Antes del cierre de listas de cara a las elecciones 2023, había muy pocos elementos reales en Santa Fe para descartar una victoria cómoda por parte de la oposición de Juntos por el Cambio para la gobernación. Pasados pocos días, una guerra sin cuartel entre Maximiliano Pullaro y Carolina Losada y una interna pacífica y propositiva del peronismo parecen haberle dado una vuelta más a una moneda que todavía está en el aire.
La coalición opositora que se “cocinaba a fuego lento” desde el año pasado tuvo desde el primer momento a su delfín: el exministro de seguridad hoy respaldado por Horacio Rodríguez Larreta, que desde hace casi un año se pensaba a sí mismo como el próximo gobernador. Pero con la resolución del Partido Socialista, aferrado a su pasado de partido hegemónico en la provincia, de presentar a la dos veces intendenta de Rosario y actual legisladora nacional Mónica Fein, y con la tardía postulación de la senadora nacional Carolina Losada, bendecida por Patricia Bullrich, lo que parecía un camino recto se transformó en una ruta de áspero recorrido.
Mientras se escriben estas líneas, los cuatro candidatos del peronismo santafesino se mostraron juntos en un acto, demostrando una diametral diferencia con sus contrincantes: están convencidos de que, si logran sintetizar las distintas expresiones del peronismo, les irá “muy bien” luego de las PASO. “El paradigma de la unidad en la diversidad hay que cuidarlo, es potenciador”. No existen demasiados elementos para desestimar su confianza.
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Una interna local muy nacionalizada
Si la competencia nacional por la candidatura a presidente de Patricia Bullrich y de Horacio Rodríguez Larreta trajo episodios ruidosos, podría decirse que la estrategia “a la santafesina” tuvo resultados explosivos. Y para muestra un botón: Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y titular nacional de la UCR advirtió que “después (de lo ocurrido en la interna) hay que gobernar” y “Si Losada y Pullaro ponen en riesgo el cambio en Santa Fe, serán responsables”.
La virulencia con la que se han desarrollado los primeros avances de la interna hizo que sólo los equipos técnicos dialoguen entre sí, actitud que no comparten los candidatos de Larreta y de Bullrich. Esta semana, los dirigentes nacionales se mostraron en Rosario acompañando a Pullaro y a Losada respectivamente.
En las cúpulas radicales, lo que más preocupa no son sus dichos sino el desgaste que tanta beligerancia puede generar a la coalición: “Se había resuelto en el Comité Provincial que se bajaran los decibeles porque se entiende que la agresividad del equipo de Losada lo único que hace es beneficiar al peronismo y al gobernador Perotti”, dijo a El Destape una voz radical que hace tiempo acompaña al armado del Frente de Frentes que hoy toma por nombre Unidos para Cambiar Santa Fe.
Los intentos de los dirigentes opositores, como el presidente de la UCR santafesina Felipe Michling y su par del PRO Cristian Cunha, por colocar normas de “convivencia” (o por lo menos de alto al fuego) durante la campaña fueron infructuosos: la mediática no hizo más que continuar con su serie de rimbombantes acusaciones sobre la participación de Pullaro en el circuito del narcotráfico, durante su gestión como ministro: “El gobernador Omar Perotti prometió paz y orden, y eso quiere decir que antes no había ni paz, ni orden” fue una de las citas más suaves con las que Losada castigó a su contrincante en su visita a Canal 3 de Rosario. A eso, sumarle una supuesta “campaña sucia” en las redes sociales y en YouTube financiada por Pullaro.
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Cabe destacar que todo lo denunciado por Losada fue también usado contra Pullaro en las elecciones de medio término en 2021, y nada de esto evitó que ambos compartieran espacio y recorridas de cara a las elecciones generales.
“Entendemos que los ataques de Carolina Losada tienen que ver con que están entre siete y hasta nueve puntos por debajo en las encuestas”, dijo una fuente cercana a Pullaro, mientras que una segunda voz advirtió que “ninguna encuesta nos da perdiendo”, y afinó el cálculo respecto de las tendencias.
Podría decirse que el pullarismo comenzó sus andanzas hace casi un año, en el plenario nacional del Radicalismo Evolución -desde su equipo hablan de 16 meses de trabajo-, mientras que la experiodista activará con más potencia su campaña a partir de la semana que viene: su paquete de acusaciones (respaldadas por Bullrich) y su composé de outsider con carteles callejeros de “la política está podrida” sólo son la punta del iceberg.
A un mes de las PASO, el sector que acompaña a Maximiliano Pullaro entiende que llegan de manera ordenada y afianzada, a caballo de una estrategia que no es otra que ponerse por encima de la polémica, y a caballo de su diferencial más preciado: a diferencia de Losada, él si tiene experiencia ejecutiva: “Nuestros adversarios están muy lejos de mostrar gestión, acciones positivas concretas. Llegamos mucho más afianzados”, aseguran desde la cercanía del exministro.
Todos unidos triunfaremos
En el oficialismo, existe una tensa calma producto de tres realidades inobjetables: en primer lugar, el justicialismo lleva a todas sus tribus a las elecciones, pero no a la guerra, sino a la construcción. Saben que la gestión de Alberto Fernández y de Perotti tienen muy bajos niveles de aceptación, por lo cual se retraen a sus bases, y ahí la unión en la diversidad. Y en tercer lugar, porque saben que si se plantea una interna estable y sin rajaduras, se presentan con mayores posibilidades de cara a las generales.
“Cada fórmula puede marcar sus diferencias con los sectores que sienten más propia la gestión, con respeto y sobre todo teniendo el objetivo de que el peronismo siga gobernando Santa Fe”, aclaró a este medio una voz militante territorial de gran peso en el armado justicialista. Las diferencias propositivas existen, pero no de programa.
“Entendemos que la interna en Santa Fe es un lugar para potenciar el conjunto” describen a El Destape desde los altos mandos de la interna peronista. El justicialismo se resquebrajó bastante durante el gobierno de Perotti en la provincia, debido tanto a sus alejamientos del oficialismo como a la figura y a las ideas de Cristina Fernández de Kirchner, cosa que no se repite en los precandidatos que hoy buscan obtener la primera magistratura provincial.
“Somos la única lista que ha hecho propuestas concretas”, se animan desde el rossismo, cuyo candidato es Leandro Busatto, actual presidente del bloque del Frente de Todos en la cámara baja. Marcos Cleri, diputado nacional y representante vernáculo de La Cámpora compite por la gobernación con carteles que directamente tienen el rostro y sello de CFK, un diferencial no menor. En tercer lugar, Eduardo Toniolli, dirigente del Movimiento Evita, militante de H.I.J.O.S. y legislador nacional, compite en un espacio conformado por fuerzas peronistas, por el Frente Patria Grande, gran acompañamiento de las centrales sindicales y el partido de izquierda Ciudad Futura, con la premisa de ampliar todo lo que se pueda un espacio cuyo principal objetivo es trabajar para lograr “Un Futuro sin Miedo” de cara a las principales preocupaciones de la provincia: la economía y la violencia narco. Y por último, el señalado por Perotti, el actual senador Marcelo Lewandowski.
Nadie opina demasiado de lo que está pasando en las internas opositoras, más allá de lo inconsistente que será para Unidos sostener los votos de un candidato para que acompañen al otro que no resulte ganador en las primarias. Luego de unas apresuradas definiciones de lista, el peronismo silba bajito, convencido, de cara a los 30 días que quedan antes de las primarias.