Santa Fe se encuentra en una silenciosa tensión que no promete prolongarse mucho más en el tiempo. Con miradas de soslayo, cada cual se encuentra trabajando internamente para fortalecer lo que todavía queda: el peronismo santafesino se acomoda, midiendo siempre con un enfoque nacional la coyuntura local, mientras no se preocupan en disimular el descontento con el gobierno de Omar Perotti.
Mientras tanto, la oposición sueña con un “frente de frentes” con el objetivo de desbancar al peronismo de la gobernación, aunque los argumentos a favor se pierden tras los numerosos “peros”, provenientes de todas la facciones. Las miradas propias y ajenas se detienen siempre en el intendente rosarino: Pablo Javkin.
Los tres escuderías principales, el peronismo representado aún tras el Frente de Todos, Juntos por el Cambio y el desdibujado Frente Amplio Progresista se muestran a sí mismos dedicados a la labor territorial, conversando con las barriadas y diagramando opciones para los problemas más acuciantes de los santafesinos: a los precios de los alimentos (que suman un acumulado del 19,4% sólo en los dos primeros meses del año a nivel nacional) se le suma la cuestión del transporte y de la creciente violencia en las calles de las principales ciudades de la provincia, sobre todo en Rosario, que ya cuadruplica la media de homicidios nacional. Así y todo, los movimientos tectónicos comienzan a ser indisimulables: fotos, actos públicos y hasta incluso un asado que no fue.
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Divididos entre lo urgente y lo importante
El Frente de Todos intenta no licuar la densidad que da el ser oficialismo nacional y provincial, como también la gravitación territorial, pero todo ese capital político se encuentra estancado ante la ausencia de diálogo entre los diferentes sectores. Los infructuosos intentos por llevar adelante un proceso de reconexión del justicialismo provincial fueron boicoteados por el propio perottismo, según marca uno de los líderes territoriales frentetodistas.
Desde dentro y fuera del justicialismo, la definición es una sola: la falta de coordinación es producto de una búsqueda de centralidad de parte del gobernador Perotti, el cual carece de posibilidad de reelección. Esto hizo que el gobernador acelerara los tiempos para construir su propia fuerza dentro del peronismo local, con voces como Roberto Mirabella, actual legislador nacional y hombre de confianza del contador rafaelino, o como Sonia Martorano, ministra de salud de la provincia y figura de gran gravitación tanto en la prensa como en el mismo gobierno. “No hay liderazgos únicos y el gobernador nunca tomó el rol de dirigente” afirma un importante referente peronista. Todas las voces asienten en este sentido y sostienen que hay una mirada “chica” respecto del conjunto del oficialismo.
Así y todo, los diálogos entre los perottistas y el resto de sus compañeros es fluido, aunque el desencanto pasó a incomodidad, incluso hartazgo, y esta falta de coordinación dio lugar a dos sucesos en el último tiempo: el encuentro llevado adelante en Rosario el pasado sábado 9 de abril, donde La Corriente de la Militancia, agrupación cuyo referente nacional no es otro que Agustín Rossi, mostrara músculo llevando a la ciudad a diversos referentes nacionales del peronismo intelectual y militante, subiéndole además el tono a la candidatura de Leandro Busatto, actual líder del bloque de diputados.
Por otro lado, desde el Movimiento Evita, que no se queda quieto a niveles nacionales y parece no querer hacerlo tampoco en Santa Fe, anunció la precandidatura de Eduardo Toniolli para la gobernación, aunque la misma se hará oficial recién el 26 de julio a través de una presentación en sociedad tanto del candidato como del programa político. Y puede que hasta incluso de una conformación que tenga de su interior a sectores de la centro-izquierda y de la izquierda vernácula.
El Movimiento Evita no es el único sector que habla de ensanchar el Frente de Todos: la lectura está en que, si la fuerza de Perotti se siente preparada para poder presentar un candidato propio, los demás harán lo mismo, con una problemática que no es menor: correr la mirada del territorio para colocarla en las tensiones palaciegas no hará más que alimentar la antipatía ya presente en el electorado. Lo que pasa a nivel nacional tiene su correlato en Santa Fe: el crecimiento existe, pero los problemas más básicos y urgentes parecen no encontrar una solución.
