El frente Unidos para Cambiar Santa Fe arrasó en las elecciones 2023 que sacó a un peronismo aturdido en su propia crisis. El radical Maximiliano Pullaro ganó con prácticamente uno de cada dos votos emitidos en la provincia para su categoría, a la vez que Clara García, la candidata socialista para la legislatura resultó ser la más votada. En la madre de las batallas, Rosario tuvo un cabeza a cabeza para el infarto que terminó por darle la reelección al radical Pablo Javkin.
La ola radical empujó una renovación del tablero político provincial, donde no sólo Juntos por el Cambio consiguió la mayoría parlamentaria en la Cámara de Diputados, sino que consiguió un bloque mayoritario en el Senado. La hazaña es doble: es la primera vez que el peronismo pierde la mayoría en la Cámara Alta desde el regreso a la democracia, y es la primera vez que un gobernador radical toma el mando de la provincia desde 1962.
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Pullaro obtuvo el 58,4% de los votos en la provincia, rompiendo la barrera del millón de votos y aumentando los sufragios obtenidos en las PASO por todo el espacio (con Losada y Fein sumadas). El aluvión de votos no sólo consolida la derrota de un Perotti que desde temprano no supo (o no quiso) alinearse o construir una relación amable con el gobierno nacional, el cual no le dio respaldo para la campaña, sino también de un justicialismo que no encontró el hueco del mate de cómo organizar una campaña que prometiera respuestas en lo urgente: las dificultades económicas y la inseguridad.
El exministro de seguridad de Miguel Lifschitz logró capitalizar no sólo la imagen del gobierno del fallecido socialista, sino impulsar la propia a través de la estrategia de un frente de frentes: una alianza entre los sectores alineados contra el peronismo que lo llevó a recorrer muy tempranamente las ciudades y pueblos del interior santafesino. Por fuera de ello, las confluencias y las diferencias pueden ser negociables o dirimidas en una interna como bien sucedió en julio.
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Un ejemplo de esto fue el arribo de las figuritas nacionales: el jefe de Maximiliano Pullaro, Martín Lousteau de radicalismo Evolución, Horiacio Rodríguez Larreta que lo apadrinó en un primer momento, Rogelio Frigerio y José Luis Espert que vinieron a acompañar a Patricia Bullrich. Todos se subieron al escenario para subirse al cross en la mandíbula para el peronismo que significó la victoria del hughense. La foto de la victoria en el tercer distrito del país era demasiado tentadora como para perdérsela.
“Tenemos que cambiar la provincia de Santa Fe, y Santa Fe se tiene que alinear con un cambio que tiene que venir en el orden nacional”, sostuvo Pullaro al momento de tomar la palabra, y prometió: “Vamos a dejar nuestra vida en estos cuatro años”.
La aparición de la candidata a presidenta fue desentonada con todo. Su discurso quedó desarticulado de la expresión pausada, propositiva y medida de Pullaro: "Esta elección entierra al kirchnerismo en Santa Fe”, dijo Bullrich, y agregó: “Es el momento de destruir el kirchnerismo para que no vuelva más una ideología que ha generado un mal terrible en nuestro país”, al tiempo que exigió "una transición ordenada y que Perotti sea un buen perdedor y entregue la provincia bien”.
Una apostilla de color: al momento de subir Bullrich al escenario y hacer uso de la palabra, los candidatos socialistas de Unidos para Cambiar Santa Fe bajaron raudamente del espacio. Un importante referente del PS aseguró a El Destape que sólo se debió a que “la primera parte del festejo fue por la elección provincial de Unidos", espacio que el radicalismo comparte con el PS y con el PRO y luego el acto "pasó a un festejo más vinculado a lo nacional y nosotros no participamos de ese armado, así que no tenia nada que ver estar ahí”.
El partido de la rosa roja ha hecho campaña diferenciándose tanto de los halcones de Juntos por el Cambio como del peronismo, buscando construir en armados de carácter provincialista como el de Juan Schiaretti en Córdoba, con una impronta progresista: “(Bullrich) tiene una propuesta diferente a la nuestra que claramente se ubica en el espectro de la derecha, y eso representa una diferencia que no podemos obviar”.
No obstante, el candidato peronista Marcelo Lewandowski cosechó 30 puntos porcentuales, lo cual deja la gestión parada en un lugar digno, por un lado, y en buena posición a Unión por la Patria, por otro. Sergio Massa estaba muy atento a los números del experiodista deportivo en los comicios, dado que está buscando sumar todos los “puchitos” posibles de cara a un ballotage en noviembre contra el favorito presidenciable: Javier Milei. Siguiendo en este sentido, el peronismo retiene un núcleo duro de votantes, comparando con septiembre del 2015 donde Perotti compitió por la gobernación y consiguió un 29,3%, y un 40,5% en 2019 cuando fue electo. El piso no se ha roto. El vaso medio lleno.
La legislatura: una pelea que se creía ganada
Las primarias habían dejado un escenario de tercios que se dirimía entre la socialista Clara García, Perotti y la candidata de Unite, Amalia Granata, quien además de competir con un sello de goma que, a nivel nacional, acompaña a Javier Milei, acudió a votar con el mediático Baby Etchecopar, quien se quedó hablando con los medios mientras la diputada sufragaba.
