Después de un día atravesado por versiones catástrofe que resultaron infundadas, en cada una de las tribus del Frente de Todos ratificaron la sociedad política y el camino que se comenzó a andar el domingo a la noche para dejar atrás la última de las crisis cuasi terminales que sufre con más frecuencia que lo deseable la coalición gobernante. Un encuentro entre Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa en las últimas horas del miércoles sirvió para avanzar en las discusiones respecto a los cambios de elenco y medidas que den forma, ahora sí, a un relanzamiento del gobierno con fecha estimada para el lunes que viene, una vez que pasen las celebraciones por el 9 de julio.
En Olivos, a donde Fernández mudó su base de operaciones en medio de la tormenta, celebran los pasos que se dieron. “Están hablando bien”, explica un dirigente con acceso franco al despacho presidencial. Uno de los puntos que se acordaron allí fue reducir al mínimo las filtraciones a la prensa y unificar algunas posiciones para evitar que los medios opositores hagan una novela alrededor de la relación entre los tres socios. Massa entra en la cuenta: después de que su plan fuera rechazado dos veces, las especulaciones sobre su descontento llegaron a crecer hasta rumores de renuncias. La reunión de a tres y un encuentro hoy con Batakis espantaron fantasmas.
El tono contrasta con la forma en la que hablaban unos de otros hasta apenas la semana pasada. Ese cambio también pudo notarse en el discurso que dio Máximo Kirchner en Escobar, donde si bien insistió con sus críticas al acuerdo con el FMI y la política económica, cargó las tintas sobre el exministro de Economía, Martín Guzmán, sin apuntar contra el presidente ni otros dirigentes en funciones. En la Quinta lo tomaron como señal de esta nueva paz que, confían, va a mantenerse este viernes cuando CFK haga una nueva aparición en Calafate y también durante el fin de semana, cuando sea el turno de Fernández, que recordará la independencia de la patria en Tucumán.
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Entre discurso y discurso avanzan las charlas para hacer algunos cambios quirúrgicos en el equipo de gestión y anunciar, una semana después del desembarco de Silvina Batakis en Economía, la primera tanda de medidas de esta nueva etapa de gobierno del Frente de Todos, de, en teoría, mayor consenso interno. Ver para creer. Los lugares que están sobre la mesa son las piezas claves del mecanismo de política económica del Estado: la jefatura de Gabinete, la AFIP, donde la vicepresidenta quiere poner a alguien de su equipo, y el Banco Central, aunque Miguel Pesce aparece afianzado por su buen vínculo con la flamante ministra. Otros movimientos apuntan a hacer un gabinete más compacto.
En el transcurso del jueves arreciaron rumores de rupturas y renuncias, tanto en el Congreso como en la Casa Rosada. Puntualmente, apuntaban a Fernández y a Massa. En el Frente de Todos lo describen como una maniobra para seguir desestabilizando los mercados y evitar que se acomoden las variables. La diputada Cecilia Moreau llegó a hablar de “una cadena de whatsapp y cuentas falsas de twitter” utilizadas para agitar “una ola de rumores”. Cerca del Presidente lo atribuyen al acercamiento de los socios para dejar atrás la crisis interna: “Nos acercamos a Cristina y el poder reacciona en contra. No hay otra explicación”.
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