En medio de un intento por generar paz interna camino a las elecciones, Juntos por el Cambio decidió ampliar la oferta para el año que viene en Buenos Aires y el radicalismo lanzó oficialmente a su candidato, hasta ahora, más fuerte para el distrito más poblado del país. El presidente del Comité provincial, Maximiliano Abad, confirmó que competirá por el territorio, se puso del lado de los que consideran que la provincia debería ser comandada por alguien que la conozca y no descartó la posibilidad de fórmulas cruzadas en caso de darse el escenario. Con su incorporación al tablero del 2023, el dirigente de la UCR engrosó una lista conformada por otro radical y (al menos) cinco referentes del macrismo, con fuerte incidencia de la dirigencia nacional en los armados.
El nombre de Abad estaba, hace tiempo, en el horizonte de posibilidades para el radicalismo bonaerense. De buena relación con los referentes de la provincia y puentes cordiales con el macrismo local, se transformó en una figura destacada en el territorio. Impulsor de Facundo Manes como postulante a la presidencia de la Nación, la confirmación de su intención de ir por la gobernación corrió, al menos por un rato, la posibilidad de bajar al neurocientífico a Buenos Aires, el deseo de Gerardo Morales.
Hasta ahora, el radicalismo no había definido un nombre para buscar la conducción de la provincia. El único que había empezado su instalación, con recorridas, fue Martín Tetaz, por el sector disidente de Evolución. Pero la pata oficial del partido todavía no se había metido en el barro electoral. Sin un candidato en Buenos Aires, cualquier aventura presidencial sería completamente imposible, por lo que la elección distrital tomó una relevancia mayor en relación a las aspiraciones nacionales.
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Para Morales, lo ideal sería que Facundo Manes compita por Buenos Aires, que Martín Lousteau lo haga por la Ciudad de Buenos Aires – algo confirmado -, que Carolina Losada lo haga por Santa Fe y que Rodrigo de Loredo compita por Córdoba. Con ese centro, para el jefe de la UCR, un presidenciable radical tendría buenas chances en 2023. Sin embargo, salvo el senador, hasta ahora el escenario se mostró un tanto indefinido. El neurocientífico no se bajó de la campaña por la Rosada, Losada se mostró con Mauricio Macri y reavivó rumores de una fórmula nacional y De Loredo prepara un anuncio de corte electoral con fuertes incursiones de halconismo.
En ese escenario, la definición de Abad corrió a Manes de la posibilidad bonaerense. El titular del Comité provincial fue clave para que el neurocientífico se lanzara a la política el año pasado y es el principal impulsor de la candidatura presidencial. Después de ratificar esta decisión, confirmó en una entrevista con La Tecla que él quiere “gobernar la provincia. Voy a competir. Aspiro a gobernar la provincia de Buenos Aires en el 2023”.
Abad dijo sentirse “capacitado”, con “vocación” y “con un partido que va a buscar cambiar de cuajo la realidad que vivimos” para enfrentar las elecciones del año que viene. Aseguró contar con el apoyo de su familia para una aventura semejante y lanzó “que el próximo Gobernador debe ser alguien que conozca en profundidad el territorio y la idiosincrasia bonaerense”. De este modo, más allá de las diferencias, se mostró coincidente con todo el ala anti-santillista que, sin formar un frente, se unificó detrás del concepto de “gobernador local” versus “importado”.
Con la candidatura de Abad, Juntos por el Cambio perfiló un complejo panorama para la provincia. El radicalismo tendría, así, a Tetaz y al jefe de la UCR local buscando la gobernación mientras que el PRO ya presentó a sus (al menos) cinco postulantes. Por un lado, Diego Santilli, apoyado por Horacio Rodríguez Larreta y, hasta ahora, el mejor ubicado en las encuestas. Por otro, Cristian Ritondo, el diputado nacional referenciado en María Eugenia Vidal y con fuertes lazos con Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
En el listado está, también, Néstor Grindetti, intendente de Lanús que le abrió las puertas del conurbano a Mauricio, su jefe político. Y, finalmente, dos nombres más por el sector de Bullrich, Joaquín de la Torre y Javier Iguacel. El denominador común de todos ellos es su pertenencia a la provincia, ya sea por ser o haber sido alcaldes como por haber ocupado un lugar en la administración del 2015 al 2019. En una nómina ampliada, también ingresan otros caciques en construcción provincial pero con muchas menos chances de avanzar hacia una etapa definitoria.
Con ese nivel de dispersión, un sector del PRO todavía confía en alguna especie de acuerdo que permita llegar en unidad a las elecciones del año que viene, sobre todo porque en Buenos Aires no hay balotaje. Si se lograra una sola lista, la PASO podría simular un comicio general y la general podría funcionar como una segunda vuelta más polarizante. En ese escenario, la oposición no vería alocada la posibilidad de una victoria.
Pero para el acuerdo falta mucho. Miguel Ángel Pichetto ya apoyó a Diego Santilli en Buenos Aires, que supo aglutinar apoyos de muchos intendentes clave de la provincia. Pero Patricia Bullirch ya sumó la banca de Néstor Grindetti y se acercó a Jorge Macri, ganando presencia en la tercera y primera sección electoral, dos zonas clave del conurbano por su volumen de electores. Abad, el nuevo candidato en danza, no descartó la posibilidad de fórmulas cruzadas, aunque se limitó a asegurar que eso “lo decide la gente”.
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Una alianza entre el macrismo y el radicalismo está en el radar hace tiempo, pero todavía no logró concretarse. El lanzamiento de Abad podría servirle al radicalismo para marcar presencia en el territorio, instalarse y ganar volumen de negociación a la hora de conformar las listas. El nivel de desconocimiento del radical es muy alto y la intención de voto es muy baja, por lo que no sería un nombre para ganar la provincia pero su aparición funcionaría para la construcción partidaria.
La dispersión provincial recién podría empezar a resolverse con la pacificación nacional. Mauricio Macri apareció para hacer crecer una gran cantidad de nombres en ambos niveles de discusión electoral y si bien empezó a mostrarse cierta tendencia al agrupamiento, aún no hubo acuerdos. En una instancia presidencial, los precandidatos acordaron una mesa de coordinación comunicacional conformada por asesores del bullrichismo y del larretismo para evitar internas públicas sangrientas. En Buenos Aires se buscó algo similar con una foto, hace un par de semanas, entre Santilli y Ritondo. El año pasado, de hecho, el ex porteño tuvo su grupo de contacto con el neurocientífico para, una vez terminadas las elecciones, sobrevivir. Se buscará replicar la experiencia en el 2023.