Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de Santa Fe sorprendieron por todos los rincones: si bien estaba prevista una muy buena elección de Juntos por el Cambio, Maximiliano Pullaro aplastó a sus contrincantes en la interna y se acomodó con mucha distancia como el candidato más votado, mientras el peronismo miró desde atrás, a lo lejos.
En Rosario, el intendente de Rosario, Pablo Javkin, simuló seguridad hasta que, entrada la noche, los números se acomodaron. En el campamento de la interna justicialista, el batacazo fue total: Juan Monteverde, líder de Ciudad Futura y ajeno al aparato clásico del peronismo, recibió más de la mitad de los votos en una opción absolutamente novedosa, joven y rupturista respecto de los partidos tradicionales. Si bien el escenario pintaba para otra cosa, ninguno de los outsiders que había abierto el paracaídas superó las primarias.
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La bota del Litoral tiene la costumbre de ir a contrapelo de las tendencias nacionales: durante la consolidación del macrismo y la polarización del arco político, la provincia sostenía el escenario de tercios entre el radicalismo macrista, el socialismo estoico y el peronismo tradicional. Ahora, mientras la frontera entre Unión por la Patria y Juntos por el Cambio se desdibuja con la irrupción de Milei, la provincia se polariza con el triunfo de Pullaro como el ganador de su interna por distancia indescontable desde muy temprana la noche, y como el candidato más votado (medalla que, se esperaba, fuera para Marcelo Lewandowski el ganador de una interna peronista low cost).
Santa Fe le abre las puertas a una posible, y tal vez no tan errada, lectura de lo que espera en las elecciones nacionales del 13 de agosto. La participación volvió a tender a la baja en los comicios con apenas el 63% de los sufragantes presentes en las urnas, un 10% de votos en blanco y Amalia Granata con una muy buena elección, haciendo pie tal vez no directamente a Milei pero sí a las políticas conservadoras de ultraderecha en la provincia.
Una Evolución para Juntos por el Cambio
Uno de cada dos santafesinos votantes de la oposición acompañaron al ex ministro de Seguridad del fallecido Miguel Lifschitz, que se impuso con casi dos decenas de puntos porcentuales a Losada.
Martín Lousteau, titular del Radicalismo Evolución, y el precandidato a vicepresidente y gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, presidente de la UCR nacional, dieron el presente en un búnker que sudaba jolgorio y confianza. Después de las 20, la sensación de victoria del pullarismo era una certeza compartida con el sector de Losada, que salió con lágrimas en los ojos a asumir su derrota, no así la victoria de Pullaro.
En el búnker de ambos estaban presentes, agazapados en la espera de guarismos que pudieran determinar una tendencia irreprochable, sus padrinos nacionales. Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta se acercaron a Rosario más que para acompañar a sus candidatos locales, para sacarse una foto con el ganador de la elección, lo que traccionaría no sólo prensa sino voluntades para sus campañas presidenciales. El resultado de estos comicios tenía una gran importancia para ambos, porque Santa Fe es la madre de las batallas por quién ostentará el blasón de Juntos por el Cambio de cara a las elecciones generales en octubre.
Así y todo, Bullrich no cree que la derrota de Losada impacte en la interna con el jefe de gobierno porteño. En Santa Fe, la boleta única inventada por el alcalde de Rosario, Pablo Javkin, evita que una figura prominente empuje a sus candidatos. Y ya que estamos, también evita que la política protagonice los comicios y sea la imagen y el marketing público los que determinen a los ganadores.
La campaña de la ex periodista rosarina tuvo como principal eje enmarcarse en la figura dura y reaccionaria de Bullrich y los disparos contra Pullaro por su presunta relación con el narcotráfico de la provincia. No alcanzó y sólo obtuvo 325.600 votos (34,19% en su interna). El candidato a vice de esa fórmula, Federico Angelini confirmó que había entablado comunicaciones con su compañera militante del PRO y ahora candidata a vicegobernadora Gisela Scaglia, y afirmó que “esta noche comienza la reconstrucción” de las relaciones con el pullarimo para caminar los primeros pasos hacia las generales. La UCR, después de 60 años, sueña con sentarse nuevamente en la Casa Gris.
Jugar a romper
La foto del peronismo tras las primarias lo demostró muy mareado y malherido, y no precisamente en ese orden. El gobernador Omar Perotti terminó la noche con un premio que nadie quería darle y pocos lo creen merecedor: es el candidato más votado individualmente para diputado con el 53,3% de los votos. El juego de que todos pierdan para que sólo él pueda ganar se pareció más a la ruleta rusa que a otra cosa.
El rafaelino mantuvo una fría distancia con el gobierno nacional durante su mandato, razón por la cual se torna creíble la falta de fondos para la campaña de Lewandowski o de los candidatos justicialistas en general. La norma de Santa Fe estipula que el ganador de las legislativas pone a 28 de los 50 diputados que componen la legislatura, y el resto se distribuye por sistema D’Hont. Varias fuentes del peronismo no perottista advierten que la estrategia del gobernador en salida era constituirse vencedor para así armar campamento fuerte en la legislatura y negociar poder desde allí con el próximo gobernador, fuera quien fuera. Más o menos la misma jugada que le hizo Lifschitz en vida y que obturó su mandato durante los primeros años.
En ese camino, se descuidó no sólo la campaña sino la imagen toda de un gobierno que tuvo el balance necesario para mostrarse equilibrado en lo económico y austero en lo político. Después, “gestionar lo que había”, repiten desde lo sindical, lo legislativo y desde algunos rincones del ejecutivo. La desventaja que se volvió virtud para Perotti en estas elecciones fue la boleta única, dado que su nombre corrió por un andarivel diferente que al de su alfil para la gobernación. De haber quedado pegado a Lewandowski, su candidato, los números habrían sido otros.
