“Córdoba”, “Córdoba”, “Córdoba”, la palabra más dicha por Juan Schiaretti durante los dos debates de los cinco candidatos a la Presidencia en estas elecciones 2023 pasó del meme, y la chanza burlona que inundaron las redes sociales a convertir al gobernador mediterráneo y candidato de Hacemos por Nuestro País en el dueño de 1.784.315 sufragios –un nada despreciable 6,78% de los votos-; que serán vitales para dar el triunfo final en la segunda vuelta del 19 de noviembre al victorioso Sergio Massa o al ultraderechista Javier Milei.
En los dos meses que pasaron entre las PASO y las generales, el gobernador cordobés logró casi duplicar su cosecha electoral, además de colar a tres diputados nacionales propios y pararse como un árbitro entre el candidato de Unión por la Patria y el de la Libertad Avanza. Sin embargo, desde las elecciones provinciales del 25 de junio, cuando su delfín Martín Llaryora fue elegido su sucesor, Schiaretti es, en términos de los políticos norteamericanos, un “pato rengo”; el poder ahora habla con el gobernador electo, un dato no menor.
Es que un mes después de su ajustada victoria sobre el cambiemita Luis Juez; mientras levantaba la mano de Daniel Passerini como nuevo intendente de Córdoba Capital; Martín Llaryora se llevó toda la atención nacional cuando acusó a la dirigencia de Juntos por el Cambio de ser “los pituquitos de Recoleta”.
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En esta Córdoba conservadora donde el antikirchnerismo es sinónimo de antipopular, el gobernador Schiaretti volvió a flaquear como en las PASO: cosechó 665.717 votos; 104.130 menos que los 769.847 votantes de Milei; por lo que su alianza Hacemos por Nuestro país volvió a quedar segunda en Córdoba, aunque consiguió tres escaños para Diputados; igual número que la ultraderecha. Schiaretti también sumó la banca del socialista santafesino Esteban Paulón; un dirigente con proyección nacional e internacional debido a su militancia LGTB.
De esta manera, el Bloque Federal integrado por el pejotismo cordobés, el socialismo santafesino, el GEN y el pejotismo anti K de la Provincia de Buenos Aires tendrá desde el 10 de diciembre, ocho bancas en Diputados y el escaño de senadora de Alejandra Vigo, la esposa de Schiaretti. Natalia de la Sota, hija del fallecido gobernador José de la Sota integra este bloque, pero mantiene diálogo con el propio Sergio Massa, quién la invitó a Brasil en la última gira.
Mientras que Juntos por el Cambio sufrió su cuarta derrota consecutiva en sólo cuatro meses: las provinciales de junio; las municipales capitalinas de julio; las PASO de agosto donde quedó tercero; y las generales de este domingo donde volvió a quedar tercero y sólo logró dos bancas de las seis que puso en juego, en el principal bastión del país hasta hace apenas dos años. La novena banca en disputa la logró la camporista Gabriela Estévez, quién renovó mandato; aunque la alianza oficialista puso en juego dos bancas.
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A tres bandas
Viejo aliado de Franco y Mauricio Macri desde los años ’80, el gobernador Juan Schiaretti se plantó en el antikirchnerismo más recalcitrante para esmerilar las chances de su ex socio Sergio Massa y así posibilitar que la derecha de Juntos por el Cambio se alce con la victoria. Los resultados de las PASO, que dieron el triunfo temporal al ultraderechista Milei, no movieron ni un milímetro las intenciones del cordobés de perjudicar la performance del candidato presidencial de Unión por la Patria.
A esa movida, se sumó su socio y heredero Martín Llaryora, el intendente de esta Capital, que desde el 10 de diciembre ocupará la gobernación cordobesa. Con la venia de Schiaretti, el creador del llamado Partido Cordobés, donde confluye el oficialismo provincial y dirigentes devaluados del PRO y la UCR, cerca de Llaryora aseguran que el gobernador electo trabajó por abajo para que el ultraderechista Javier Milei realizara una exitosa elección en la provincia mediterránea. Este juego a tres bandas tuvo el objetivo principal de hacer ganar en primera vuelta a Milei; hacer perder la elección a Massa y pulverizar a Juntos por el Cambio en Córdoba.
