La guerra entre Juntos por el Cambio y Javier Milei llegó a su pico máximo. El líder libertario, objeto favorito de los medios de comunicación y deseoso de ganar en primera vuelta en las elecciones 2023, empezó una batalla feroz contra Patricia Bullrich, a quien acusó no sólo de matar niños durante su época de montonera sino que, en la actualidad, la tildó de “inferior”, de “cascarón vacío” y buscó canalizar el voto útil contra el kirchnerismo en su persona y no en la alianza que nació con esa misión política. Bullrich, por su parte, se había propuesto no confrontar directamente con Milei ni dejarlo en ridículo para no perder chances con su electorado, tanto para robarle votantes como para recuperar propios y extraviados. Por eso, buscó mostrar la inviabilidad de las propuestas libertarias y sus contradicciones, pero el diputado lo llevó al terreno en el que se siente más cómodo, el personal, el de las emociones.
La candidata de Juntos por el Cambio empezó a apuntar contra el libertario, quedó claro en el debate, bajo esa premisa. La de un proyecto irreal, sin estructura para poder implementarlo. Pero evidentemente el territorio bajo fuego no es ese, sino el de lo impulsivo. Pese a que ella intentó explicar su pasado en el debate presidencial, no alcanzó para seguir sumando puntos de rating en los medios.
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“Elegí el Estado de derecho. Todos los días están diciendo que yo usé la violencia, no la usé. Fui de una organización juvenil y siempre lo dije”, planteó Bullrich. Pero Milei, horas más tarde, la acusó de haber puesto bombas en jardines de infantes. La pelea es 100% real. La gran pregunta es cuál será el alcance de sus efectos.
Milei está convencido de que Patricia fue la que operó en su contra antes de las PASO y la que instaló la versión de que él debió ser internado bajo tratamiento psiquiátrico y que esa fue la razón por la que desapareció de los medios antes del debate. “No se guardó”, se repitió una y otra vez desde su entorno, detallando una agenda acotada para un candidato presidencial.
Semejante enojo y encono del libertario, casi hasta exagerado, genera algunas suspicacias. Por un lado, que es una pantalla y que eventualmente podrían terminar juntos en una nueva alianza producto de la eclosión de Juntos por el Cambio ante la derrota electoral. Por otro, más práctica y a corto plazo, la intención manifiesta de La Libertad Avanza de comerle diez puntos a la coalición opositora por excelencia para ganar en primera vuelta.
La declaración de guerra
Sobre la primera, se dudó mucho que Bullrich quiera estar al lado de alguien que la denunció mediáticamente de matar niños. “Ni los kirchneristas se atrevieron a tanto”, se dijo, lo que mostró que la balacera a la derecha del mapa se tornó violenta realmente. Patricia ya lo había alertado cuando algunos libertarios la increparon en recorridas.
Los dichos de Milei se tomaron como “muy graves” y Bullrich no los leyó ni como un chiste ni como una estrategia. Se enojó fuerte y podría haber algún tipo de represalia. Por el momento, abandonó su intención de no meterse con lo personal y acusó al libertario de ser una persona “inestable”, al tiempo que manifestó su preocupación por la redacción de un plan de gobierno en manos de un sujeto con poca estabilidad emocional.
Bullrich dijo no comprender por qué cambió tanto, de hablar bien de ella a destrozarla abiertamente. De hecho, en Juntos por el Cambio difundieron un video mostrando esa contradicción con archivos recientes en los que el libertario incluso mencionó una suerte de alianza. El punto de inflexión llegó en julio, con la presentación de las candidaturas. “Algunos le hicieron creer que nosotros estábamos haciendo” correr rumores sobre sus vínculos con los perros, la hermana y otras cuestiones que se conocieron antes de las PASO, se analizó.
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Lo cierto es que la actitud de Milei, en principio, descolocó a más de uno y la guerra se tuvo que desatar casi por supervivencia. Ya dejó de ser gracioso para pasar a ser una persona a la que “se le fue la mano” y está “casi obsesionado” con Juntos por el Cambio. Mario Negri, titular del bloque de la UCR en Diputados, fue bastante claro al decir que el libertario no odia al kirchnerismo sino a la alianza para, de paso, acusar una suerte de pacto entre los dos nuevos polos de la grieta.
Pero llamó la atención como, en todas las entrevistas, nunca evitó apuntar contra Bullrich desde las Primarias hasta la fecha. No se encontró una razón lógica para tanto encono que, de tan exagerado apareció como poco real. Pero se empezó a especular con escenarios electorales. “Si, en teoría, gana en primera vuelta por robo y Patricia esta última”, ¿por qué hacerlo? ¿Acaso le surgió el temor?
El contraataque
La respuesta a esas preguntas es exactamente la contraria. No se vio acorralado, no sintió ninguna especie de miedo. Se dedicó a apostar todo para ganar en primera vuelta. Robarle los votos que pueda a Juntos por el Cambio para evitar el impredecible balotaje.
Entonces, de golpe el escenario de las elecciones generales se transformó en una contienda con tres candidatos principales diciendo ser los poseedores del voto útil. Cualquiera de los tres puede terminar o con Milei o con el kirchnerismo. Por eso, el libertario lanzó que Bullrich es una “cáscara vacía” sin proyecto o que es su “segunda marca”, incluso “inferior”. Casi como hablando de una superioridad ideológica de su parte.
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La bronca con el libertario es cada vez más visible. Ahora bien, ¿eso impedirá una alianza a futuro? Cristina Kirchner dijo que, en política, los enojos duran seis meses. Por lo tanto, no se podría ser tan tajante. Juntos por el Cambio hizo alianzas parlamentarias con demasiados sectores, muchos de los cuales ya no están más en sus filas y eso no impidió mantener la unidad.
Lo que sí apareció como cierto es la desintegración de la alianza. Si Bullrich llegara a ganar, algo poco probable según las encuestas, la unidad podría mantenerse y Milei “va a ser historia”. Sus dirigentes empezarían a fugarse hacia otras estructuras ante la falta de poder. Pero si llegara a haber una alianza con el líder de La Libertad Avanza, está más que claro que hay sectores mayoritarios que se opondrían y preferirían ir hacia otros horizontes.
Ahora bien, si Sergio Massa o el libertario llegaran al balotaje y ganara cualquiera de los dos, la alianza se dividiría entre quienes buscarían ubicarse más cerca del primero y quienes lo harían cerca del segundo. La duda es si Patricia podría olvidar los malos momentos que Milei le hizo pasar en plena campaña.