El triunfo contundente del MAS en las elecciones le abrió a Alberto Fernández un camino, estrecho pero camino al fin, hacia la reconstrucción de un bloque que rompa el aislamiento de Argentina. Muy lejos de los tiempos en los que el eje entre Buenos Aires y Brasilia se puso al frente de un proceso inédito de fortalecimiento de la democracia, que en su corta vida evitó guerras y golpes de Estado, y que acompañó un proceso virtuoso de crecimiento económico con reducción de la desigualdad en todo el continente, el Presidente tendrá una labor complicada.
Su apuesta por la democracia en Bolivia, motivada por principios antes que por el cálculo político (hace un año, cuando fue el golpe, nadie podía prever el regreso del MAS al poder), dio, sin embargo, sus frutos. Como dijo Evo Morales esta mañana en El Destape Radio, su intervención no solamente salvó su vida sino el proceso de cambio. Lo que vale para el país vecino puede valer también para toda la región. Lejos aún de una inflexión, o un cambio de sentido del péndulo político, la novedad marca la chance de un nuevo punto de partida para volver a intentar un proceso de integración profunda.
Eso parece entender Fernández, que aprovechó la ocasión para tomar mayor distancia del Grupo de Lima, digitado desde Washington contra el régimen venezolano y proponer un vínculo más estable y provechoso para todos los países sudamericanos. "El proyecto correcto es la UNASUR, no el Grupo de Lima. El Grupo de Lima tiene una cuestión ideológica que en el UNASUR no existía. En UNASUR podíamos convivir con Piñera, Uribe o Santos y no había ningún problema. Era entender que el trabajo regional nos podía hacer más fuertes en la globalización. El Grupo de Lima sólo se preocupa por Venezuela", dijo.
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El escenario todavía es áspero: Bolsonaro en Brasil se erige como un referente con línea directa a Washington. Ni el uruguayo Lacalle Pou ni el paraguayo Abdo Benítez tienen margen ni voluntad de despegarse del brasileño. El chileno Piñera, de mejor vínculo con Fernández y con pasado en UNASUR, tiene problemas más importantes, con protestas masivas contra su gobierno y un plebiscito para reformar la Constitución en puertas. Perú está hundido en una crisis política, y en Colombia retornó el uribismo. En Ecuador y Venezuela, dos democracias fallidas, hay elecciones este año, con final abierto.
El camino, sin embargo es el correcto. La sintonía con México, innegable, sufre distorsiones por la cercanía de los Estados Unidos. El vínculo con la Unión Europea, particularmente con Alemania, Francia, Italia y España es fructífero pero las prioridades en el Viejo Continente hoy son muy otras. Un aliado en las fronteras es valiosísimo; la salida democrática expeditiva y relativamente limpia a menos de un año del Golpe de Estado también despeja algunos nubarrones de tormenta en el horizonte argentino. Queda muchísimo por recorrer, pero ahora al menos se abre un camino.