Una serie de gestos, reuniones y decisiones del gobierno argentino relacionados a Estados Unidos en el último tiempo suman otro dato más sobre la nueva convivencia geopolítica entre ambas naciones: arribó la jefa militar de ese país para la región y se reunió con la vicepresidenta Cristina Kirchner. Los esfuerzos por tener una buena sintonía con la Casa Blanca no son una novedad para el albertismo, pero los repetidos guiños de la presidenta del Senado sí parecen estar marcando una novedad, en medio de la interna que desnudó en la coalición oficialista la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la General Laura Jane Richardson, fue recibida primero en el Edificio Libertador por el ministro de Defensa, Jorge Taiana. Se trata de la responsable militar de los norteamericanos para la región latinoamericana (excepto México). Es la primera mujer en ocupar ese cargo. ¿Qué es el Comando Sur? Es un sector de las Fuerzas Armadas que fue diseñado para defender los intereses de los Estados Unidos en la región, pero con una cara más amable. En vez de hablar de amenazas o escenarios de conflicto, como los que se discuten y delinean en el Pentágono, proponen a los países vecinos cooperación, ayuda y asistencia. Tiene sede en Miami, controla las bases de Estados Unidos en Sudamérica y el Caribe.
Tras la reunión con Taiana, fue el turno del encuentro de Richardson con la vicepresidenta. "Recibimos a la generala de cuatro estrellas, primera mujer en ocupar ese cargo en la historia", fue una de las frases de CFK que dejó testimonio en sus redes sociales. La reunión fue solicitada por los norteamericanos. Y Cristina Kirchner accedió. El entorno de la ex presidenta fue muy cuidadoso con el post. No hubo filtraciones ni detalles más que el mensaje protocolar de ambas partes. En off, una fuente que frecuenta ese despacho donde se dio la conversación fue contundente ante la consulta de El Destape: "Por cortesía diplomática no vamos a dar detalles".
La presidenta del Senado viene de reunirse el 28 de marzo con el embajador de Estados Unidos en nuestro país, Marc Stanley, presente hoy también. Ese encuentro también fue solicitado por él. Fue en el despacho de ella en el Senado, el mismo día que el bloque del FdT en la Cámara Alta anunció el proyecto para armar un fondo con el dinero de los fugadores de capitales durante el macrismo y con ese monto pagar parte de la deuda con el FMI. "Le solicité la colaboración de su país con el proyecto de ley que presentaron hoy los senadores", escribió públicamente ese día CFK sobre la reunión.
Alejada de los cruces en el último tramo de su segundo mandato, Cristina Kirchner (y una parte del peronismo) retomó ciertos puntos en común con, como alguna vez los llamó la vicepresidenta, "los del Norte". Y lo hizo público, pese a los resquemores que puede llegar a generar dentro de su espacio político y también en el resto, más apegado a espejarse en Estados Unidos.
Este convite es el corolario de una serie de gestos que se suman día a día en el gobierno argentino. Sobre todo en el último tiempo. Como punto de partida puede surgir la invasión rusa a Ucrania. Pero no es la causa sino un agregado más. Como diría Martín Guzmán, "es multicausal". También sirve para este caso.
Entre algunas de las últimas decisiones del gobierno del Frente de Todos la más destacada en sintonía con la administración de Joe Biden está el impuesto a la renta inesperada. Dio una pista la semana pasada en una improvisada conferencia de prensa sobre otro tema el ministro de Seguridad Aníbal Fernández: "El mundo habla exactamente lo mismo: Estados Unidos, que es el espejo que les encanta mirarse, está teniendo una visión de esta característica. Podemos tomar una decisión entre todos saludable", afirmó sobre ese gravamen que impulsa el Ejecutivo.
En marzo de este año, en su discurso en el Estado de la Unión, Biden lanzaba palabras que podrían haber sido sacadas de Alberto Fernández o Cristina Kirchner. "Hay 55 corporaciones que obtuvieron $40 mil millones en ganancias y pagaron cero dólares en impuestos federales sobre la renta. Eso simplemente no es justo. Es por eso que he propuesto una tasa impositiva mínima del 15 % para las corporaciones", dijo el presidente norteamericano. Ya el año pasado, CFK había destacado un discurso de Biden en esa misma tónica. "¿Por qué Biden dijo todo esto? También lo explica en forma textual: 'La peor pandemia en un siglo, la peor crisis económica desde la Gran Depresión, el peor ataque a nuestra democracia desde la Guerra Civil.'” ¿Qué cosa, no? Y eso que el FMI no le financió la campaña a Trump", se preguntaba la vicepresidenta.
Las coincidencias en política exterior de los últimos tiempos
Según los análisis de Washington, Argentina es uno de los países de la región donde el sentimiento antiestadounidense es más fuerte, pese a que esto no siempre se ha reflejado en el vínculo político y económico. A esto se suma que la sintonía entre los sucesivos gobiernos de ambos países no siempre fue obvia o predecible. Por eso, una vez más tomó por sorpresa al Estado norteamericano cuando la actual coalición oficialista, especialmente la vicepresidenta, se mostró abierta a una buena relación, incluso más allá de (y pese a) cuestiones estrictamente vinculadas al vital apoyo norteamericano en el directorio del FMI que su sector rechazó en ambas cámaras del Congreso.
En materia de política exterior, el acercamiento quedó al desnudo cuando el gobierno argentino decidió votar a favor de la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pedida por Estados Unidos luego que las autoridades ucranianas acusara a Moscú de cometer una masacre contra civiles antes de replegar sus fuerzas del norte y afueras de Kiev, la capital. El voto a favor de Argentina, que ameritó un agradecimiento del Departamento de Estado, no era numéricamente necesaria ya que Washington tenía más que suficientes en la Asamblea General de Naciones Unidas. Tampoco un escenario que no permitía grises: México, un país que cuando su vecino del Norte lo exige (o amenaza) no tiene otra opción más que ceder y Brasil, gobernado por la ultraderecha neoliberal de Jair Bolsonaro, se abstuvieron.