Si el candidato de La Libertad Avanza se convertía en presidente en los comicios de este domingo 23; el cordobesismo evitaba blanquear su táctica electoral y no quedaba como una fuerza antiperonista. Con Massa derrotado, Llaryora como gobernador de Córdoba se planta como el líder del peronismo republicano o antikirchnerista y conforma una liga de gobernadores que acompañará al gobierno de Milei, como lo hizo Schiaretti con Macri entre 2015 y 2019.
El principal enemigo del cordobesismo dentro de los límites provinciales es Luis Juez, el senador con el cual Schiaretti tiene una vieja disputa desde 2007, cuando el actual mandatario se impuso en las elecciones del 2 de septiembre de ese año; las cuales quedaron marcadas por un manto de sospechas de fraude. Schiaretti siempre mantuvo relaciones aceitadas con algunos dirigentes y sectores del radicalismo, incluso, algunos intendentes y legisladores, sin abandonar el partido centenario, fueron funcionales al schiarettismo. El PRO y los dirigentes provenientes de la vieja UCeDe que formaron el partido macrista en 2013, habían militado desde 1998 en Unión por Córdoba, por lo que son viejos conocidos de la arquitectura cordobesista.
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Ni a Massa, ni a Milei
En 2003, cuando se dio el balotaje entre Carlos Menem y Néstor Kirchner, el entonces gobernador José de la Sota mandó a sus ministros, dirigentes y punteros a trabajar por ambos candidatos. Dividió al pejotismo provincial –no se llamaba aún, cordobesismo- para que unos trabajaran por el riojano, y otros por el santacruceño.
Ahora, 20 años después, Schiaretti con un pie en el avión que desde el miércoles lo llevará a Medio Oriente, hizo lo mismo: mandó a decir que dejará en libertad de acción a sus votantes.
El pretexto de su viaje en busca de financiamiento para una nueva etapa del acueducto interprovincial Santa Fe-Córdoba les permitirá a Schiaretti y a Llaryora no hablar sobre Massa o Milei durante 10 días. En la comitiva también viajan los santafesinos Omar Perotti y Maximiliano Pullaro, el gobernador actual y su sucesor; ambos con una relación tirante con Sergio Massa y su compañero de fórmula, Agustín Rossi.
Pese a que no estarán en el país, el gobernador de Córdoba y su sucesor ya vienen trabajando en el armado subterráneo para instalarlos nacionalmente en “la reconstrucción del peronismo nacional” y eso incluye el reparto de boletas y la fiscalización contra el candidato de Unión por la Patria.
Delasotistas por Massa
Así como el cordobesismo nuclea a schiarettistas y llaryoristas; en el delasotismo nucleado en Unión por la Patria confluyen dirigentes de la vieja guardia como Carlos Caserio, Olga Riutort o Fabián “Pipi” Francioni; y jóvenes como el intendente de Embalse, Federico Alesandri y la legisladora Tania Kyshakevych.
“La campaña fue por etapas, no te olvides que venimos de dos campañas provinciales muy desgastantes. Cumplimos la primera etapa en las PASO, de tener un piso electoral como fuerza nacional. La segunda etapa fue instalar a Sergio (Massa) como candidato del peronismo; acá en Córdoba, la cuna de Cambiemos, (Mauricio) Macri llevó a tres candidatos, Bullrich, Milei y Schiaretti; peleamos contra todos esos aparatos y en octubre casi duplicamos la cantidad de votos de agosto. Y la tercera etapa es la consolidación de un voto peronista; tenemos fe de que el peronista de a pie no va a virar hacia la ultraderecha de Milei; venimos de una historia de militancia, de Resistencia Peronista, de los bombardeos de la Plaza de Mayo; el propio José (De la Sota) nos decía bien claro que nunca iríamos con Macri y la derecha. Imaginate ahora, votar a Milei; venimos trabajando precisamente para que la derecha y la ultraderecha no decidan más los destinos de nuestro país”, afirmó la legisladora Kyshakevych.
La dirigente delasotista fue más allá y ratificó el discurso de Sergio Massa tras conocerse su victoria en primera vuelta: “Lo que nos dijo Sergio va más allá del peronismo, es la unión de los argentinos, el abrazo de Perón y Balbín; es el encuentro entre militantes de partidos populares; es la unión por la Patria de todos los que pensamos más o menos parecido; de todos los que queremos una Argentina de trabajo, producción, educación pública y respeto de los Derechos Humanos y las libertades individuales. Es por lo que venía trabajando José”.