“Me veo a mí mismo como un puente. Pueden ver una generación entera de líderes detrás mío. Ellos son el futuro del país”. La definición de Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, allá por marzo, pocos días después de imponerse en la primaria, deja poco lugar a la especulación: el veterano político, a sus 77 años (que serán 78 al momento de asumir, si le toca hacerlo), tenía en sus manos algo más que la elección de una compañera de boleta. Biden comenzó a construir su herencia. La elegida es Kamala Harris, una de las figuras que lo respaldaba esa noche de marzo en Detroit y que desde ayer puede reclamar para sí la pole position pensando en el turno electoral de 2024. Para eso, por supuesto, falta una eternidad y un triunfo en noviembre de este año, que parece al alcance de la mano pero todavía está lejos de ser inevitable.
Gane o pierda el ticket demócrata las próximas elecciones, Harris ya hizo historia: será la primera mujer afrodescendiente y la primera persona de raíces asiáticas (su madre nació en la India) que tenga lugar en una boleta presidencial en ese país. Su elección no puede ser disociada del contexto histórico: ya durante las primarias, Biden se había comprometido a ofrecerle el segundo lugar de la fórmula a una mujer. Más recientemente, al calor de las protestas de Black Lives Matters contra la violencia policial, aumentaron las presiones de prominentes figuras y grupos de lobby negro dentro del Partido Demócrata para estar representados. No debe sorprender en un partido cuya base electoral se amplió gracias a la participación de jóvenes y minorías. Desde 2004, cuando Kerry y Edwards fueron derrotados por Bush y Cheney, que no llevan un binomio conformado por dos hombres blancos.
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Harris está lejos de ser, sin embargo, la candidata que esperaba el ala más progresista del partido. Como Fiscal General de California persiguió sin contemplación los delitos de baja escala, cometidos en gran parte por negros y latinos pobres. El año pasado, su precandidatura presidencial no consiguió el apoyo de los afrodescendientes que se inclinaron mayoritariamente por Biden, los más viejos, y por Bernie Sanders y Elizabeth Warren, los de menos edad. En el marco del debate sobre la violencia racial de la policía, tampoco le juega a favor su apodo “Top Cop”. En un fragmento del popular programa The Daily Show, que se viralizó por estas horas en redes sociales, le piden a un hombre negro de mediana edad una opinión sobre la candidatura de Harris. “Ella es la policía. Mucha gente que es como yo terminó presa durante su gestión”.
Aunque se retiró de la contienda en etapas preliminares, antes de que se emitiera un solo voto, Harris tuvo su breve momento de gloria cuando puso en aprietos a Biden en el primer debate entre en los precandidatos. Fue un acalorado debate sobre segregación racial en la década del 70 en el que ella le recriminó su oposición a la obligatoriedad de que niños de todas las ascendencias compartieran el autobus escolar. La interpelación de la senadora fue furibunda y tuvo ribetes personales, algo que ahora utilizará el presidente Donald Trump para tratar de hacer daño a sus adversarios. No le tomó más que unos minutos desde el anuncio oficial subir a las redes un video que evidentemente ya tenía preparado recordando ese episodio y acusando al “lento” Biden de delegar el poder a la “trucha” Kamala para “abrazar la izquierda radical”. Bienvenidos a la campaña.
Harris no es parte del movimiento que puso en aprietos a los popes del partido dos veces en dos elecciones. Su postulación significa, como mínimo, un obstáculo para que el sector anti-establishment ponga al próximo candidato, dentro de cuatro años. Una vez más, la fuerza del activismo de las bases se anota mojones históricos en la calle pero no logra calar en los espacios institucionales del partido. En ese aspecto, la elección de la vicepresidenta fue otra derrota, casi tan fuerte como la segunda caída de Sanders en las primarias. Aunque la foto de la dupla muestre contrastes, no hay tantas diferencias entre ellos ni en el futuro que proyectan para los Estados Unidos y el Partido Demócrata. Joe Biden designó, en un solo golpe de muñeca, una compañera de fórmula y una guardiana del status quo demócrata; y lo hizo a su imagen y semejanza.