Argentina se llevará del G20 lo que vino a buscar. De acuerdo a un borrador del documento final, que se dará a conocer en la tarde del domingo, y al que tuvo acceso El Destape, los Estados miembro acordaron respaldar la iniciativa del presidente Alberto Fernández de poner en cuestión los sobrecargos que el Fondo Monetario Internacional impone a los países sobreendeudados, de los que este país es el mayor ejemplo, aunque no el único, y que significan en la práctica triplicar la tasa de interés acordada. La cuestión podría ser tratada por el directorio del organismo en una reunión que mantendrán en diciembre.
“En un guiño a la Argentina, los líderes reunidos en la cumbre del G20 en Roma planean encomendar a sus funcionarios en materia de finanzas que revisen las políticas de sobrecargo en el FMI”, informó ayer por la tarde la agencia Bloomberg, citando un borrador del comunicado final que se publicará al finalizar el encuentro de jefes de Estado. Dos altas fuentes del gobierno ratificaron esa información ante la consulta de este medio. De concretarse, será un triunfo importante para Fernández y su equipo económico. El recorte de intereses significaría un ahorro de alrededor de mil millones de dólares anuales para el país.
La modificación de la política de sobretasas es una de las condiciones que necesita el gobierno argentino para renegociar, de manera sustentable, sus obligaciones con el FMI. La segunda, que implica una ampliación de los plazos de pago, se discuten en Roma en los términos de un fondo de resiliencia que redistribuya recursos financieros asignados a países de ingresos elevados, que no los necesitan, entre los de ingresos bajos y medios. El planteo argentino parte del argumento de que ni la reconstrucción tras la pandemia ni la conversión de los sistemas productivos hacia un paradigma verde pueden recaer sobre los flacos bolsillos de los paises sobreendeudados.
A las reuniones bilaterales que mantuvieron Fernández y el canciller Santiago Cafiero con líderes de la Unión Europea, Alemania, Francia, España, China, Rusia y la Organización Mundial de Comercio llevaron el mismo libreto. Primero, expusieron los números que indican la recuperación de la economía argentina después de casi un lustro de recesión. Luego explicaron las condiciones del acuerdo con el Fondo que dejó el gobierno anterior y que son incumplibles para el país en estas circunstancias. Finalmente, ratificaron la voluntad del gobierno de cumplir con sus obligaciones pero dejaron claro que esa deuda no puede ser un ancla que frene la recuperación argentina. Por eso, concluyeron, es necesario arribar al “mejor acuerdo posible”.
Justicia social ambiental
El presidente Fernández puso la cuestión sobre la mesa en la primera de sus tres intervenciones en este foro, el sábado por la mañana. “El financiamiento internacional debe fijar nuevas reglas para poder igualar nuestras sociedades, con impactos positivos y enfrentando el cambio climático. El actual sistema, que prioriza la especulación por sobre el desarrollo de los pueblos, debe cambiar”, señaló. Y puso como ejemplo la deuda argentina con el FMI, “única en su historia por su monto y por sus condiciones de repago, aprobada para favorecer a un gobierno en la coyuntura, acaba condenando a generaciones que miran impávidas el destino que les ha sido impuesto”.
El mensaje se completará en los dos paneles planeados para el domingo, y aunque los discursos del mandatario argentino se encuentran guardados bajo siete llaves, un texto de su autoría publicado en el dossier que se entregaba a todos los asistentes al evento anticipa los principales lineamientos que expondrá durante la jornada. A continuación transcribo algunos fragmentos destacados:
- “Enfrentando una recesión económica, la inestabilidad financiera que trae consigo un aumento en el riesgo de la deuda, y la presión de las crisis económicas, sociales y ambientales que atravesamos, ha llegado el momento de discutir una nueva perspectiva ecológica en la arquitectura financiera global”.
- “Canjes de deuda por acción climática, mecanismos de pago por servicios al ecosistema, el concepto de deuda ambiental y un ranking de acreedores ambientales entre los países menos desarrollados son otras llaves para superar la crisis en desarrollo. El reconocimiento de responsabilidades comunes pero diferentes debe ser considerado y puesto en práctica a través de medidas concretas”.
- “Necesitamos que las organizaciones de desarrollo internacionales y regionales comprometan al menos el 50 por ciento de sus carteras de crédito a acciones ambientales”.
