El justicialismo de Entre Ríos deambula como sin brújula. No es un escenario nuevo, para nada, pero sí que se ha agravado en los últimos meses, tras perder la provincia luego de 20 años y caer en Concordia, principal bastión peronista, luego de cuatro décadas ininterrumpidas. El cachetazo del voto de Edgardo Kueider a la Ley Bases, en todo caso, vino a poner de manifiesto el nivel de dispersión de un espacio que hoy trata de juntar piezas y recomponer sus partes, teniendo como principal norte una (re) organización interna que logre instalarlo nuevamente como una alternativa competitiva.
Hay dirigentes que vienen levantando el tono hace rato, con una doble premisa: volver a la calle y democratizar las decisiones. La primera implica una apertura de unidades básicas, un regreso al mano a mano que creen que se perdió por años de comodidad detrás de los escritorios de la Casa Gris. La segunda, modificar un esquema donde una mesa chica se encargó, por dos décadas, de elegir los candidatos en base a apetencias e intereses personales. Ese esquema mantuvo a casi todos felices mientras hubo éxitos electorales. Y como suele suceder tras una derrota, y más cuando se pierde una porción de terriorio importante, se puso de manifiesto en los últimos meses.
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Las tribus del peronismo local han perdido además una referencia. No la hay a nivel nacional ni la hay a nivel local, tras la derrota del exintendente de Paraná, Adán Bahl, en su cruzada para la Gobernación y la salida de Gustavo Bordet del Poder Ejecutivo para ocupar un rol en la Cámara de Diputados de la Nación. El exmandatario provincial ha regresado en contadas oportunidades al terreno local, se ha mostrado hasta el momento poco y ha circunscripto su labor legislativa a eventuales proyectos vinculados con la coyuntura, como pedir más presupuesto para las universidades o la restitución del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid).
Muchos le achacan el cimbronazo de lo sucedido esta semana en el Senado, dado que Kueider llegó a esa banca 100% por su relación política con el exgobernador, quien a su vez arribó al Congreso de la mano del acuerdo que elaboró con el expresidente Alberto Fernández. Pos derrota, Kueider se fue del bloque de Unión por la Patria enojado con el expresidente por supuestas promesas incumplidas y se alió a peronistas "dialoguistas" que hoy, en la práctica, juegan para el gobierno de Javier Milei. Además, está alejado de Bordet, que salió al cruce de su determinación de acompañar la norma del Poder Ejecutivo.
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El peronismo, orgánicamente, militó en contra de la Ley Bases. El presidente del Consejo Provincial, José Cáceres, dijo estar "indignado" con la determinación del legislador y que cree que, como mínimo, debe ser sancionado. No obstante, destacó que hace falta una autocrítica que lleve al peronismo a una reestructuración militante y en la toma de decisiones. “La unidad nos obturó el debate. Creímos que por armar una lista única en la interna, que nos parece bien para evita roces innecesarios, ya estaba. Y no está. Hay muchos que están enojados”, lanzó a El Destape un importante dirigente justicialista.
"Lo de Kueider es consecuencia de años de una forma de hacer política partidaria que debemos revisar y cambiar de forma urgente", indicó por su lado a El Destape el presidente del PJ de Paraná, Jorge Vázquez. En referencia a la dirigencia del espacio a nivel provincial, consideró que hubo "grupos cerrados" y dijo que lo sucedido en el Senado responde a "monjes negros de la política que se blanquean para las elecciones". Al respecto, ahondó: "Cuando no hay una línea partidaria, cuando no se democratizan las decisiones, cuando los nombres se eligen entre cuatro paredes y entre pocos, termina pasando esto. El peronismo hoy deambula en sus propios laberintos".