Las coincidencias entre Washington y Buenos Aires incluso continuaron en temas especialmente sensibles para la relación bilateral y para la región en general, como es Venezuela. Muchos analistas y medios opositores consideraron que las declaraciones del presidente Alberto Fernández durante la visita oficial de su par ecuatoriano, Guillermo Lasso, la semana pasada habían representado un nuevo choque con la Casa Blanca. Sin embargo, estas interpretaciones ignoraron que fue el propio gobierno de Joe Biden quien se acercó primero y en forma de una reunión física de alto nivel en Caracas con el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, en marzo pasado.
"Hemos acordado trabajar en una agenda amplia, temas de interés. Me pareció importante poder conversar cara a cara temas de máximo interés de Venezuela y del mundo. Ratifico toda la voluntad para avanzar en una agenda que permita el bienestar y la paz de los pueblos de la región", contó Maduro después de recibir en su despacho a tres funcionarios estadounidenses, entre ellos Juan González, el principal asesor de la Casa Blanca para la región, el mismo que vino a Buenos Aires el año pasado.
La Casa Blanca luego confirmó que se habló sobre la energía -por entonces un tema central con la escalada de los precios internacionales del petróleo y gas por la guerra en Ucrania y las sanciones contra Russia- y el giro en muchos medios conservadores se vio reflejado de inmediato. The Washington Post, por ejemplo, publicó una editorial bajo el título: "Hablar con Venezuela es una apuesta que vale la pena". Es en ese marco que Alberto Fernández, luego de mantener un vínculo bastante frío con Caracas aseguró que "es momento de ayudar a Venezuela" y de "recuperar su vínculo diplomático pleno" con ese país.
Para Alejandro Frenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Martin e investigador de Conicet, "no hay un cambio general en la posición del gobierno. El sector de Alberto Fernández siempre fue más cercano a Estados Unidos o planteó una relación con menos fricciones, aún a pesar de la relación con Rusia y con China, y de haber dicho que Argentina era la puerta de entrada de Rusia a América Latina y se sumarse a la Ruta de la Seda. Lo que sí me parece llamativo es lo de Cristina porque Cristina siempre tuvo una posición de mayor desconfianza hacia Estados Unidos", analizó en diálogo con El Destape.
"La visita ahora de la jefa del Comando Sur también hay que leerla en clave con la reunión que tuvo hace poco con el embajador de Estados Unidos, en la que se presentó esta iniciativa para recuperar el dinero de la evasión fiscal y con eso pagar la deuda. Me parece que eso es lo que más le importa a Cristina. La reunión con la jefa del Comando Sur no le importa en tanto los temas de seguridad, que son temas que no le importan a Cristina, pero ella sabe que le importan mucho a Estados Unidos. Creo que es un gesto de buena voluntad hacia ese lado. Lo vincularía a que está intentando crear una buena masa crítica en Estados Unidos para la otra iniciativa, la de recuperar la plata con la evasión fiscal", agregó Frenkel.
En el medio de esta renovada relación, CFK recogió el guante del impuesto a fugadores, pidió colaboración porque va a necesitar la ayuda del gobierno de Biden para recolectar información de quienes migraron plata a ese país desde Argentina. Por su parte, el ministro de Interior, Eduardo de Pedro, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa (con camiseta de Tigre de regalo incluida), gobernadores, el Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, y hasta el ministro de Medio Ambiente Juan Cabandié, entre otros, recibieron al embajador norteamericano en los últimos dos meses. Un tour acelerado por el poder político en Argentina desde su asunción. El diplomático asumió en ese cargo en enero de este año.
Este "entendimiento" tuvo dos excepciones en las últimas semanas
Sin embargo, también hay excepciones a este "entendimiento" entre ambas naciones. Por un lado, Argentina se abstuvo en la votación que suspendió a Rusia como Estado observador permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y, esta vez sí, se alineó con México y Brasil, entre otros países que quedaron en minoría. A diferencia de la ONU, donde Estados Unidos se jugaba la legitimación de su liderazgo global frente a Moscú y otras potencias regionales como China e India, la OEA fue un escenario menor que no atrajo la atención internacional, ni siquiera la de los medios estadounidenses. Fuentes del gobierno explicaron a El Destape que el cambio de posición se debió a que no solo no consideraban a la OEA como un foro para tratar el tema, sino que esa misma organización "tiene muchas contradicciones porque está más alineada que nunca con Estados Unidos". Ponen de ejemplo, que Reino Unido también tiene status de observador permanente, pese a que "tiene una base militar extra OTAN en un continente de paz" como es la región.
Por otro lado, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se negó la semana pasada a sumarse al boicot de los funcionarios estadounidenses contra Rusia en un foro del G20 en Washington, en el marco de las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cuando el representante ruso comenzó a hablar, las delegaciones de Estados Unidos y de Canadá -y versiones periodísticas hablaron también de varias potencias europeas- se pararon y abandonaron la reunión. Guzmán se quedó sentado y, luego, fuentes de su equipo explicaron que no fue una decisión que se había planeado, que no se trataba del espacio institucional correcto para tratar ese tema -un argumento que sí en línea con la explicación detrás de la abstención de la OEA- y que los enviados de todas las economías emergentes del G20 -entre ellas Brasil y México, nuevamente- se quedaron en sus asientos.