Carlos “Charly” Liñani, integrante de la banda del espía ilegal Marcelo D’Alessio, fue hallado muerto en su domicilio de Palermo. De acuerdo al parte de la Policía de la Ciudad que intervino en el caso tenía “signos de haberse suicidado”. Dejó varias cartas escritas. Estaba a un paso del juicio oral, procesado en el D’Alessiogate por tentativa de extorsión e integrar una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal. Fue clave en la operación que esa organización paraestatal realizó contra Pablo Barreiro, el exsecretario privado de CFK, y compartió abogado con el fiscal procesado Carlos Stornelli.
De acuerdo al informe policial al que tuvo acceso El Destape, Liñani fue hallado por la Policía y Bomberos de la Ciudad “con signos de haberse suicidado por emanación de gas”. El hecho ocurrió el martes por la noche. El personal de la Comisaría Vecinal 14 B de la Policía de la Ciudad concurrió al domicilio de Soler al 6000 a las 19.30 porque en “un departamento del primer piso salía gas, sin que desde el interior se respondiera a los llamados”.
Con el aval de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional 46 a cargo de Adrián Guillermo Peres, se forzó el ingreso al departamento. Liñani ya estaba sin vida. De acuerdo al informe policial, las hendijas de puertas y ventanas estaban selladas con cinta, no había desorden en los ambientes ni signos de ingresos forzados. Tampoco violencia sobre el cuerpo. “Los oficiales hallaron varias cartas de despedida supuestamente escritas por la víctima”, se informó desde el ministerio de Seguridad de la Ciudad. El caso se investiga en sede judicial.
Liñani estaba procesado en el marco del caso D’Alessio. Era parte esencial de la banda del espía ilegal Marcelo D’Alessio. La instrucción respecto a su rol en esa organización paraestatal estaba prácticamente cerrada. Se encontraba a un paso del juicio oral.
El juez Alejo Ramos Padilla, quien estuvo al frente del D’Alessiogate en la justicia de Dolores, describió el rol de Liñani en una resolución del 21 de octubre del 2020. Le adjudicó participación en “los planes ilícitos que perjudicaron a Pablo Erasmo Barreiro, Víctor Palomino Zitta – Saturnino Costas y Diego Vestillero”.
“Una de las metodologías más utilizadas por la organización fue llevar a cabo acciones coactivas y/o extorsivas como medios ilícitos para que la víctima hiciera o tolerase algo contra su voluntad o aportase información. Ese rol lo encarnó principalmente Marcelo D´Alessio, pero también se han detectado, en algunas maniobras y hasta el momento, participaciones esenciales de este tipo también por parte de Rolando Barreiro o Carlos Liñani”, escribió entonces Ramos Padilla.
Uno de los casos paradigmáticos en los que participó Liñani fue el intento de extorsión contra Pablo Barreiro luego de que detuvieran a su padre Ricardo, amigo de la familia Kirchner, en la causa de las fotocopias de los Cuadernos. El exsecretario privado de CFK lo contó en primera persona a El Destape: “Vino un conocido, un tal ‘Charly’, y me dice: ‘Pablo, es algo inminente. Tenés que ir a ver a una persona porque algo te va a pasar y yo soy tu amigo y te quiero cuidar’”. Tal como relató Barreiro, Liñani le dijo: “Estás hasta las manos. No te da el blanco. Van por vos. Bonadío y Stornelli van por vos. Ya fueron por tu viejo y están re calientes con vos y con tu viejo. Así que van a ir por vos. Y este chico te quiere ayudar. Se quiere juntar con vos y explicarte como es y decirte la ayuda que te va a dar”. Ese “chico” era Marcelo D’Alessio, quien “se presentó como experto en seguridad, como me dijo Liñani”, contó Barreiro, quien grabó esa reunión.