"El único que sintetizó al peronismo era Perón. Después nadie lo sintetizó. Y como nadie lo hace, debemos trabajar en conjunto para salir de esto, para volver a enamorar a la militancia y sobre todo para que el vecino de a pie vuelva a encontrar en el justicialismo una opción que resguarde sus derechos y sus expectativas", explicó Vázquez. Resaltó que lo que sucede en el peronismo entrerriano es transversal, en general, a todos los partidos: "El vaciamiento de los años '90 de la política y de los espacios de participación no se recuperan de un día para el otro. Por eso mismo tenemos que darnos un fuerte debate interno, trazarnos un esquema de debate y fundamentalmente unificar criterios entre dirigentes y afiliados. Eso hace años que no se hace".
Para cerrar, el presidente de la departamental justicialista del PJ reiteró la necesidad de que se llame a un Congreso partidario: "Debemos escucharnos, tenemos que expresarnos, actualizar nuestra Carta Orgánica, generar ámbitos de participación y volver a ser una opción competitiva en contra del neoliberalismo que impera".
Otros dirigentes son más optimistas en relación a las posibilidades en el corto plazo del justicialismo entrerriano. Una de ellas es Stefanía Cora, diputada provincial y casi senadora nacional en 2019, cuando estuvo en la misma boleta que Kueider y quedó afuera del Congreso por pocos votos. “Creo que hay muchos compañeros jóvenes, con responsabilidades, que quieren construir una provincia con oportunidades. Es una masa crítica de intendentes, legisladores y cuadros intermedios que quieren pensar una Entre Ríos después de Frigerio, que gobierno a pura emergencia porque desconoce el Estado”, indicó en diáologo con El Destape.
La legisladora, militante de La Cámpora y muy cercana al diputado nacional entrerriano Tomás Ledesma, subrayó: “Entiendo la necesidad de un PJ con ámbitos democráticos, pero el partido es una herramienta, no es el único lugar donde debemos hacer política. Por nuestro lado hemos organizado encuentros con intendentes o charlas en universidades, porque tenemos que revincularnos con la sociedad. Hay que reconstruir el vaso comunicante”.
Para Cora el voto de Kueider tiene tres agravantes claves: “Es el que permite la paridad y que desempate Villarruel; lo hizo mientras afuera gaseaban a jubilados y diputados y lo hizo en abolsuta soledad, porque los cuatro diputados nacionales votaron en contra. Es un cuadro de gravedad, que amerita un replanteo de lo que venimos haciendo mal en las gestiones y en la política partidaria, con un debate sincero. Porque es imposible que ahora se sorprenda con las muestras de repudio, cuando hay gente que perdió el trabajo y ve que la persona que votaron para que las represente apoyó a un presidente que se reúne con la ultraderecha, que avala los crímenes de odio en el mundo, que es profundamente violento y misógino”.
No obstante, para cerrar, la diputada le restó importancia a la figura del concordiense, destacando que lo que se precisa son nuevos candidatos con contacto con la sociedad. “Acá la clave es volver a tener dirigentes que tengan una articulación permanente con la comunidad organizada, que se vinculen, que tengan ascendencia social. Así, estoy convencida de que vamos a gobernar de nuevo en 2027. Aprendiendo de los errores, reinterpretando a la sociedad”, analizó.
Kueider ensayó argumentos para su decisión en las últimas horas. Dijo que había votado en defensa de intereses de la provincia y señaló que es peronista, "pero antes entrerriano". Sostuvo que también se había opuesto a puntos en los que no se había logrado acuerdo, como el RIGI, para justificar su firma del dictamen, su aporte al quórum y su vota a favor en general.
De fondo, hubo dos movimientos que alentaron sospechas. Por un lado, un decreto publicado en el Boletín Oficial le cede a Entre Ríos dos lugares en el Directorio de la Represa de Salto Grande. Por otro, el vínculo del senador con Rogelio Frigerio, quien junto a varios de sus funcionarios no perdieron oportunidad y abiertamente le agradecieron haber dado luz verde al proyecto de Casa Rosada. El Destape intentó, sin éxito, mantener contacto con el actual senador, sobre el cual pesan pedidos de expulsión.