Con todo por definirse, los gobernadores electos de Juntos por el Cambio ya marcaron la cancha. Sea cual sea la conformación y configuración de la alianza, los mandatarios provinciales buscarán ser el centro gravitatorio de la toma de decisiones ante la falta de otro dirigente en el poder y frente a la ausencia de bloques mayoritarios en el Congreso.
Después de haber ganado sus provincias en las elecciones 2023, los mandatarios apostarán por convertirse en los articuladores de los distintos componentes de una coalición que, hasta el momento, puso su continuidad bajo el manto de la incertidumbre total. La justificación de esa ambición es sencilla, ellos triunfaron en las urnas y el resto no.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Juntos por el Cambio, de sobrevivir, podría encaminarse –al menos es un deseo fuerte por estas semanas– a un debate en torno a la reconfiguración de la mesa de poder. Si bien ninguno podrá rechazar la figura de líderes históricos de la alianza, también es cierto que son pocos los que están en condiciones de acompañar un reintento de perpetuarse en la conducción de la coalición.
Los gobernadores ganaron, Mauricio Macri sólo cosechó enemigos, Horacio Rodríguez Larreta perdió en su apuesta presidencial, al igual que Patricia Bullrich. La Coalición Cívica reducirá su representación en el parlamento y Gerardo Morales, que fracasó como vice de, acompañó una postulación presidencial sin haber renunciado a la propia e, incluso, no pudo garantizar una continuidad pacífica en CABA, aún en negociación.
Cómo se llegó aquí
Después del balotaje, y con el recambio de mandos ejecutivos y legislativos, la coalición podría enfrentarse a esa reconfiguración. Incluso, ya empezó a sonar la necesidad de cambiarle el nombre a un armado completamente abstracto. Pero, más allá de los sellos y de los fracasos de este año, los problemas mostraron un origen más lejano en el tiempo.
Descontando que la UCR y el macrismo no se llevaron bien durante todo el período, se notó un manejo arbitrario del armado, según las intenciones y caprichos de sus líderes. Una de las críticas más contemporáneas, por ejemplo, fue el hecho de haber levantado a Javier Milei en la escena política nacional.
Tras la llamativa performance legislativa de Javier Milei en 2021, Juntos por el Cambio encaró la discusión interna sobre si incorporarlo o no a sus filas. Incluso colocaron su nombre en un comunicado de alianza para, en ese entonces, cerrarle las puertas. Esa jugada sirvió para que el libertario ganara vuelo. Aunque no en soledad, se apuntó al peronismo por haber tenido algo de co-responsabilidad.
La gran pregunta es si estarán dadas las condiciones para que los líderes de los últimos ocho años, algunos con aspiraciones reales y futuras en un futuro cercano, acepten correrse para habilitar una mesa compuesta por quienes ganaron en las elecciones. Pero, sobre todo, si seguirá habiendo alianza y qué tipo de alianza.
Están quienes creen que las expresiones en favor de uno u otro candidato fueron individuales y que, a fin de cuentas, deberían poder discernirlas de lo partidario. Las fuerzas políticas, técnicamente, dieron libertad de acción. En realidad, algo más confuso, se plantearon en la “neutralidad”. Un mal término para ponerle etiqueta de “kirchneristas” a quienes no votarían por Milei.
Ahora le toca a los gobernadores
Bajo la capa de esa neutralidad o imparcialidad, los gobernadores empezaron a mover las fichas. Con prudencia, para no perder la posibilidad de una relación fluida con quien sea el próximo presidente, con intenciones de configurarse como polo de poder y también con acciones claras para el balotaje. La fiscalización. Algo de esto adelantó Alfredo Cornejo, senador y mandatario electo de Mendoza, al pedir que Juntos por el Cambio sume fiscales con la intención de cuidar la elección sin, según se explicó, acompañar a uno u otro candidato. No habría, entonces, acciones por fuera de lo normal.
En unos casos, se pondrán recursos para darle comida a las autoridades de mesa, en otros casos se permitirá que cada intendente –algunos a favor de Sergio Massa y otros de Milei– organicen como gusten o, finalmente, se pondrán voluntarios pero no recursos económicos.
MÁS INFO
Los gobernadores, que expresaron una posición de neutralidad, jugarán en la elección pero con la intención de lograr la continuidad de la alianza. En Buenos Aires, los dos ex candidatos para comandar la provincia ya se inclinaron a trabajar por Milei. Néstor Grindetti lo manifestó en forma explícita y Diego Santilli puso manos a la obra con sus dirigentes territoriales para colaborar ante la imposibilidad de mantener una neutralidad con el kirchnerismo como opción.
Cuando el escenario electoral se resuelva, los mandatarios podrán relajarse para encarar el proceso de reconfiguración de la alianza, en caso de existir. Y los radicales pesarán fuerte. La UCR ganó cinco provincias, el PRO lo hizo con tres y los aliados con otras dos. El partido centenario, en la vereda de enfrente de Javier Milei, elegirá sus autoridades casi en paralelo con el recambio presidencial.
Por ahora, se buscó vetar la discusión de nombres, tanto en el Congreso como en el Comité Nacional, para enfocar el debate en las políticas a impulsar. Definir si la UCR se independizará, si seguirá dentro de la alianza, si comandará, si acompañará y qué proyectos impulsará. El año turbulento de Juntos por el Cambio no terminará el 19 de noviembre.