El gobierno argentino espera tener el acuerdo con el staff del Fondo Monetario Internacional antes de fin de mes, a tiempo para la apertura de sesiones legislativas que encabezará el presidente Alberto Fernández. Luego comenzará a correr un reloj con tres semanas de tiempo hasta el 22 de marzo, fecha límite para que ese texto consiga la aprobación del Congreso de la Nación, en Buenos Aires, y del board de ese organismo en Washington. Ayer, en un encuentro “informal” entre los directores y los técnicos del FMI, se aprobaron los avances hechos hasta el momento, allanando el camino para concluir las negociaciones. Persisten diferencias, aunque menores, en los plazos de desembolso del nuevo programa.
En las dos puntas del hilo cuentan por estas horas con que, de no mediar ningún imprevisto, en los próximos días pueda llegarse a un entendimiento que permita dar a conocer los pormenores del nuevo acuerdo. Apuntan, salvando el margen de error propio de negociaciones tan delicadas y con tanto en juego, a los primeros días de la semana que viene. Esa, también, es la hipótesis sobre la que trabajan los vasos comunicantes entre la Casa Rosada y la Cámara de Diputados, por donde comenzará el trámite legislativo. Por eso, también, por estas horas se aceleraron las charlas con la oposición para destrabar la conformación de las comisiones que tendrán que dar dictamen al proyecto.
La aprobación informal de los términos del acuerdo que hizo ayer el directorio dan por concluido el debate sobre la posibilidad de represalias norteamericanas a la gira que Fernández hizo por Rusia y China porque los representantes del gobierno de Joe Biden dieron el visto bueno para avanzar con las instancias finales de la negociación. Según pudo averiguar El Destape, los directores por Estados Unidos plantearon algunas dudas y objeciones durante la exposición de los técnicos Julie Kozak y Luis Cubbedu, que fueron los protagonistas de la negociación con el equipo que encabeza el ministro de Economía Martín Guzmán, pero a la hora de tomar una decisión respaldaron a la Argentina.
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La tarea del embajador en Washington Jorge Arguello fue clave: después de trabajar codo a codo en Buenos Aires con el Presidente y con el canciller, Santiago Cafiero, al regreso de la gira que ellos hicieron por Asia, el diplomático regresó a Estados Unidos con la misión de hacer las aclaraciones pertinentes, aunque sin moverse un centímetro de la postura multilateralista que propone Fernández. Incluso en el marco de máxima tensión en la frontera de Ucrania y la relación con Rusia, Arguello consiguió ser recibido el martes en la Casa Blanca por el influyente Consejero en Seguridad Nacional, Jake Sullivan. Tras esa reunión, informó que el apoyo político de Biden en este asunto seguía intacto.
Mientras tanto, entre el ministerio de Economía, la quinta de Olivos y la Casa Rosada un tándem del que participan Fernández, Guzmán, Cafiero, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, trabaja para ajustar las cláusulas más complejas de la negociación. Se suceden las reuniones presenciales y los llamados telefónicos, entre todos o algunos de los miembros de este equipo encargado de darle forma final al texto y después gestionar su aprobación sin sobresaltos. En el gobierno confían en que, a pesar de las reservas y resistencias, el paso del acuerdo por el Congreso está garantizado por la mayoría de los votos del oficialismo y la colaboración de algunos sectores de la oposición.