La campaña de Patricia Bullrich adoptó el formato de cebolla, por capas. No buscó pensar más allá del objetivo más cercano. No pensó en el primer día de gobierno ni en cómo hacer para sostenerse en él, no se preocupó por no quedar sólo como una opción electoral potente. Empezó por el principio. Por eso, más allá de que el desempeño de Juntos por el Cambio no fue el esperado, celebró. Porque ella quería ganar la PASO de estas elecciones 2023.
Se festejó hasta tarde. Se alegraron porque les dijeron que no iban a llegar, que no tenían con qué y le ganaron al que decidió apoyarse en un aparato que, evidentemente, ya no alcanza. La dirigencia no bastó, la estructura no fue suficiente, los recursos económicos tampoco. Ese fue el primer paso, con poco, pasar a la siguiente ronda. No se pensó en otra cosa. Hasta ahora.
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Bullrich tendrá un desafío difícil porque en escena apareció un actor nuevo, que no era contemplado. Los 30 puntos de Javier Milei no estaban en los planes de nadie. Mucho menos que sea el candidato más votado y, solo con su alma, el espacio más elegido. Pero pasaron las dos. El bullrichismo estaba tranquilo porque ganaba la interna y se posicionaba como la coalición más votada. No pasó. Todos sacaron menos de lo que esperaban. Patricia no llegó a los 20 y Horacio apenas pasó los 11.
Después de concentrarse en la PASO, con un discurso extremo, exagerado, destinado sólo a conservar el núcleo duro y transformarse en la cabal representación de los votos de Mauricio Macri, necesitará de todos. Si encaró las internas con su equipo de jóvenes mezclados con algunos históricos de la política, ahora tendrá que contentar a los distintos espacios para que no se le vaya nadie y para ampliar hacia sentidos contradictorios: algo de centro con una pizca de extremo.
Con la misma confianza que camino a las internas, desde el equipo de campaña de Patricia se dijo, con algo de premura y canchereo propio del que gana al imbatible, que triunfarán en primera vuelta. Algo difícil teniendo en cuenta la distancia a la que quedó JxC del 40% de los votos más diez de diferencia con el segundo o el 45% de los sufragios para poder levantar la copa sin ir al balotaje.
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Probablemente eso no suceda y haya sido solo una expresión de deseo, pero la alianza arrancará una batalla con Unión por la Patria para ver quién llega a la segunda vuelta con Javier Milei salvo que suceda algo que baje al libertario y el mano a mano sea entre el oficialismo y Cambiemos. Hoy, un escenario difícil porque La Libertad Avanza quedó con chances de poder.
Entonces, para Patricia será clave que todos los actores participen activamente de la campaña camino a las generales. Horacio para retener a los peronistas no K y avanzar hacia un sector de centro sin que ella se desperfile. Pero, además, para contener. Se sabe que no es lineal y que no hay forma de que un dirigente le ordene a su tropa a quién votar si no es a sí mismo, pero es mejor un mensaje que la ausencia de tal.
Y ese mensaje se dio el domingo “La fuerza del cambio de nuestras vidas”, dijo el jefe de Gobierno haciendo un mashup de los dos slogans. Pero, además, necesitará de Mauricio Macri para convocar al sector de los libertarios. El ex presidente es el único que, según Milei, mantiene una conversación con el actual diputado. El legislador dijo haberse sentido defraudado por todos, incluso por Bullrich, que decidió no subirse a la pelea pública por considerar que iba a tener que ir a buscar sus votos en octubre.
Ese plan se complicó un poco. Pero el bullrichismo cree que algunos sufragios que fueron a Milei migrarán hacia el sector de Patricia. Que muchos de los que lo eligieron lo hicieron en la PASO, sin consecuencias prácticas (en el sentido de que no se designó el nuevo presidente) para dar un mensaje y una vez entendido ese mensaje virarán hacia una opción no tan dramática. Eso, más una ausencia de votantes propios en la interna y la retención de las voluntades larretistas implicarán, según las cuentas, un crecimiento de la ex ministra.
Muchas cosas pueden ponerse en duda de esos supuestos, en especial la cantidad de condicionantes para que algo suceda. Los votos de Milei no necesariamente podrían virar porque quienes lo eligieron van a preferir votar ganador. Pero es cierto que tanto JxC como Unión por la Patria leyeron un acompañamiento, en algunos casos, impulsivo que podría reflexionar e irse de esas filas.