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De acuerdo a la reconstrucción judicial, D’Alessio le “’ofreció’, a cambio de una suma de dinero, ejercer su influencia ante el fiscal Stornelli para solucionarle ese conflicto judicial. La víctima se negó a ello, y al día siguiente recibió mensajes en los que se señalaba que iba a terminar detenido. En el mismo momento en que Pablo Barreiro recibió este mensaje, comenzó también a recibir otros de allegados suyos preocupados puesto que, en televisión, se estaba hablando de su ‘inminente detención’”.
D’Alessio pedía 500.000 dólares y le decía que debía arrepentirse y apuntar contra Cristina. “Ellos me dijeron que al otro día me pasaban a buscar a las 8 de la mañana. Me decían ‘en un auto de la AFI, irreconocible. Entramos por la parte de atrás de Comodoro Py, vos te sentás con Stornelli, hablás con él, y a los 5 minutos lo tenés a tu viejo ahí afuera’”.
Por estos hechos tanto D’Alessio como Liñani fueron procesados por el delito de extorsión en grado de tentativa en concurso ideal con el delito de tráfico de influencias agravado por haber solicitado dinero para hacer valer indebidamente su influencia ante un Magistrado del Ministerio Público Fiscal, todo ello llevado a cabo en el marco de la asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal.
No fue el único caso de la banda de D’Alessio en el que intervino Liñani. Tuvo un accionar similar en el caso “Vestillero”, en el marco de lo que se conoce como “Mafia de la Aduana”. “Al prestar declaración testimonial en este tribunal, Diego Vestillero refirió que, en julio de 2016, es decir, pocos días después de que el Dr. Aguinsky adoptara las primeras medidas de importancia en el marco de la causa Nº CPE 529/16, dos miembros de la asociación ilícita investigada, Carlos Liñani y Rolando Barreiro –quien refirió ser miembro de la “SIDE”–, se presentaron en la oficina de su empresa Ambika S.R.L”. Querían que les brindara documentación sobre una serie de contenedores.
“Refirió Vestillero que, luego de esa negativa, ‘cada vez que salía’ de su oficina se encontraba con Liñani, quien lo interceptaba y le refería ‘che, escúchame libérame la carga, mirá que tenemos muy buena llegada con los Juzgados, tenemos llegada con la Aduana, nos reunimos con Centurión, me hablaba de una Fiscal (…) tenemos muy buena llegada’, pero aquél persistió en negarse a hacer entrega de dicha documentación”, relató Ramos Padilla en su resolución de octubre del 2020. Y añadió: “Como se verá, lo que decía Liñani resultaba cierto”.
Según la investigación judicial hacia noviembre de 2016 “quienes integraron el núcleo central de esta organización habían consolidado un vínculo: (el fiscal Juan Ignacio) Bidone, Liñani y (el ex agente de la AFI, Rolando) Barreiro se conocían de antes, pero a ellos se sumó D’Alessio en junio de ese año, por el mismo tiempo que (el abogado) Rodrigo González”. Para la misma fecha tomaron contacto el periodista de Clarín, Daniel Santoro –también procesado en este caso- y D’Alessio.
Otra particularidad judicial que se destaca en el caso de Liñani es que durante un tiempo tuvo el mismo abogado que el fiscal Carlos Stornelli, también procesado en el caso D’Alessio: Juan Martín Cerolini.
Por ejemplo, Cerolini representó a Liñani en una causa que se abrió en Comodoro Py a instancias del fiscal Carlos Rívolo. Allí, Liñani fue procesado por el juez Sebastián Casanello por haber invocado falsamente un supuesto vínculo con Rívolo, que era uno de los fiscales de la causa de los Cuadernos, para extorsionar a Barreiro. Por esta denuncia, y con el aval del camarista Martín Irurzun, se intentó sacar el D’Alessiogate de los tribunales de Dolores y llevarlo a Comodoro Py. De hecho, en este expediente, Stornelli se presentó como querellante. Pero esa maniobra falló. Finalmente, este desprendimiento del caso D’Alessio se envió a Dolores.