Otro nombre del peronismo santafecino es el de Marcelo Lewandowski, hombre elevado a la tarea pública por María Eugenia Bielsa y quien hoy se encarga de representar al oficialismo peronista desde su banca como senador nacional. Su nombre aún no se define para una candidatura explícita, aunque se lo toma en cuenta tanto para la primera magistratura de la provincia como así también para una posible pulseada para que el justicialismo recupere por fin su capital, tras más de treinta años de gobierno socialista: la ciudad de Rosario.
Por otro lado, el pasado jueves, en un fogonazo de autonomía, las dos legisladoras Matilde Bruera (de riñón bielsista, ex-defensora pública de la Cámara de Casación Penal) y Paola Bravo (oriunda de La Cámpora) decidieron cortar por lo insalubre, y conformar su propio bloque que desde el vamos no da lugar a interpretaciones erradas: "Lealtad Kirchnerista". Así las cosas, el sector se divide en dos, siendo que ya se encontraba en la defensiva debido a que el Frente de Todos acapara apenas 7 de los 50 escaños de la Cámara baja.
Los argumentos que las dos legisladoras dan se ciernen sobre la necesidad de elaborar una identidad propia, separándose tanto del acompañamiento al acuerdo con el FMI, como con la postura variopinta y poliforme de las y los diputados peronistas frente a la persecución legal sufrida por el exministro de seguridad Marcelo Sain, quien se cansó de patear hormigueros en búsqueda de una reestructuración de fondo en el plano de la seguridad y la policía en Santa Fe. Sólo Bruera acompañó fielmente al politólogo, eyectuado de su función el año pasado.
Lo cierto es que estas razones esgrimidas por el nuevo bloque kirchnerista son fácilmente refutados por las autoridades de la bancada oficialista, quienes ven detrás de esto un movimiento de ajedrez que, como todos, mira de frente las elecciones a gobernador. Pero más que por un candidato propio, para engrosar las filas perottistas. Aunque parezca extraño.
Repasando, si todos son peronistas, pero sólo ellas declaman la figura de CFK como conductora: ¿qué hay detrás de esta artimaña? Todo parece señalar que nada más (y nada menos) que construir y ganar la referencia del kirchnerismo y afines. La sola figura de la vicepresidenta demostró su poder de voto en 2019 y en 2021. Perotti aún sostiene ese apoyo de la vicepresidenta. Pero en Santa Fe nada de lo que respecta al peronismo ni está dicho del todo ni es estático por mucho tiempo.
Nombres en danza, pocas definiciones, muchas asperezas. Las PASO serán un mojón obligado para el peronismo si quiere sostener la gobernación de una de las provincias más ricas del país.
Ni el amor ni el amor ni el proyecto: sólo el espanto
Dentro del Frente Progresista se habla desde hace varios meses de un nuevo frente que contenga a toda la oposición, aunque el tan ponderado Frente de Frentes es, hasta hoy, un hecho que todavía no se materializa. El radicalismo ha venido en principal accionista en Santa Fe, dentro de la alianza Juntos por el Cambio y el PRO se encuentra “detonado” en cuanto a su situación territorial. La Unión Cívica Radical ha demostrado en las últimas elecciones que su desarrollo era más gordura que hinchazón tras dos elementos políticos muy importantes: el desempeño de sus candidatos en las internas para las elecciones de medio término fue tal que no sólo desbancaron al oficialismo peronista nacional sino que además le dieron una mayor centralidad -sino es que una marcada independencia- en el Frente Amplio Progresista (FAP).
Los radicales han emigrado del FAP a fortalecer sus lazos con Juntos por el Cambio, con nombres altisonantes a la cabeza como el de Maximiliano Pullaro, exministro de seguridad del Frente Progresista Cívico y Social (frente político que perdió toda capacidad de cohesión tras la muerte del socialista Miguel Lifschitz) derrotado en su pulseada electoral con Carolina Losada por apenas 10 mil votos, pero que goza del impulso que el radicalismo le da. El ahora diputado provincial se sabe con caudal electoral propio y sueña en voz alta con el cargo de gobernador con un aliciente: tiene el acompañamiento de su espacio y el de Federico Angelini, titular del PRO a nivel provincial.
¿Cuáles son las razones para no construir decididamente un conglomerado de la oposición contra el peronismo? Las ganas están de parte de todos los sectores, pero cada cual tiene sus reservas.