- “Mecanismos como los canjes de deuda por clima han demostrado su efectividad en el pasado, a pesar de haber sido implementados de forma experimental, ayudando a reducir el endeudamiento de los países en vías de desarrollo en unos 6 mil millones de dólares, con resultados tangibles en la mejora de la salud ambiental”.
- “Debemos repensar el sistema de calificación de crédito, de forma tal que los países vulnerables que ya sufren las consecuencias del cambio climático no sean castigados. En vista de esto, debemos establecer incentivos fiscales y de mercado para que la inversión privada se enfoque en prioridades ambientales con impacto social y en la construcción de una nueva economía circular”.
- “El desafío para alcanzar estas metas comprende el compromiso coordinado y decidido de cuatro actores clave: los países deudores, los países endeudados, las instituciones financieras internacionales y el sector privado”.
- “La riqueza alrededor del mundo debe ser considerada bajo una nueva perspectiva, y no medir solamente el producto bruto de cada país sin tomar en consideración la huella de carbono u otros indicadores de una caída en el daño ambiental. Debemos evaluar los activos ambientales y pensar en métricas que vayan más allá del crecimiento extractivo y predador. No podemos medir el crecimiento global usando la misma vara que se usó durante la era industrial contaminante. También debemos definir los avances en tecnologías limpias como bienes públicos globales, fortaleciendo el concepto de multilateralismo ambiental”.
- “Hasta aquí, el sistema de gobernanza global no se ha probado efectivo a la hora de movilizar recursos hacia los países en vías de desarrollo, insuficientes en cantidad y calidad. Necesitamos aplicar respuestas más ágiles, transparentes y audaces. El momento para actuar es ahora: el ritmo de destrucción planetaria no va a detenerse a menos que construyamos un nuevo paradigma de desarrollo”.
- “Necesitamos un cambio en el paradigma financiero para avanzar en un desarrollo resiliente y de baja emisión, apoyando a los países para implementar los Acuerdos de París. Nuestras ambiciones nacionales deben transformarse en una nueva solidaridad global. En resumen, necesitamos justicia social ambiental, que es el nuevo nombre del desarrollo para nuestra región y el planeta”
“Un préstamo estúpido"
Además de los líderes mundiales, las cumbres del G20 son punto de encuentro para asociaciones de la sociedad civil que aprovechan estas ocasiones para plantear su perspectiva de estos temas. Una de ellas es Global Policy Forum, una ONG con base en New York y Bonn que desde hace casi 30 años acompaña los debates sobre gobernanza global que se llevan a cabo en estos escenarios multilaterales. El Destape pudo dialogar en Roma con Bodo Ellmers, director del programa para el Financiamiento del Desarrollo Sustentable, sobre la situación argentina e internacional respecto a la crisis de deuda. “Las sobretasas son absurdas porque castigan a los países en crisis. Cuanto más debés más tenés que pagar, entonces tiene resultado contracíclico”, señaló.
“Uno de los grandes problemas que suceden en esta crisis es que todos los países están sobreendeudados, tanto los de bajo nivel de ingresos como los de nivel de ingresos medios. El G20 hasta ahora solamente reaccionó para beneficiar a los países de ingresos bajos con una iniciativa para suspender el pago de intereses durante un año, pero cuando esta suspensión termine a fin de año esos países estarán más endeudados, por lo tanto no se trata de una solución sustentable. Para los países de ingresos medios no hubo nada”, agregó Ellmers.
Respecto a la situación Argentina, aseguró que “la decisión del FMI de darle un préstamo con las características que le dio a Argentina fue estúpida”. En su opinión, “no fue algo bueno para la Argentina ni para el FMI dar un crédito tan grande” porque “esto ahora es un problema para Argentina, que debe pagar mucho dinero, incluso con sobretasas excesivas, pero también para el FMI porque necesita cobrar lo que prestó a la Argentina”. Para Ellmers, “si Argentina paga en las condiciones que se acordaron, su capacidad de recuperación económica quedaría destruida, así que el FMI debería, como mínimo, extender los plazos de repago”.
Finalmente, completó su diagnóstico: “El problema con el FMI es que presta demasiado porque sabe que no tiene riesgo de que no se le devuelva la plata. Por eso es que a veces aprueba préstamos aún cuando sus condiciones son irracionales, como sucedió con Argentina. Ese préstamo nunca debió haber sido aprobado entonces es lógico que alguna vez sea el Fondo el que pague el precio aceptando algún tipo de recorte”.