Las chances oficialistas para las elecciones de octubre tienen al menos tres apoyos básicos que iremos desarrollando en esta nota.
1-La gestión de Kicillof y su notable intención de voto en un distrito que aporta el 38% de los votos generales y el 50% al FDT.
Según nuestros recientes estudios de opinión pública, realizados en la Provincia de Buenos Aires el gobernador Axel Kicillof es hoy quien posee mayor intención de voto.
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En cualquiera de los escenarios de internas que evaluamos, se impone con contundencia a sus competidores por una ventaja de más de 20 puntos, mientras que en un escenario general la diferencia sobre Diego Santilli es de 12 puntos y se amplía si es contra otros posibles candidatos de Juntos por el Cambio.
Este escenario comenzó a consolidarse luego del intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. Se dinamizó anticipadamente el proceso polarizador que se activa en los contextos electorales y en un movimiento de defensa de su líder, sus valores y su cultura política, el “núcleo duro” del kirchnerismo se aglutinó.
Desde ese trágico momento, sostenidamente en los distintos estudios de opinión que realizamos, se observa que la totalidad de los votantes del Frente de Todos, que mantuvieron su apoyo en el año 2021 volverían a votar a al espacio, ubicando sus preferencias mayoritariamente en el Gobernador Kicillof.
Vale destacar también que Kicillof es el dirigente que presenta la mayor correlación en imagen e intención de voto respecto a la figura de la vicepresidenta. Fideliza al máximo el voto de Cristina Fernández de Kirchner, e incluso lo supera en el interior de la provincia y en votantes jóvenes.
Por su parte, lo que podemos denominar “núcleo blando”, que incluye a votantes del Frente de Todos que no mantuvieron su voto en 2021, también creció luego del intento de magnicidio.
Del total del universo de votantes del Frente de Todos en 2019, el 55% mantenía su apoyo previo al jueves primero de septiembre, luego de los terribles sucesos de ese día el apoyo creció al 75%.
Finalmente, uno de los motivos más sólidos de la consolidación de la intención de voto de Kicillof, es el crecimiento de la valoración de su gestión, que marca una tendencia en alza durante el último semestre, con una suba mayor a 7% en 180 días. En términos porcentuales los niveles de rechazo de su gestión no supera el 40%, lo que representa el núcleo histórico de voto anti-peronista bonaerense.
2- La persistencia de opciones de ultraderecha - aún incipientes en 2021- que toman votos de Juntos por el Cambio.
El “efecto Milei” que ya operó diluyendo el comparativamente pobre caudal electoral de María Eugenia Vidal en la última elección de la Ciudad de Buenos Aires, se nacionalizó, logró cruzar la general paz y los distintos territorios de la Provincia no son su excepción.
Tanto la figura de Milei como la candidatura del espacio de ultraderecha de José Luis Espert y su crecimiento en los últimos meses, representan un gran problema para Juntos por el Cambio.
Por un lado, desorienta al principal competidor. En efecto, Diego Santilli no se siente cómodo bajo presión por derecha y realiza jugadas o posicionamientos contradictorios.
Pasa del llamado al diálogo a la confrontación abierta en solo dos pasos de baile, al ritmo de las encuestas y los focus groups. Su lugar en la expectativa de los votantes bonaerenses no queda claro, su identidad es difusa y su nivel de conocimiento relativamente bajo. Por otra parte, a diferencia del Gobernador Kicillof, su nombre mide mucho menos que su sello.
Si bien la disputa interna le puede resultar sencilla si se enfrentara con candidatos muy devaluados como Ritondo o Iguacel, su principal dificultad es el lugar que ocupa José Luis Espert, quién con un mensaje vulgar, mantiene una línea clara, directa y continua que seduce a una parte del electorado de Juntos. Habrá que ir midiendo el precio a pagar por apartar este competidor tan molesto. Barato no será.
Uno de los mitos que se intentó instalar en los últimos tiempos es que los libertarios en sus distintas variantes se quedan con votos de ambos polos por igual.
Sin embargo, cualquier encuesta o análisis serio demuestra que la composición del voto de ese espacio se constituye principalmente con votantes “desencantados” de Juntos Por el Cambio. Si, leyeron bien: desencantados con la oposición y su mediocre papel carente de liderazgo claro.
Como consecuencia directa, un 25% de los votantes de Juntos por el Cambio migrarían su voto al candidato libertario en la Provincia de Buenos Aires posicionándolo como se ve en los gráficos, como la 3ra fuerza con un 13% de intención de voto. Aún más, si el candidato de Juntos fuera Cristian Ritondo, la debacle sería notable ya que José Luis Espert se ubicaría el segundo.
Algunos podrían objetar que aún hay muchos indecisos, que en general se trata de votantes “moderados” o de “centro” y que la figura de Diego Santilli y su eficiente marketing político terminaría inclinándolos hacia esa opción.
A esos argumentos, nos anticipamos dejando planteados por el momento, solo dos puntos de manera sintética. Primero, una de las singularidades de este año es que los indecisos son menos que en esta misma fecha en años electorales previos. Eso creemos que se explica, como dijimos antes, porque luego del intento de magnicidio se dinamizó el proceso polarizante.
Lo que hubiese sucedido cuando se conocieran las candidaturas, se anticipó este año, lo que reduce el margen donde “ir a pescar” y favorece al que lleva la delantera.
Segundo, confunden intención de voto con opinión sobre un dirigente, algo bastante frecuente en distintos análisis. Tanto las teorizaciones acerca de la opinión pública, como los estudios del comportamiento electoral, generalmente suponen una linealidad en la relación entre opinión traducida en imagen y voto efectivo. Pero, el que se presenta como indeciso en su definición del voto, tiene por lo general mucho más claro qué quiere y qué no. Lejos de la imagen del “moderado” que proyectan los analistas, su problema principal no son las formas sino el contenido de las decisiones políticas y demanda acciones bien concretas.
3- Mejoras (discretas) en la distribución del ingreso:
Esto supone obviamente control de inflación – en especial de alimentos-, pero también suma fija adicional en salarios, jubilaciones, pensiones y transferencias de ingresos hacia hogares vulnerables (1er y 2do. decil de ingresos según EPH). La tercera, es obvio que, al menos por ahora, “te la debo”. Se abre una ventana de oportunidad entre febrero y agosto para que las expectativas de mejoras socioeconómicas sobre sectores medios, medios bajos y bajos cambien para mejor y Sergio Massa lo sabe perfectamente.
Debemos agregar que este tercer apoyo pendiente, tiene el handicap de la memoria del daño del gobierno de Juntos por el Cambio que duplicó desempleo, pobreza e indigencia, endeudando al país por décadas y restaurando la tutela del gendarme de la política exterior norteamericana, el FMI, en momentos de disputa por el hegemón mundial y regional con China.
Esta memoria traumática sobre la última experiencia de gobierno neoliberal operó, e hizo que, en 2021, los 4,1 millones de votos perdidos por el FDT, no fueran a Juntos por el Cambio sino al ausentismo
Podemos poner como ejemplo lo sucedido en el populoso municipio de La Matanza, el Oficialismo perdió 250 mil votos respecto a la elección del 2019 mientras que Juntos por el Cambio solo pudo sumar 19 votos (si diez y nueve)
Pero, como en todo en esta vida, no hay que abusar de la memoria traumática. No se estira sine die.
En definitiva, no hay lugar para exitismos de ningún tipo, todo es incierto, como le gusta señalar a Esteban Bullrich. Disfrutemos entonces y recordemos siempre que "Si quieres ver sonreír a Dios, cuéntale tus planes"