Comenzó este martes la ronda de indagatorias en el marco de la causa que investiga el vaciamiento de Sociedad Anónima Entre Ríos -SAER-, editora de El Diario de Paraná, histórico medio gráfico fundado en 1914. Hoy fue el turno de Luis Miguel Etchevehere, hermano mayor de Juan Diego y Luis -también imputados- y Dolores -denunciante-, hijo de Luis Félix Etchevehere -último director con ese apellido en el medio- y nieto de Luis L. Etchevehere, quien diera vida al diario.
El exministro de Agroindustria de la Nación en la era Cambiemos compareció ante el titular del Juzgado de Transición N° 1, Carlos Ríos, quien lo citó en el marco del legajo que investiga una supuesta estafa, que habría sido llevada adelante no solo por el clan Etchevehere sino que además también por Walter Grenón, Viviana Grenon, Germán Buffa y Luis Alberto Guevara. El primero es uno de los principales apuntados, luego de adquirir el 66% de las acciones de la empresa en 2012. Ellos declararán el 19 y 26 de noviembre y el 2 y 22 de diciembre.
Frente a los Tribunales de Paraná se congregaron parte de los más de 80 empleados despedidos en 2018, cuando se terminó de consumar el vaciamiento del diario, que, si bien sigue funcionando, sobrevive con un personal mínimo y ha perdido la principal cualidad que siempre lo caracterizó: ser uno de los medios de referencia de la provincia y de la región.
Uno de ellos es Jorge Riani, que entró a El Diario en 1984, con apenas 16 años. "Empecé en el área gráfica. Todavía estaba en la escuela secundaria pero ya tenía una vocación que me orientaba hacia el periodismo. Luego empecé con algunas tareas menores en la redacción, recostándome en los referentes de aquella época, como el maestro Guillermo Alfieri" contó Riani a El Destape. Alfieri, fallecido en 2018, fue un destacado periodista riojano pero entrerriano por adopción, que trabajó más de 20 años en El Diario. Además, fue docente y escritor.
Riani, con el tiempo, se dedicó exclusivamente a la redacción y luego se convirtió en coordinador General de la Redacción del medio. En 2002, con más de 18 años de trabajo, se dio por despedido, luego de discutir y sufrir una agresión física por parte de Luis Félix Etchevehere -padre de los hermanos-, quien en aquel momento era director del medio. "Yo jamás había tenido un problema con él. De un momento para el otro él empezó a estar de muy humor con mucha gente del diario. Yo le pregunté qué pasaba y él me gritó. Yo me planté y le dije que era inadmisible. Ahí fue cuando me agarró del cuello. Luego de eso me dí por despedido y le hice juicio. Perdí en primera instancia, lo revertí luego y finalmente el Superior Tribunal de Justicia me dio la razón. Me tuvieron que indemnizar".
Riani decidió contar un dato que nunca reveló y que, en exclusiva con El Destape, consideró importante en el actual contexto: "Cuando sucedió eso con Luis, gente de su entorno más íntimo de trabajo, muy allegados, me dijeron que él estaba muy nervioso porque su esposa -Leonor Barbero- y sus hijos querían declararlo insano mentalmente, para quedarse con sus inmuebles. Es decir, en 2002 la situación adentro de la familia ya era muy tensa".
En 2009 Luis Félix Etchevehere falleció y Arturo Etchevehere, su hermano, convocó a Riani nuevamente para trabajar. Así lo hizo hasta 2018, cuando la Dirección determinó el despido de 80 trabajadores, entre periodistas y gráficos. "Con Grenón El Diario renunció a sus principios y pasó de ser un medio periodístico a ser un órgano de gobierno. Al encontrar resistencia en los trabajadores, se superpobló la redacción con gente que hacía lo que el gobierno pedía. Eso llevó a un deterioro casi inmediato del medio, porque hubo una desaprobación rotunda del cambio de perfil repentino que había habido. Las suscripciones cayeron un 70% en dos semanas, la publicidad se desplomó y con ello llegó la caída en las ventas".
La estricta línea editorial, en consonancia con los intereses del entonces gobernador Sergio Urribarri, trajeron consecuencias en el material humano de El Diario. Los que pudieron se fueron. Los que se quedaron, la pasaron mal. "Sufrimos persecución, apercibimientos y despidos. Nos hicimos fuerte gremialmente, porque a todos nos encontró en el mismo lugar".
