Si a Alberto le va muy bien llegará a 2023 con el mismo PBI per cápita que dejó Macri

Aún con un alto crecimiento en los próximos tres años no será suficiente para los trabajadores. La salida: mejorar la distribución del ingreso. Qué hará Alberto. 

20 de septiembre, 2020 | 18.43

El endeudamiento y el deterioro del entramado productivo que dejó Macri, sumado a la pandemia, imponen un límite al resultado de la gestión de la coalición gobernante. Si este año la economía se contrae un 11%, como estimó OCDE, el año próximo rebota un 5,5%, como afirma el Presupuesto, y en 2022 y 2023 la economía se expande al muy optimista ritmo del 5% anual, el PBI per cápita al final del primer periodo presidencial de Alberto será idéntico al que dejó Juntos por el Cambio a fines del año pasado. 

Dicho de otro modo: si Guzmán es Messi y logra en medio de semejante descalabro el milagro de que la economía vuelva a crecer tres años seguidos y además consigue que ese incremento no baje del 5% anual, al final del período y como resultado de su talento logrará que el ingreso por habitante sea igual que cuando la población sacó a Macri de la Rosada porque la mayoría de los argentinos vivía en la escasez, más del 40 % era pobre y ocho millones se alimentaban en comedores.  

Para alcanzar ese pobre destino el equipo económico aún tiene que negociar un nuevo acuerdo con el FMI, que le exigirá condiciones de austeridad que dificultarán semejante nivel de crecimiento; necesita superar los problemas del frente externo, que hacen ruido  a pesar de contar con un fuerte superávit comercial, y rezar para que llegue pronto la vacuna y así permita despegar al consumo y la producción.  

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El primer desafío es salir de la coyuntura de la caída de reservas. En realidad, Argentina es un país con un enorme stock de dólares. Sus ciudadanos tienen, según estimaciones del FMI, más de 285 mil millones de dólares. También es auspicioso el flujo. Las exportaciones superarán a las importaciones en más de 18 mil millones de dólares en 2020. El Gobierno tiene que hacer que “aparezcan” esos dólares. Puede elegir una estrategia “mercado friendly”, que en este caso se traduce en devaluar. Si lo va a hacer que lo haga rápido y en el marco de un plan consistente, que incluya mayores retenciones. O puede ir por las malas e instrumentar el modo de que los dólares de las exportaciones ingresen más rápido al Central. También puede evitar mayores fugas con más gestión, aún sin nuevas normativas. 

Una vez que deje atrás esta coyuntura tendrá que trabajar para recuperar la salud del aparato productivo y comercial a puro crédito para volver a crecer. Aún si lo logra, el PBI per cápita a finales de 2023 será como el que dejó Macri. 

El único camino es mejorar la distribución

El PBI per cápita, unidad de medida universal, es bastante tramposo como toda estadística. Si hay dos náufragos en una isla, uno come dos pescados por día y el otro ninguno, las estadísticas dirán que comen un pescado per cápita. Durante el Gobierno de Macri el PBI per cápita cayó un 7,4%, pero la caída del salario real fue del 23%. El camino de Alberto tiene que ser el inverso. El salario real tiene  que crecer más que el PBI per cápita. Así, al final de su mandato, los trabajadores estarán mejor que cuando se fue Macri. Es decir, la única salida política del Gobierno para mejorar la calidad de vida de la población y así tener posibilidades de ser reelegido es mejorar la distribución del ingreso. El poder económico lo sabe y lucha por evitarlo todos los días. Esa es la batalla actual y los ruidos constantes que se escuchan en los medios y en la calle son las municiones del establishment intentando evitar que el Gobierno avance hacia su destino

Los enemigos del pueblo

La concentración del ingreso entre 2015 y 2019 se dirigió a los sectores financiero, energético y agropecuario. Ahí está la plata y en ellos anida la resistencia. Las declaraciones del pope del banco Macro, Jorge Brito, de esta semana respecto al mercado cambiario son parte de la puja. Los silobolsas desbordantes que retienen la cosecha también. Al frente del ejército de los que quieren conservar sus privilegios están Techint y Clarín. Arriba, la embajada. En la calle, los soldados: un puñado de argentinos enardecidos de odio que desafía la pandemia y fue llevado hasta ahí al solo efecto de ser filmado y pasado por televisión para que millones lo vean. 

Los locos del algoritmo

Los medios plantan los temas corriendo los límites de lo que su público es capaz de digerir: médicos cubanos, violadores sueltos, ataque a silobolsas, toma de tierras generalizadas, éxodo de empresas... y sigue. La embajada y la gente de Marcos Peña hacen el resto. Mueven los inventos en las redes, los echan a andar. Luego ruedan solos. El algoritmo de las redes se asegura que nadie dude, que nadie piense: todos coinciden y en esa coincidencia se potencia el mensaje, que en este caso es un mensaje de odio. 

La tensión va creciendo al ritmo que ven que Alberto avanza en el camino de la desconcentración de la riqueza: congelamiento de tarifas, suba de retenciones, baja de la tasa de interés, decreto para las Telco y otras. Los medios ya casi no publican noticias. Solo fake news. El deterioro de la calidad del debate juega en contra de la política. El aumento de las hostilidades juega a favor de los que quieren cambiar de pantalla: salir de la batalla por la renta en términos democráticos y destituir al gobierno popular. 

Sin embargo, aún en medio de la amenaza ya ni siquiera disimulada, el Frente de Todos no tiene otro camino. Necesita mejorar las condiciones de vida de la población vía distribución del ingreso para ganar en las elecciones de 2023 y va a necesitar que los trabajadores salgan a la calle después de la pandemia para dar una demostración contundente que desaliente el espíritu destituyente creciente. Para que el pueblo salga a defender al gobierno tiene que sentirse incluido y bien tratado. De lo contrario podría salir, pero a reclamar. 

La preocupación no es solo por llegar a 2023 con los argentinos viviendo en la misma escasez que en 2019. Antes de eso están las elecciones de medio término de 2021, con la economía aún muy por debajo de los últimos años. El gobierno necesita que el pueblo comprenda que no es su culpa ¿Lo logrará con estos medios de comunicación? En las últimas crisis financieras internacionales los oficialismos perdieron elecciones en la mayoría de los países afectados ¿Pasará con la pandemia? ¿Si el Frente de Todos pierde en 2021 se mantendrá unido?

Está claro que el gobierno necesita dar respuesta a las necesidades populares cuanto antes. Está claro que su mayor preocupación no debería ser el enojo de una derecha que igual no lo quiere, sino el posible reclamo de los trabajadores, los mismos que necesita para que lo sostengan en el poder. Mejorar el PBI per cápita de Macri es casi imposible. Lograr la aprobación popular con medidas populares no solo es posible: es imprescindible