En el PRO se sienten divididos entre el perder autonomía partidaria, un valor que aumenta su cotización en un momento en donde el radicalismo se sabe socio mayoritario en Juntos por el Cambio y quieren hacerlo valer, incluso comparándose también con el Partido Socialista, que hasta el año pasado era el principal socio de la UCR en la provincia. Este elemento es el que hace que el acercamiento entre Pullaro y Angelini tensione la posibilidad de hacer realidad un Frente de Frentes. Nadie está cómodo ni convencido de conformar un espacio común al solo efecto de sacar al justicialismo del mapa y desde lo que todavía queda del Frente Progresista afirman que no se sienten cómodos compartiendo espacio con Juntos por el Cambio.
Como quien habla de un vecino que volvió de vacaciones, Miguel Torres del Sel volvió a ser visto en reunión con diferentes punteros de Juntos por el Cambio. Según afirman, por ahora quiere colaborar para fortalecer y unir al PRO. Sostienen que el humorista y exembajador en Panamá no tiene intenciones de volver a candidatearse como gobernador, aunque no lo descartan para liderar las listas a legisladores provinciales.
Pablo Javkin, militante secundario de la Franja Morada y aliado estratégico del socialismo desde la primera hora, hoy se encuentra cómodo en su gestión municipal, pero sólo en la semana pasada afirmó dos veces en distintos eventos públicos que ve con buenos ojos la posibilidad de ser gobernador, por lo que cada vez es más difícil sostener que ya no le queda chico el saco de titular municipal. Sabe que su lugar como intendente de la tercera ciudad del país y sus vínculos desarrollados con todos los sectores de la oposición le dan una proyección que lo posiciona como gran elector. Un importante operador de la oposición lo define un candidato natural, y coincide con fuentes del radicalismo al decir que la desaparición física de Lifschitz aceleró un proceso que el propio Javkin venía construyendo de forma pausada pero sostenida, aunque no por eso las críticas hacia su gestión en Rosario son más descafeinadas: los mismos que lo alaban y distinguen afirman que “se lavó las manos” en cuanto a lo que seguridad, infraestructura y transporte refiere.
¿Quién le puso primero la bolilla negra a quién? Los señalamientos se cruzan. Las primeras definiciones para el armado de este nuevo espacio iban a definirse en un asado convocado por el Partido Demócrata Progresista hace tres semanas atrás, pero ante la negativa de los autonomistas de Juntos por el Cambio, reacios a negociar su peso propio en la provincia, y el desplante del propio socialismo y el recelo de Javkin hacia los sectores más duros del PRO, todo sumó para que el encuentro se cayera.
El Frente Progresista Cívico y Social “ya no existe como era antes” sentencian desde sus adentros, el cual busca fortalecer sus posiciones regionales, en las localidades donde todavía es gestión. El partido de la rosa roja está concentrado en el congreso nacional que tendrá lugar el 7 de mayo próximo, cuyos debates estarán centrados en la reforma de su carta orgánica y la elaboración de ejes programáticos nuevos. Sólo después de este barajar y dar de nuevo, la discusión se ocupará de la cuestión electoral, aunque aseguran que los nombres propios no se alejarán de sus referentes ya conocidos. La dos veces intendenta de Rosario Mónica Fein, el exgobernador Bonfatti, la legisladora Clara García. El nombre de la exministra de educación Claudia Balagué también suena entre las posibles nominadas a representar al socialismo en una gran interna. Interna que todavía no se decide entre quiénes y en qué formato, pero que tendrá un candidato socialista.
Desde el interior del FAP afirman que el socialismo sólo hace tiempo para una decisión que no tardará en tomar: o acepta formar parte del enorme frente antiperonista, o se forzará a sí mismo a una posición más bien testimonial de lo que suceda el año que viene. El año es corto: con el Mundial de fútbol en Qatar en noviembre, la agenda política podría verse frizada antes de tiempo, antes incluso que las fiestas de fin de año, y con ello los tiempos se acortan para las definiciones de no una sino tres fuerzas que sólo encuentran en común la tirria ante un segundo mandato peronista en la Casa Gris de Santa Fe, aunque no encuentran un proyecto común que no sólo convoque a los votantes, sino que convenza a la rosca opositora.