Entre tanta mala suerte, un poco de ayuda externa no está de más. En la Casa Rosada imaginaban que la imagen de Lionel Messi levantando la Copa del Mundo servirá para mejorar el humor social de los argentinos luego de tantas pálidas y de una persistente lluvia ácida arrojada desde los medios opositores que no aflojaron ni con el Mundial. A eso le agregaban los avances conseguidos en la lucha contra la inflación en los últimos dos registros y una temporada veraniega que se anticipa histórica, con récords de ocupación en todos los centros turísticos del país. En base a estos tres ítems, en el Frente de Todos esperaban llegar a marzo en una situación de recuperación, más propicia para resolver las candidaturas y encarar el tramo decisivo del año electoral.
"Hace cuatro meses que viene mejorando el ánimo social, pero todo esto ayuda, claro", aseguraron cerca del presidente Alberto Fernández. Mucho se habló en los últimos días acerca de que no hay constancia de que los dos anteriores campeonatos del mundo hayan producido algún efecto beneficioso al gobierno de turno. Ni para la dictadura militar en 1978 -que buscó, sin éxito, ofrecer al exterior la imagen de un país unido y sin horrores-, ni para Raúl Alfonsín en 1986, -que no consiguió mejorar la situación de un gobierno enredado en sus problemas económicos y luego perdió las elecciones legislativas, el comienzo de su fin-. Tampoco en el entorno de Alberto suponían un beneficio directo, pero sí un humor más llevadero.
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En el último trabajo de la consultora Analogías, un 54,4% de los consultados respondió que con el campeonato seguramente mejorará el ánimo social mientras que un minoritario 37,6% opinó que cambiará poco o nada. Tampoco es demasiada ciencia. Basta recordar el humor que se palpaba en la calle luego de la derrota sorpresiva en el debut con Arabia Saudita y la locura que se vivió este domingo. Es muy probable que si la encuesta la hubieran hecho después del partido, el resultado habría sido muy diferente. Un comentario repetido en las redes luego de la consagración era que se habían dejado los enconos de lado y que en los festejos en los barrios la algarabía era absoluta.
Luego de los dos años de pandemia seguido de un año de guerra en Ucrania, esta final inolvidable se vio como un regalo del cielo que ayudará a sobrellevar el siempre complicado diciembre, con una agenda de protestas en las calles para los próximos días. En sus últimos apariciones, Alberto ya había dedicado algún párrafo a la marcha de la selección, de la que destacó la idea de "trabajar en equipo" y la actitud de no bajar nunca los brazos. "Tenemos un gran pueblo y un gran futuro", escribió en su tuit celebratorio junto a Fabiola y Francisquito. En el Gobierno eran conscientes del delicado equilibrio que debía mantenerse en estas circunstancias para que no pareciera que buscaba sacar rédito con la Copa, pero también ofrecerle a los campeones la recepción que se merecían. Hacían gestiones para que fueran a la Casa Rosada y saludaran a la multitud desde los balcones, como se hizo en el 86. Pero desde el plantel no confirmaban nada.
Los otros "anabólicos" para la mejora del humor social tenían que ver con la situación económica. No hay sondeo que no ubique bien arriba a la inflación como el principal problema que el Gobierno debe solucionar, más allá que en las últimas encuestas publicadas también se registró una leve mejora en ese rubro. Por eso, el índice de inflación de noviembre del 4,9% fue una de las mejores noticias que podía recibir el Frente de Todos para afinar sus posibilidades en 2023. El ministro de Economía, Sergio Massa, viene cerrando acuerdos con los distintos sectores en torno al 4% mensual para mantener la tendencia a la baja aunque conseguirlo durante diciembre -un mes tradicionalmente inflacionario- se ve complicado. Empecinado en transmitir una mirada optimista, Massa promete seguir bajando de a un punto por bimestre hasta terminar por debajo del 3% cuando llegue el momento de las elecciones. Después de este último índice, no se ve tan imposible. Si lo consigue, el oficialismo estará de nuevo en cancha.
Superado diciembre, en los meses de verano se espera una temporada con números récord. Hubo una muestra el último fin de semana largo, cuando más de 1,2 millones de personas recorrieron los principales destinos, con una ocupación que osciló entre el 80 y el 90 por ciento, de acuerdo al relevamiento del Observatorio Argentino de Turismo. “Este fin de semana de diciembre cerró un año maravilloso para la industria del turismo y anticipa una temporada de verano que volverá a tener cifras de movimiento muy elevadas", celebró el ministro Matías Lammens. Esperan que la temporada veraniega sirva como gran movilizadora de recursos en todo el país, porque los niveles de ocupación no sólo estuvieron en los destinos tradicionales sino que se distribuyeron a lo largo de toda la geografía. Un verano récord servirá para estirar el alivio hasta marzo, cuando arrancará el tramo decisivo de la campaña y se resolverán las candidaturas.
Para que estos tres hechos que podrían cambiar el clima social puedan ser capitalizados, el Frente de Todos también deberá poner lo suyo. Por ejemplo, con una estrategia definida y una resolución no traumática de las candidaturas, luego del paso al costado que anunció la vicepresidenta Cristina Kirchner. Alberto prometió ponerse al frente de la organización del oficialismo con miras a las elecciones. En su entorno, comentaron que desde entonces el Presidente ya se había comunicado con seis gobernadores y con varios senadores y diputados. Que les planteó la idea de fijar los límites de la competencia interna y promover "una propuesta única, sin divisiones". Si bien no abandona la idea de la reelección, les adelantó que "el candidato será quien esté en mejores condiciones para representarnos, puedo ser yo o no". Pero, a su entender, en esta elección se volvía fundamental el proyecto más que los candidatos, dado que nadie muestra ninguna supremacía sobre los demás. "Se gana en autonomía para crecer", aseguró Alberto en esas conversaciones.