El gobernador Omar Perotti había iniciado su campaña como un ganador. Se había envalentonado con los números de las PASO, que lo ubicaban como el candidato individual más votado, pero no pudo sostener esa impronta. La ola de “la U” (por Unidos para Cambiar Santa Fe) trabajó mucho sobre la comunión de los candidatos del frente, lo que sirvió para arrastrar una parte de los votos de Pullaro hacia el resto de sus compañeros en otras categorías. El sistema de boleta única requirió esto, dado que los pretendientes deben realzar su imagen para ser reconocidos por el elector al ingresar al box (no hay cuarto oscuro) y votar.
La tortilla se volteó y la cosa no salió como el rafaelino esperaba: Clara García se llevó la mayoría automática de la cámara con uno de cada tres votos emitidos en todo Santa Fe, mientras que Perotti obtuvo 27,8% de los votos, y Granata un 19,9%.
Por su lado, dentro de la Cámara Alta, el escenario cambió: el peronismo resguardaba celoso una mayoría en la Cámara de Senadores desde que volvió la democracia en 1983. Con estos resultados, Unidos obtuvo 13 de las 19 bancas en el Senado, otorgándole al pullarismo una hegemonía oficialista y una gobernabilidad propia que no se veía desde hacía veinte años con ninguna gestión.
El futuro que se advierte es de un gobierno que no deberá necesariamente negociar con la oposición para construir poder y desarrollar gestión. Una facilidad que el radicalismo nunca le dio a Perotti.
Rosario, pero por poquito
El bastión donde Leandro Alem resistió hasta el final de la segunda revolución radical le terminó dando el triunfo al abanderado de la alianza antiperonista. Pero por nada. El candidato a la renovación de su cargo, el intendente Pablo Javkin, radical de origen y militancia, le ganó a Juan Monteverde, líder del partido Ciudad Futura, por apenas 16 mil votos.
El joven militante barrial le había ganado al peronismo vernáculo en su propio juego, asociándose con el Movimiento Evita y el rossismo para competir en una misma interna y construir un espacio diverso, con mirada de izquierda y barrial que prometió construir soluciones desde abajo para la planificación de una ciudad que no tiene plan de urbanización o de expansión desde el año 2003. Aunque no lograron cantar la victoria, el escenario se abre para una nueva disputa dentro de cuatro años, y los militantes de Ciudad Futura ya advirtieron que buscarán la revancha en las urnas.
La militancia de Ciudad Futura tiene como característica el apoyo y acompañamiento a las cooperativas regionales y una especial obsesión con la urbanización de los barrios populares. Nuevo Alberdi, bastión de batalla de Monteverde, es un barrio donde Javier Milei fue el candidato presidencial más votado, mientras que allí fue el candidato de centroizquierda que le ganó al peronismo quien se llevó la mayoría de las voluntades.
Dos reflexiones: tanto el voto libertario (que también fue mayoritariamente a Pullaro antes que al candidato que se decía representar “las ideas de la libertad”) como del santafesino en general tiene poco de ideológico. Buscan soluciones a los males que los aquejan desde hace años: que el agua potable salga por sus canillas, que el dinero alcance para las cuatro comidas y que las balas desaparezcan de la cacofonía cotidiana.
La gestión de Pablo Javkin se vio sometida a un examen de aprobación y pasó la prueba con muy poco resto: el mapa de calor le dio el triunfo en el distrito centro de la ciudad, el sector más desmonte poblado y más mimado por la gestión, mientras que Monteverde cosechó un mejor rendimiento en los barrios. La campaña de éste último criticando duramente la gestión en transporte, en cultura y en seguridad esmeriló mucho a un intendente cuyo fuerte pudo haber sido la obra pública y la salud durante la pandemia. Pero con su secretario de Salud compitiendo para concejal en un espacio opositor y con las obras a medio hacer, fue poco el capital aprovechable.
En tanto, en la legislatura municipal, Unidos se lleva la mitad de las bancas en juego, mientras que el peronismo y Ciudad Futura (que en categoría "concejales" sí fueron por separado) quedaron segundo y tercero respectivamente, mientras que la novedad está en el ingreso de dos concejales libertarios, primerizos en el Palacio Vasallo.
La hoja de ruta del próximo gobernador tiene por delante contener los aciertos en materia de economía exterior y consumo interno que generaron los equipos de Perotti y volver a nutrir de recursos a las áreas de salud y educación, pero principalmente solucionar la crisis de violencia urbana de Rosario que de nuevo presenta números alarmantes. Santa Fe no será nada igual después del 10 de diciembre. Sólo la capacidad de gestionar las relaciones internas en un espacio tan heterogéneo como Unidos, y las relaciones externas, con un gobierno nacional que, asuma quien asuma ese mismo día, lo hará en un contexto adverso y complejo, logrará mejorar el devenir de Santa Fe. De momento, todos desempolvan la boina blanca.