Una docena de gobernadores de todo el espectro peronista se reunieron la semana pasada para unificar posiciones ante lo que consideran una falta de reacción del gobierno nacional. En cada provincia el diagnóstico es similar: si no hay una reacción decidida y sin demoras, el 2023 puede ser una pesadilla electoral para todos los que están contenidos dentro del Frente de Todos. Se plantearon, con dureza, una serie de cuestiones que tomarían la forma de un documento en una segunda cita, que iba a realizarse mañana. Luego de que el encuentro se hiciera público, el presidente Alberto Fernández intervino personalmente, hablando con varios de los protagonistas para calmar las aguas.
Estas son las claves principales para entender la situación:
CFI y el fantasma de la Liga de Gobernadores
El edificio del Consejo Federal de Inversiones, en la calle San Martín, es la sede de esta clase de encuentros entre mandatarios provinciales desde que comenzaron, durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde. Desde entonces, cada vez que un gobierno entra en situación de crisis, reviven los planes de una Liga de Gobernadores Peronistas como polo de poder territorial que puede disputar con otras facciones la conducción del movimiento, en general en perjuicio del presidente de turno.
Una buena noticia para Fernández es que esos proyectos de construcción horizontal entre los caciques nunca prosperaron, porque las coincidencias en las necesidades y propósitos de un grupo tan variopinto de dirigentes políticos son escasas y circunstanciales mientras que sus aspiraciones entran en conflicto directo, básicamente porque no hay muchos cargos mejores a los que aspirar una vez que llegaste a gobernador. En general, tan rápido como se activa en las emergencias, la Liga vuelve a entrar en letargo en cuanto la alarma queda atrás o aparece una opción superadora.
Unidad hasta que deje de doler
Aunque el destinatario principal de las quejas que se ventilaron en esa reunión fue el presidente, también se oyeron voces que le reclamaban a CFK una mayor disposición para acelerar un proceso de normalización del Frente de Todos. En ese sentido, los gobernadores, que un rato antes habían estado en la Casa Rosada apoyando al gobierno nacional en el pleito con la Ciudad de Buenos Aires por el reparto de la coparticipación, marcaron una diferencia con la vicepresidenta: “Nosotros las críticas las hacemos en privado pero en público no sacamos los pies del plato”.
La solución a ese problema, para los contertulios, es clara: hace falta conformar una mesa política donde esté representado todo el arco político que forma parte de la coalición. No solamente los Fernández y Sergio Massa sino también los propios gobernadores, intendentes, sindicatos y organizaciones sociales. Sostienen que los problemas que dejan de solucionarse a causa de los cortocircuitos políticos los afecta directamente a ellos y amenaza el control de su territorio, por lo que piden voz y voto a la hora de trazar un camino viable hacia el 2023.
La pistola del adelantamiento de elecciones tiene la pólvora mojada
Sucede con puntualidad nipona: si un presidente llega torcido al escenario preelectoral, las provincias del mismo signo político desdoblan los comicios para desatar su suerte de la compulsa nacional. Muchas provincias comenzaron a hacer andar los preparativos para ese trámite o al menos a discutir en público su conveniencia, aunque el efecto político se limita a lo que suceda con un par de distritos de peso relevante, principalmente la provincia de Buenos Aires, habida cuenta de que Santa Fe y Córdoba siempre votaron antes.
Por otra parte, la conveniencia política de adelantar los tiempos electorales es dudosa, en un escenario en el que los candidatos peronistas van a necesitar tiempo para que el clima social de esta época, que no los favorece, quede atrás y permita articular un discurso hacia el futuro más efectivo que el de la derecha. Cada mes que se adelantan las elecciones es un mes menos para mejorar la imagen pálida que ofrecen los oficialismos, entre catástrofes exógenas y dramas autoinflingidos. Por eso, también, le pidieron al gobierno que tome decisiones económicas y políticas sin más demoras.
Desconfianza con Wado, Capitanich candidato y convite a Schiaretti
Cerca del presidente sospechan que el ministro de Interior, Wado de Pedro, fue artífice de la reunión porque el jefe de gabinete, Juan Manzur, principal interlocutor con las provincias en nombre de Fernández, no se enteró hasta que era un hecho consumado y los gobernadores Gustavo Bordet y Osvaldo Jaldo, de diálogo más estrecho con la Casa Rosada, no fueron avisados. El encuentro, en realidad, estuvo motorizado principalmente por Jorge Capitanich, que se ve como el candidato de la Liga para 2023.
Una segunda reunión estaba prevista para mañana martes. La novedad era la invitación (todavía sin respuesta) al cordobés Juan Schiaretti. A esta hora, ese encuentro está en suspenso por gestiones personales del presidente, que intentará encarrilar los reclamos por vías institucionales para evitar un nuevo frente de conflicto interno. Para responder a las expectativas, Fernández deberá cambiar el gabinete, anunciar medidas redistributivas potentes, presentar un plan concreto para bajar la inflación y garantizar la transferencia de recursos a las provincias. Menos que eso, aseguran los gobernadores, significa entregar las elecciones del año que viene.