El Gallego, como le dicen cariñosamente desde sus años por el periodismo deportivo rosarino, tuvo el 64% de los votos peronistas para gobernador, pero ni siquiera sumando los votos de Lewandowski, de Marcos Cleri, de Eduardo Toniolli y de Leandro Busatto, llegan a empardar los votos de (solamente) Pullaro, lo cual deja virtualmente fuera de posibilidad al justicialismo para renovar la experiencia de la gobernación. Jugar al Solitario con el destino de Santa Fe tuvo un costo brutal para el peronismo santafesino: en sólo 4 años, pasó de cautivar 42,31% de los votos a sólo el 27,49%. La remontada que se necesita para cambiar estos resultados supera los niveles de lo histórico.
Una ciudad futura
Por primera vez en años, Rosario tendrá en septiembre sólo dos candidatos posibles de ser elegidos para la intendencia de la ciudad: el radical bulrichista Pablo Javkin que quiere renovar su mandato, y el ganador de la interna con el justicialismo, Juan Monteverde, líder de Ciudad Futura. El resto de los pretendientes no superó el 1,5% necesario para entrar en las generales.
Hablar de lo que pasó en la interna de Unidos para Cambiar Santa Fe para la intendencia rosarina es hablar de cómo en el espacio de Javkin debieron salir a aclarar que había sido el candidato más votado de la ciudad. Las mesas testigo y las encuestas concordaban con una elección voto a voto con Miguel Tessandori, candidato de Pullaro. Tanto las encuestas como los primeros escrutinios subidos por la Cámara Nacional Electoral daban una disputa muy igualada las primeras horas, razón por la cual “el bunker parecía un velorio”, como le describieron a este medio fuentes allegadas al actual intendente.
Ya con las tendencias un poco más marcadas al borde de lo irreversible, Javkin se asomó al escenario para hablar con palabras de ganador, aunque su rostro demostrara sensaciones un poco más nerviosas. Finalmente, y con una sensación de haber plebiscitado su gestión, fue acompañado por sólo dos de cada 10 rosarinos (22,02%) que se acercaron a votar. Todo un mensaje.
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Del otro lado, un joven de 38 años militante de un partido de izquierda no tradicional logró ganarle en su propio juego al aparato del peronismo más clásico. Con casi 10 puntos por encima, Juan Monteverde se impuso al rossita Roberto Sukerman, único candidato peronista dentro de una interna que lanzó los libros de tradición política por los aires.
Ciudad Futura es un partido que, quince años atrás, no tenía personería jurídica sino que era un movimiento social barrial, de militantes sub40, identificado con la experiencia del socialismo del siglo XXI, y nacido al calor de las movilizaciones de diciembre de 2001. Decididos a proponer y construir con el peronismo pero por fuera de su aparato tradicional, la campaña fue armoniosa y propositiva, algo poco visto en estas elecciones. Ambos candidatos se comprometieron desde el momento cero y lo volvieron a hacer al reconocer los resultados electorales, a construir de cara a las generales a partir de una serie de puntos comunes.
Monteverde dijo que “hace 30 años que gobierna el mismo color en la ciudad” y agregó que “los rosarinos votaron para que haya un cambio de una buena vez en esta ciudad donde no se resuelven ni los problemas más básicos”, y se comprometió a trabajar con Sukerman para construir una ciudad “sin miedo”, la idea fuerza que tan acertadamente hizo de eje en su campaña.
El próximo 30 de septiembre, Rosario podría llegar a cambiar su signo político después de 30 años de gobiernos antiperonistas.
La derrota de los outsiders: no todo está perdido
La victoria de Pullaro fue sorpresiva más por su contundencia que por el resultado en sí. En Rosario, Javkin ganó con menos holgura de la que esperaba pero le ganó a Miguel Tessandori, un hombre que anoche disputó su segunda experiencia como candidato a un cargo público tras una trayectoria de décadas como periodista deportivo. En el caso del peronismo, Monteverde le ganó a un militante tradicional rossista, según sus propias palabras, por la fuerza del trabajo de la militancia y la presencia de ésta en los territorios. La sociedad no acompañó a los candidatos que venían de afuera de la política, incluso si eran ofrecidos por aparatos tradicionales con un electorado propio, lo cual crea serias dudas sobre el peso específico de la antipolítica en la ciudad.
El primer candidato más votado para diputado es Perotti, actual gobernador de la provincia, y el segundo es José Corral, ex intendente de la capital provincial. Si bien de signo distinto, ambos políticos de trayectoria. Recién en tercer lugar se puede encontrar a Amalia Granata que hizo una muy buena elección con casi 176 mil votos.
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Correo Argentino publicó dos cortes que medían la participación votante, dando a conocer que al mediodía, sólo un cuarto del padrón se había acercado a las urnas. Pasadas las 15, sólo el 53% había votado. Finalmente, la participación votante al cierre del escrutinio fue del 63%. En 2019, la asistencia fue del 71,9%. Dos años después, del 69%.
En total, se perdieron casi nueve puntos de participación en cuatro años.
Si bien el descontento no hace que la confianza vire hacia nuevos arribistas de la política oriundos de espacios como el periodismo o el empresariado local, la falta de respuestas a problemas como la seguridad, el acceso a la vivienda, el conflicto docente perpetuo, la falta de recursos en los diferentes estamentos públicos y los embates económicos hacia la población que la provincia no supo, no quiso o no pudo aminorar hicieron que Santa Fe esté a tan solo un paso de cambiar de escudería, perdiendo la voluntad de emitir su voto en ese devenir pero sosteniendo la elección sobre los hombros en personas de experiencia en la militancia. Un punto a favor de la política.