armado "antigrieta" del gobernador cordobés Juan Schiaretti, con sus acercamientos a otros gobernadores vecinos, comenzó a mostrar el poder del daño que podría ocasionarle al oficialismo, mordiendo parte de sus apoyos.
La nueva bancada está conformada por cuatro senadores provenientes del interbloque Frente de Todos y la cordobesa Alejandra Vigo, esposa de Schiaretti. Este jueves hicieron su presentación en sociedad con una conferencia de prensa y su posterior constitución como bloque aparte en el recinto, con la presidencia del jujeño Carlos Snopek. Participaron de la sesión preparatoria en la que se eligieron autoridades y luego actuaron como oposición para no aportar al quórum, con lo que se cayó la única sesión prevista para extraordinarias.
Más alla de la invocación común a una agenda más federal y el reclamo por un reparto más equitativo de subsidios para que el interior tenga tarifas de energía y transporte más parecidas a las del AMBA, quedó la sensación de que cada senador tuvo argumentos dfiferentes para explicar su salida. Snopek fue quien mostró más enojo con el presidente Alberto Fernández, adjudicándole cercanía con el gobernador jujeño y presidente de la UCR, Gerardo Morales, su enconado enemigo. Su carta de renuncia fue distribuida por la dirección de Comunicación del Senado. Aclaró que era una posición "personal".
En cambio, el comunicado conjunto que anunció la conformación del bloque reclamó "dejar de lado las retóricas petrificadas y los personalismos que tanto daño nos han hecho como sociedad”, que sonó más a una recriminación a la vicepresidenta Cristina Kirchner. En las oficinas del correntino Camau Espínola y del entrerriano Edgardo Kueider recordaban que habían estado entre los más entusiastas defensores del acuerdo que el Gobierno firmó con el FMI, pero sostenían que luego en la Casa Rosada se olvidaron de las promesas para sus provincias. En tanto, la puntana María Eugenia Catalfamo prefirió centrarse en el mensaje antigrieta y en la crítica a los personalismos. Desde la tierra de los Rodríguez Saá.
En la Casa Rosada ponían la lupa en el estilo de conducción de las senadoras cristinistas Juliana Di Tullio y Anabel Fernández Sagasti, acusándolas de tener malos modales con algunos de los integrantes de las bancadas oficialistas. Desde el interbloque respondían que se trataba de cuatro senadores que siempre estaban reclamando cosas y que nunca se mostraban conformes. "Cada vez que decíamos que teníamos problemas para garantizar el quórum era porque alguno de ellos estaba pidiendo algo. Y a veces eran cosas poco importantes, por decir lo mínimo. Siempre necesitan que le hagan mimos", aseguraban.
En la conferencia de prensa los senadores lo negaron, pero claramente la cuestión electoral talló en la decisión. La reciente visita de Alberto Rodríguez Saá a Schiaretti funcionó como la antesala del pase de la senadora Catalfamo a la escuadra de Vigo. El gobernador puntano rompió lazos con el Gobierno desde que el bloque oficialista acordó con su hermano, el senador Adolfo, el proyecto de reforma de la Corte Suprema. Los hermanos Rodríguez Saá están enfrentados y este año irán con boletas diferentes para la gobernación. Una curiosidad es la voltereta ideológica de Alberto en el trayecto: pasó de estar a la izquierda de la Casa Rosada -reclamó desconocer la deuda con el FMI- a posicionarse ahora a su derecha con el antigrieta Schiaretti y su armado con el salteño Juan Manuel Urtubey.
En la ensalada entra la ambición de Schiaretti de sumar a su armado por afuera del Frente de Todos al peronismo del resto de la región centro, caracterizada por su perfil conservador y agropecuario y, por ende, antikircherista. El gobernador santafesino Omar Perotti y el entrerriano Gustavo Bordet entrarían en la propuesta, ambos con elecciones provinciales muy comprometidas este año. Tanto Perotti como Bordet planean encabezar la lista de legisladores provinciales para ayudar a quienes sean los candidatos del peronismo. Quien suena como el favorito de Perotti para la gobernación en Santa Fe, el diputado Roberto Mirabella, se encontró esta semana con el intendente cordobés Martín Llaryora, que busca suceder a Schiaretti.
Perotti y Schiaretti comparten además la asesoría política de Guillermo Seita, dueño de la consultora Managament & Fit y de la CNN Radio. El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el neurocirujano radical Facundo Manes también figuran entre sus clientes.
El gobernador Bordet salió rápidamente a despegarse de esta lectura. "Dar el debate y generar consensos dentro del FrenteDeTodos debe ser una premisa de nuestra fuerza política. Ratifico la necesidad de estar unidos para seguir construyendo acuerdos fundamentales de cara al proceso electoral 2023", sostuvo el entrerriano, quien el jueves pasado participó de la reunión de la mesa política de la coalición. Tanto en Santa Fe como en Entre Ríos es indispensable que el peronismo no se fracture porque cualquier voto perdido podría resultar letal ante los candidatos de Jutnos por el Cambio. Si bien el Frente de Todos hoy aparece detrás en las encuestas, se mantiene competitivo. Unido.
La cuestión es que el armado disidente que semanas atrás lanzaron Schiaretti y Urtubey puede resultar una playa de estacionamiento para quienes no tienen ganas de tomar partido en la interna irresuelta del oficialismo. Un dato a tener en cuenta es que así como los senadores salientes repartieron críticas entre Alberto y Cristina, se cuidaron de no apuntarle al ministro de Economía, Sergio Massa, de última el responsable de los subsidios de los que se quejan. "No tenemos que ver con Schiaretti ni con nadie, yo pertenezco al Frente de Todos", se preocupó en aclarar el entrerriano Kueider.
Así como el armado de Florencio Randazzo en 2017 consiguió los puntos exactos que le faltaron a Cristina para ganar la elección a senador en la provincia de Buenos Aires, el peronismo de Schiaretti y Urtubey podría restarle votos al Frente de Todos para un eventual triunfo en primera vuelta. O, también, podrían servir para quitarle apoyos a Juntos por el Cambio en caso de que el candidato sea Rodríguez Larreta. Quienes diagramen la estrategia del oficialismo deberían tenerlo en cuenta.