Si bien Riani pasó más de la mitad de su vida adentro del diario -27 años- pudo superar el despido rápidamente: "Creo que fue por tres motivos. El primero, porque yo ya me había hecho de otros espacios, como ser corresponsal en La Nación y tener un programa de radio. Después por la unión de los trabajadores, que sirvió para sostenernos. La catástrofe nos encontró juntos. Y por último porque pude plasmar todo lo que significó el diario en mi último libro, donde de hecho hay un capítulo que se llama 'El ocaso', donde pude registrar en tiempo real cómo se fue vaciando el diario, en todo sentido". La obra, llamada El Imperio del Quijote, es el resultado de tres años de investigación y entrevistas, donde se pone de relieve la importancia de El Diario en la vida social, política y cultural, en sus más de 100 años, desde su nacimiento hasta su agonía, que perdura hasta hoy.
"Primero hubo 60 despidos. Dos meses despidieron a 20 más y luego a cinco más" indicó por su lado, Luz Alcain, periodista y extrabajadora de El Diario. Ella estuvo casi 20 años dentro del medio y aún espera su indemnización: "Para nosotros la palabra 'vaciamiento' era el olor que tenía la redacción en los últimos años. Muchos movimientos inmobiliarios, que son el eje de la denuncia; no se cobraban los sueldos; en un piso funcionaba una empresa; en otro piso una biblioteca. Es decir, el diario fue perdiendo espacio en el medio de otros negocios".
En diálogo con Cara y Ceca (Radio UNER), Alcain subrayó que, a la par de ese proceso de decadencia, muchos fueron buscando alternativas. Pero otros, que en algunos casos habían estado toda su vida adentro de la empresa, no: "Un gráfico sabe prender una rotativa, sabe armar un diario y ponerlo en la calle. Pero sale de ahí y no es tan fácil. Es un obrero de un diario. Los gráficos estaban ahí porque en su mayoría tenían muchos años de antigüedad, hasta 35 años. Para ellos estar en el diario era una tranquilidad, era tener un sueldo decente y saber que te morías ahí. Esas certezas se desvanecieron".
Para Luz Alcain, Walter Grenón fue un empresario que representó los intereses del oficialismo del momento, en manos del exgobernador Urribarri: "Se convirtió en socio mayoritario y empezaron a desaparecer los bienes de SAER, que fueron a parar a empresas propias y de los Etchevehere. A la par hubo un vaciamiento general. Se cambió la línea editorial de un día para el otro y a los dos años el diario era papel mojado. No era siquiera un diario oficialista, era la no noticia. Así se consumó la destrucción de un medio que fue clave durante 100 años".
En la previa de la indagatoria a Luis Miguel Etchevehere, su hermana Dolores lanzó un video donde explicó la maniobra que denunció en la Justicia. Allí relata que sus hermanos -a quienes denomina "los Etchevehere corruptos"- lograron sacar un crédito para pequeños productores en emergencia -cuando no lo son-, gracias a la influencia del expresidente de la Sociedad Rural. Los recursos, a tasa subsidiada por el Estado, fueron a pagar otro crédito de similares características, que debía ser usado para plantaciones de soja, pero que en realidad nunca se utilizó para tal fin.
La causa
Como oportunamente se explicó en El Destape, en 2012 Grenón y la familia Etchevehere acordaron la transferencia de inmuebles de Sociedad Anónima Entre Ríos -SAER- a tres compañías: Nexfin SA y Arroyo Ubajay SA, que integraba Grenón -el 66%-; y Construcciones del Paraná SA, cuyos únicos accionistas eran los Etchevehere, con el 34%. La maniobra implicaba que cada parte se llevaba el equivalente a su participación accionaria y se concretó entre agosto y septiembre de 2012.
La tesis acusatoria es que las empresas que recibieron los inmuebles son fantasmas, es decir, no existen y sólo fueron creadas a los efectos de dividirse SAER. Cuando Dolores Etchevehere quiso reclamar su parte de El Diario, se encontró con que había sido vaciado. Eran 18 inmuebles que desaparecieron y recayeron en las empresas de Grenón y Etchevehere. Pero, además, a raíz de allanamientos de la Justicia, en el expediente hay correos electrónicos donde se deja explícitamente rastro de cómo se hacían los movimientos para que Dolores no se enterara de nada.
Previo a la transferencia de inmuebles, los acusados se ocuparon de la incapacidad económica de Construcciones del Paraná. Lo hicieron a través de la Asociación Mutual Solidaria (AMUS), de Grenón. Así comenzaron maniobras circulares de fondos que se hacían pasar por operaciones inmobiliarias. Por cada escritura de venta de un inmueble, se confeccionaba un contrato de mutuo, emitido por la mutual, que hacía las veces de prestamista, y se emitía un cheque a nombre de Construcciones del Paraná; inmediatamente la sociedad endosaba esos valores a favor de SAER por la escrituración de cada inmueble y SAER derivaba los cheques a la mutual. Lo que ocurría entonces era que los cheques volvían a quien los había emitido y las propiedades cambiaban de dueños, aunque solo de manera formal, porque salían del patrimonio de SAER y pasaban a pertenecer a otras empresas cuyos miembros eran los socios de SAER.