La semana pasada comentamos que luego de operar durante meses primero contra las restricciones sanitarias y luego contra la Sputnik V- la vacuna rusa, la avanzada comunista, el negociado de Putin, el veneno rojo y tantos otros epítetos escalofriantes- nuestros medios serios y la oposición de Juntos por el Cambio (dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar) denunciaron que las dosis no estaban llegando al país a la cadencia anunciada. Es decir que se indignaron ante la posibilidad de que el veneno no alcance para todos. No descartamos que la Mentalista Carrió, diputada de Ganímedes, presente una nueva denuncia penal contra el presidente Alberto Fernández y su ministro de Salud Ginés González García, esta vez por retraso en envenenamiento masivo con dolo eventual.
Esta semana, luego de que la revista inglesa The Lancet publicara una investigación favorable a la terrible vacuna rusa, la avanzada comunista, el negociado de Putin y el veneno rojo, asistimos a un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) entre periodistas serios y opositores ídem: la vacuna tal vez no sea el veneno mortal que habían señalado pero es una locura que el gobierno haya avanzado en su compra e implementación antes de que una revista inglesa diera su visto bueno. Es decir, la opinión de la ANMAT que autorizó su uso a fines de diciembre no sería garantía suficiente. Un frenesí cipayo que no veíamos desde que Lucas Llach denunció el tupé de contar con una autoridad sanitaria nacional existiendo la FED norteamericana o sus pares europeos.
Dando un triple salto mortal hacia atrás, Eduardo van der Kooy, el periodista que descubrió al terrible comando venezolano-iraní con formación cubana que habría asesinado al fiscal Nisman, explicó que “Nunca el problema fue la vacuna: el problema es el Gobierno.” Consideramos que merece el Premio FOPEA - Cirque du Soleil al Periodismo de Contorsión.
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En todo caso, entendemos que la feroz campaña antivacuna, que impulsó más contagios y más fallecimientos, no tuvo entonces nada que ver con la calidad de la vacuna sino con el gobierno que los medios serios consideran un problema. Una valiente confesión de parte.
Luego de que Pablo Sirvén comparara al conurbano bonaerense con África, el humorista Jay Jay Sebreli, en otra época un reconocido sociólogo, redobló la apuesta y señaló que “no hay casi diferencia entre Formosa y Venezuela”. No sabemos si se refería a las playas o a las reservas de petróleo pero en cualquiera de los dos casos nos parece una gran noticia.
Formosa se ha transformado en otro mal absoluto, en otra palabra clave como Irán, La Cámpora, Maduro, el Instituto Patria o Venezuela, cuya inclusión en cualquier debate televisivo no tiene otra finalidad más que la de indignar al indignado. Quienes denuncian a Gildo Insfrán, el gobernador de Formosa, no suelen analizar datos de su gestión como la evolución de las escuelas, la alfabetización, los hospitales o las rutas de la provincia, sino que aplican un moralismo selectivo que no usan en otros ámbitos. El debate no es sobre las restricciones sanitarias en plena pandemia y su colisión con los derechos y garantías individuales, sino que denuncia intenciones satánicas y prácticas bárbaras. Tampoco entra en la discusión mediática el nivel de contagios y muertes por Covid-19 en dicha provincia (el más bajo del país) con respecto otros distritos como el de la Ciudad de Buenos Aires, el más rico de la Argentina, que paga con los peores índices la ausencia de restricciones. Aunque debemos reconocer que Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno porteño, gasta mucho más en pauta que su colega formoseño. Digamos todo.
Así como nuestros periodistas serios denuncian las restricciones sanitarias de Formosa en nombre de la libertad, aplauden países con restricciones severas a la libertad como Corea del Sur en nombre de la eficacia de sus métodos coercitivos. De la misma forma, así como denuncian la continuidad de Insfrán como gobernador, se emocionan con la continuidad de Ángela Merkel como canciller ya que ella es elegida por sofisticados diputados alemanes y no por rústicos ciudadanos formoseños. Son jugadores de toda la cancha.
Imagen: Un oficial de La Cámpora modifica el artículo de The Lancet sobre la vacuna rusa (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)