La suba del 22 por ciento del dólar oficial tras las Paso se neutralizó con la inflación de agosto y septiembre al tiempo que el alza de precios con su consecuente caída de ingresos reales fue compensada por la catarata de medidas a favor de trabajadores y jubilados. Fueron esas resoluciones del ministro candidato las que cambiaron la agenda y corrieron del foco público por primera vez en meses las iniciativas de Milei. Las desgastadas encuestas se hacen eco del cambio.
Massa devaluó presionado por el fondo para conseguir el desembolso de 7500 millones de dólares que el FMI le retaceaba, pero inmediatamente después congeló el precio del dólar oficial y comenzó con una serie de medidas que compensaron los efectos de la devaluación y en algunos casos la superaron. Efecto de la suba del dólar, la inflación, que venía a un ritmo del 8%, pasó al 12,4 y en alimentos el 15,6. Pero la devolución del IVA de alimentos es del 21 y el ahorro de los que dejaron de pagar ganancias llega en algunos casos al 35%. También pesan los 30 mil pesos de suma fija, los aumentos a jubilados, AUH, planes y tarjeta alimentar. Lo mismo con las medidas para monotributistas y autónomos.
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La devaluación que quería el Fondo no sucedió porque luego de la suba inicial Massa congeló el dólar oficial que venía evolucionando a un ritmo del 8% mensual. Si el fondo no se hubiera metido, el dólar hubiera subido un 8% en agosto, otro 8 en setiembre y uno más en octubre. Acumulado da 26%. Massa, en cambio, solo devaluó un 22%. Lo mismo ocurrió con la suba de precios. La inflación de agosto fue del 12,4% y la de setiembre viene parecida. Pero antes de la devaluación la inflación corría al 8%. Ese salto, que en dos meses sumará 9 puntos adicionales, impulsó a Massa a tomar una cantidad de medidas que en su conjunto superan el efecto del salto inflacionario adicional.
En términos políticos, lo más importante es que la población por primera vez en mucho tiempo recibió unos pesos extras y esos pesos pueden generar un cambio de ánimo. Ya no son todas malas. Hay alguien que anuncia buenas.
El otro efecto de la catarata de medidas es el cambio de agenda. Esta semana se habló mas de la discusión en el Congreso por el impuesto a las ganancias que de la dolarización de Milei. Incluso el debate por el Plan platita es un cambio de agenda. La plata en el bolsillo siempre viene bien. Lo hizo Macri en 2019 y le sirvió para repuntar la catástrofe de las Paso. La idea de anunciar medidas todos los días durante dos semanas tuvo el efecto de opacar la agenda de Milei por primera vez en meses. Por otra parte, Massa propone medidas pro trabajadores y pone a Juntos por el Cambio en la antipática posición de votar en contra, incluso de su base electoral en el caso de ganancias.
Los medios macristas se llenaron de notas que aseguran que Massa defraudó al Fondo y que sus jerarcas están furiosos con el ministro: todo ganancia para el candidato. Encima Massa mostró que en realidad sobre cumplió el acuerdo con el FMI gracias al impuesto país. Los anuncios de mejoras de ingresos y el pito catalán al fondo allanaron el camino para que Máximo y Cristina se sumaran a la campaña pública para reforzar el voto del conurbano hoy desafiado por Milei. En ese territorio fundamental Kicillof está muy fuerte, pero depende en parte de la boleta presidencial.
Con estos precedentes comenzaron a salir a la luz encuestas que dan a Milei frenado o un poco más abajo que las semanas anteriores, a Massa en leve suba y a Bullrich recuperando un poco. El equipo de Massa maneja Milei 34, Massa 30 y Bullrich 26. Alfredo Serrano Mancilla, que acertó en 2019 y estuvo muy cerca en 2021 y en la Paso, realizó una amplia muestra presencial que le dio 33,2 para Milei, 32,2 para Massa y 28,1 Bullrich.
Imposible saber si están así las cosas y cómo evolucionarán. Pero lo escrito más arriba permite sacar algunas conclusiones. La primera es que el Fondo jugó otra vez a favor de la derecha, pero a su falta de neutralidad le suma una enorme ignorancia: no saben que en Argentina es cada vez más difícil devaluar en términos reales y que es imposible hacerlo a tres meses de las elecciones y con el oficialismo seriamente comprometido. La otra es que Massa es un actor casi desconocido para la mayoría. Un actor que puede hacer un día de bueno y al otro día de malo y ser creíble. Como Néstor, que dijo “miren lo que hago; no lo que digo”, Massa actúa como un ilusionista que cuando parece que devalúa en realidad está haciendo lo contrario. Esa voltereta que dio para convertir a la devaluación obligada en todo lo contrario habla mucho de él. Puede aparecer como un hombre de la embajada o pegarle un palazo a la geopolítica consolidada pagándole al fondo con yuanes; puede, a pesar de haberse mostrado históricamente como un hombre de centro derecha, aparecer amenazado a todos los empresarios con sacarle el 4,9% del PBI de beneficios y excepciones fiscales que ostentan. En definitiva, es un profesional de la política. Un atributo que puede hacer la diferencia con sus competidores en las próximas elecciones.