Sergio Massa sigue sin tener prisa por aparecer públicamente, pero se mantiene activo con reuniones políticas. Minimiza la acusación de funcionarios del gobierno de Javier Milei sobre su supuesta injerencia detrás de la escalada del dólar y adjudica las negativas jornadas financieras a expectativas insatisfechas del mercado en relación al programa económico. Frente a un escenario que ve lleno de obstáculos para que el ministro Luis Caputo pueda acumular reservas, advierte que cae el apoyo al Presidente y ratifica que el peronismo puede conseguir una victoria en las elecciones del 2025 si mantiene la unidad.
Por la oficina que tiene sobre la Avenida Libertador circulan diputados, senadores y gobernadores de distintos colores políticos. Además, almuerza cada dos semanas con la cúpula de la CGT, mantiene sólida su alianza con Cristina Kirchner y dialoga con diversos protagonistas de la política que van desde Axel Kicillof a Emilio Monzó.
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“Si tengo el poder de hacer subir el blue debería haber tenido el poder de bajarlo”, soltó Massa con ironía cuando se enteró que el ministro del Interior, Guillermo Francos, lo acusó de “trabajar para generar inestabilidad” y que “está haciendo el mantenimiento del helicóptero”. Fue un señalamiento público que después pasó a las redes sociales y al que se plegaron algunos comunicadores, pero que el Gobierno no llevó a la Justicia.
La respuesta que encuentra Massa para explicar estos días de tensión en los mercados se encuentra en los más de 50 puntos de inflación acumulada y una brecha cambiaria arriba del 40%. Pero especialmente en la expectativa frustrada del mercado en relación a un posible nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la salida del cepo cambiario. Esa misma expectativa estaba puesta en el anuncio que Caputo y el titular del Banco Central, Santiago Bausili, dieron hace dos semanas, pero que finalmente se restringió a una medida técnica. “Cuando Milei dice que empieza la segunda fase, el equipo está obligado a traducirlo. Lo armaron de manera sorpresiva, tarde y mal, y no tenían claro qué querían anunciar”, describió el tigrense.
Así las cosas, también pone el foco en la ausencia de incentivos para que el campo liquide los 10.700 millones de dólares que mantiene en silobolsas. Un informe del Frente Renovador resalta que “los productores están frente a una relación de precios sumamente desfavorable respecto a los productos” relacionados a los costos que deben afrontar para producir. A ello, señala el documento, se suma “la imposibilidad de acceder a bienes de capital” por el encarecimiento en dólares y la inexistencia de incentivos para aumentar la superficie sembrada y para liquidar. La tasa baja en pesos y la liberación de restricción para tomar crédito en pesos hace que para el productor sea más barato y atractivo endeudarse a tasa fija en pesos a 36 meses y guardar en silobolsas la cosecha. Además, para el año próximo se proyecta una nueva sequía, lo que impulsará el precio del producto.
El FMI y una coincidencia con Milei
Luego de un julio que con saldo negativo de s$s 84 millones para las reservas, el peor mes hasta acá de Milei, Massa no ve un panorama más optimista para julio y menos aún para un segundo semestre en el que históricamente ingresan menos divisas. Las cuentas que hace, entre pagos de vencimientos e importaciones, le arroja unos u$s 5000 millones que faltarán. Por eso, evalúa que Caputo buscará “maquillar julio con adelantos con adelantos de derechos de giro del FMI”.
Respecto a la relación con el Fondo, aparece allí una llamativa coincidencia con Milei y es en la crítica al chileno Rodrigo Valdés, actual director del FMI para el Hemisferio Occidental por lo que adquiere mucha importancia en las negociaciones por la deuda. Massa no llega a la violencia verbal del Presidente, pero en la intimidad lo define como “un anti argentino que disfruta humillarnos”. Nunca tuvo una buena relación con él y eso quedó evidenciado en un mano a mano en el que Valdés trató con desdén a la comitiva argentina y, sin tapujos, lanzó: “Lo primero que tienen que asumir es que son un país pobre”.
Massa intentó sin suerte correrlo como interlocutor. De hecho, se lo pidió directamente al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en un encuentro en que también estaban el secretario de Estado, Antony Blinken, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. Quienes conocen la intimidad de la burocracia del organismo aseguran que no solo no fue corrido el chileno sino que salió fortalecido. “Ojala tengan suerte porque nosotros no la tuvimos”, se sincera el tigrense.
La interna en el peronismo
La presentación de informes que Massa manda a difundir sobre la marcha de la gestión mileísta son llamados de atención respecto de datos del motor productivo y el bolsillo, como el que advirtió que ahora 1,1 millón de trabajadores volverán a pagar el impuesto a las ganancias. Pero también es la manera que encontró en el primer semestre para mostrarse activo. Sabe que no es necesario dar notas ni volverse comentarista en redes sociales para estar vigente en la escena pública porque además es el propio Gobierno el que lo lleva ahí. Por eso postergó, al menos hasta agosto aunque sin fecha aun, la presentación de su libro "Querer un país".
Pero también los informes le permiten mostrar equipos capacidad técnica para la interna de Unión por la Patria. Hasta acá le escapó a la pelea interna entre La Cámpora y Axel Kicillof. La razón que desde su entorno dieron por la que no estuvo ni mandó emisarios al acto que el gobernador encabezó en homenaje a Juan Domingo Perón a 50 años de su muerte es que no quieren ser “rehenes de ningún tironeo interno”. Según supo El Destape, en el massismo creen que en este momento es más necesario “un ámbito para ordenar la acción” frente al Gobierno que “un acto para escucharnos entre nosotros”.
El faltazo también es una manera de defender su identidad y no mimetizarse para así diferenciar su representatividad dentro de la coalición y diferenciarse del núcleo duro kirchnerista. Buscar atraer ese voto de centro que fluctúa y no es cautivo de un espacio. “Tenemos que agrandar el espacio hablándole a los electores moderados que se nos fueron”, explicó a El Destape el director del Banco Provincia y uno de los referentes massistas, Sebastián Galmarini.
Con estos resultados, quienes lo tratan a diario lo escuchan tranquilo pero con lamento porque lo que pensaba que Milei iba a hacer en la gestión es lo que sucede. “En la campaña anticipó con certeza lo que iba a pasar”, suelta un dirigente que lo visitó la semana pasada.
Tras la derrota en el ballotage y de cara a las legislativas, pretende ayudar en la construcción de “un peronismo competitivo que mantenga la unidad” pero sobre todo “la capacidad de expresar cosas para delante y no sólo reivindicar el pasado” como una manera de hacer autocrítica de lo que se hizo mal. Usa una analogía religiosa para marcar los tiempos de lo que viene para el movimiento. El año que viene, explica, “el peronismo armará su propia catedral para retener a sus fieles y entre el 2025 y 2027 elegirá al obispo”.
Los números que recibe y en los que confía desde la elección le arrojaron en el último mes que el Gobierno tiene un respaldo por debajo del 50% y que la composición de su voto varió y es más similar al de Juntos por el Cambio. Por eso, asegura que si la principal coalición opositor se mantiene unida tiene chances de ganar en distintas provincias. Siguiendo el razonamiento que dividió los últimos 80 años de la política argentina entre “peronismo y antiperonismo”, proyecta que se elegirá entre “Milei y peronismo”.