La ausencia es un factor posible. Si bien el libertario robó votos a todos los espacios, también hubo un electorado nuevo, joven, que lo eligió y parte de su caudal pudo venir de esa nueva vertiente dejando un espacio para los que no fueron e irán después.
Como sucedió con Macri en 2019, que pasó de perder por 16 puntos en la PASO a hacerlo por ocho. Esa mala costumbre del macrismo de ir a esquiar en época de internas pero volver para los comicios de octubre. En esas cuentas confía Patricia para comerse a Javier Milei y armar, como pidió Mauricio el domingo, un bloque para frenar al kirchnerismo. Pero parlamentario. Con el libertario como acompañante y no como director.
El traslado de los sufragios del larretismo son una gran duda. Un radical que jugó cerca de Larreta consideró que irán todos. Un armador halcón entendió que “el kirchnerismo es el límite” y que preferirán ir con Bullrich que volcarse al peronismo o a los libertarios – muy al extremo -. Otro diputado halcón hizo una cuenta gruesa, generosa, pero menos optimista. Un 75% quedará adentro y otro 25% se irá. Habrá que ver el juego del jefe de Gobierno y su compromiso.
Y después de las primeras 24 horas de festejos, el bullrichismo deberá frenar la pelota para ver que la elección no fue tan buena. Que ella quedó tercera individualmente, que no puede garantizar el piso de JxC, que la coalición no fue la fuerza más votada y que el margen entre los candidatos es mínimo. Para eso, tiene que abandonar el chip de la PASO y la algarabía de haberle ganado a Larreta.
Porque a nivel país perdieron en Jujuy, la provincia gobernada por el compañero de fórmula de Horacio. También lo hicieron en Santa Fe, que en septiembre tendrá su elección general con Cambiemos como el favorito. En Córdoba quedaron terceros, una trompada después de las derrotas en los ejecutivos locales. En San Juan, una de las tierras del batacazo, también.
Mendoza, que se prepara para sus elecciones generales, tierra cambiemita con intenciones de retener, los libertarios quedaron arriba al igual que San Luis, otra de las zonas sorpresa para la alianza. En Neuquén, que tramposamente celebraron como una victoria propia para la gobernación, Milei quedó arriba y en Chubut, la última elección antes de estas PASO, con una alegría para JxC, pasó lo mismo.
En Buenos Aires no les fue del todo bien. Macri les había pedido evitar las PASO y fueron a internas en casi todos los distritos con chances de perder algunos codiciados. De casi 22, el PRO perdió en Lanús, la tierra del candidato a gobernador de la coalición; en Pinamar, cuyo intendente va de diputado nacional quedaron arriba a menos de un punto de distancia de Unión por la Patria y en Bahía Blanca, cabecera del sur bonaerense, a dos. En Patagones se dio vuelta la tabla y se ubicaron nueve abajo del peronismo, en Olavarría cuatro y en La Plata arriba pero sólo por cinco.
La UCR, con más de 40 intendencias, tuvo problemas en San Isidro, donde Gustavo Posse, compañero de fórmula de Diego Santilli, perdió la interna para la que había colocado a su hija. En Suipacha quedaron tres puntos abajo de UP, en Bragado por más de seis y en Chacabuco por 14. En Lincoln quedaron arriba por menos de cuatro, en Coronel Dorrego perdieron por siete; en Pellegrini por uno y medio y en Saavedra por tres, contra una fuerza vecinal.
O sea, por más alegría que pueda haber causado el triunfo interno dentro de Juntos por el Cambio con las listas distritales o legislativas provinciales para el Congreso, el mapa no les quedó cómodo. En ese contexto, sin embargo, hicieron una mejor elección que Milei en Buenos Aires que, junto a la Ciudad, tuvo de las performances más flojas.
El diputado Martín Tetaz volvió a pedir un acuerdo político, ahora con menos actores, para ganar la provincia. Le solicitó a Bullrich y Milei que pacten para convertir la elección general de octubre en un balotaje. En un mano a mano entre Néstor Grindetti y Axel Kicillof, que quedó cuatro puntos arriba de la alianza.
El espacio libertario sacó 23 votos, diez por debajo de Cambiemos y 14 atrás del gobernador. Sin chances de revertirlo para ganar la provincia y con ánimos de negociar para que entregue algo camino a aspirar por la presidencia, se solicitó nuevamente la instancia de negociación para una elección que se definirá el 22 de octubre. El que tenga más sufragios, gana.