Como en otras épocas, Juntos por el Cambio volvió a estar al borde del abismo solo que esta vez en un momento mucho más difícil, por tratarse de un proceso electoral, con altas chances de transformarse –ahora sí– en realidad en caso de tener un resultado adverso en las elecciones 2023. La forma en que se resuelvan los comicios, incluso con la posibilidad de quedar afuera de un balotaje, cambiará la configuración de una alianza que extendió su agonía.
Las peleas están en todos los frentes. Dentro del PRO, con un sector más blando y otro más proclive a cerrar con Javier Milei; con la Coalición Cívica y las advertencias de Elisa Carrió que no impidieron el apoyo a Patricia Bullrich pero cuestionaron a Mauricio Macri; con la UCR, el viejo enemigo del ex presidente; y dentro del propio partido centenario que elegirá conducción a fin de año. Las grietas son muchas como para que alguna no se abra de más.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
La sesión de Ganancias en Diputados dejó muchas molestias, en todas las direcciones posibles. El lunes, horas antes del debate, Bullrich había estado con legisladores y dirigentes en Córdoba. Les prometió que el PRO acompañaría la creación de la Universidad de Río Tercero, importante para Evolución, pero al ver la foto de la discordia, la de cuatro diputados radicales de ese bloque sentados al momento del quórum, dio la orden de votar en contra.
A Mauricio Macri también le llegó esa imagen y apareció con los pelos de punta tildando, una vez más, de “populista” a un sector radical. "No cambio ni una coma de lo que dije", sostuvo horas más tarde en una entrevista en LN+. Entonces, ese bando tuvo que salir a responderle cuando, en realidad, todos deberían hacer campaña para garantizar los mejores y mayores lugares en la elección.
MÁS INFO
Esa molestia apareció como resultado, presuntamente, de una operación de un sector de la UCR, el de la vieja guardia, contra los nuevos exponentes del partido. Puntualmente, Mario Negri, que dejará de ser diputado el 10 de diciembre, no habría terminado de superar la ruptura del bloque radical ni su corrimiento de la escena, así como tampoco la aparición de un nuevo polo de poder encarnado en Martín Lousteau, Facundo Manes y Gustavo Valdés.
Para el radicalismo tradicional, sin embargo, no hubo una malicia sino una realidad. Los cuatro de Evolución se sentaron y dieron quórum. Incluso, para bajar la espuma, se empezó a hablar de la unificación de los bloques a fin de año, cuando se haga la elección de autoridades partidarias. Definir todo en un mismo momento.
Después de la foto del martes, eso empezó a ponerse en duda. No sólo por los cruces internos sino también porque se trató de un compromiso a cumplir con Gerardo Morales de vicepresidente de la Nación. No pasó ni la puerta. Ahora bien, ¿Cuál es el conflicto real detrás de todo esto? Nuevamente, los liderazgos. Una discusión en permanente evolución, que siempre está presente y que este año empezó a tener más condicionamientos.
Lo que se viene
Los nuevos dirigentes querrán, con el peso ganado en este tiempo, disputar el poder partidario. Gustavo Valdés apareció como el único capaz de lograr una síntesis entre las distintas facciones. Martín Lousteau, con el crecimiento de figuras como Maximiliano Pullaro, también podría ser aunque con un horizonte de unidad más dificultoso. Lo mismo en materia de votos. Alfredo Cornejo, que tendrá examen en Mendoza este domingo, podría volver a las tablas, dependiendo el resultado.
Con mucho tiempo por delante y definiciones aún más importantes que la boina blanca, empezaron las interpretaciones. Para que Lousteau pueda quedarse con el partido, se barajó la posibilidad de entregar el Congreso. Tanto la conducción en Senado (que de seguir Luis Naidenoff probablemente pida mantener) como la del bloque en Diputados y la vice de la Cámara Baja. Una opción.
En esa estructura, Gerardo Morales no pareciera tener demasiado lugar, pero podría aparecer como el garante de una gestión de transición entre un grupo que algunos quieren jubilar y el otro grupo de novatos que quiere entrar pero que todavía no se consolidó. Quien ocupe el lugar ya empezará a caminar la senda de una campaña presidencial para el 2027.
Sin embargo, el gran condicionante será la elección presidencial. Si Juntos por el Cambio quedara afuera del balotaje, las estructuras y lugares ocupados hasta el momento pasarían a estar en discusión, con mayor lugar para los que tengan más poder y carácter. Si la alianza pasara a segunda vuelta, por el contrario, la relación tóxica seguiría y tendrían más protagonismo los radicales vinculados al macrismo.
En este paquete está la vieja guardia, señalada por su mal humor ante los movimientos de los “novatos” por fuera de lo acordado con Mauricio o con Patricia. Ambos dirigentes amarillos de una construcción más cerrada a la de Horacio Rodríguez Larreta. Este es el problema, por ejemplo, en la Capital Federal, único distrito donde todavía se busca la foto de unidad entre Lousteau y Jorge Macri.