Es probable que llegar al límite, visualizar el abismo y recién ahí resurgir en el último instante, sea una característica propia de los argentinos; así sucedió en el último mundial de futbol en el que se obtuvo el campeonato.
Claro que esa modalidad no es una fórmula infalible, “puede fallar", decía el mentalista e hipnotizador Tusam antes de iniciar sus pruebas, advirtiendo que quizás no se obtendría el resultado esperado. Así fue en las elecciones nacionales del 2015, en las que el Frente para la Victoria, aun resurgiendo en el último mes, no pudo remontar lo suficiente su caudal de votos. El entonces candidato Scioli perdió en la segunda vuelta por uno o dos puntos contra una derecha que no tenía casi nada de democrática, que vino a interrumpir y desmantelar un virtuoso ciclo kirchnerista y condujo al país al abismo en todos los sentidos.
Se habló hasta el cansancio de la genial jugada “gambito de dama” que realizó Cristina, anunciada en un video el sábado 18 de mayo de 2019. "Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos, él como candidato a presidente y yo como candidata a vice."
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En un contexto de desesperanza generalizada, el nacimiento del Frente de Todxs permitió recuperar el optimismo acribillado durante el macrismo, y ganar las elecciones nacionales cinco meses después. Se necesitó un gran trabajo para lograr que la militancia cristinista acepte al nuevo “compañero” que, con la base electoral del kirchnerismo, conseguiría ser presidente. Si bien el antídoto electoralista encontrado por Cristina resolvió algunos males, a la vez fue fuente de efectos secundarios, de nuevos problemas que debían atenderse y solucionarse.
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Se puede afirmar, no sin dolor, que la experiencia de gobierno frentista fracasó. El FdT se limitó a ser una herramienta electoral que sirvió para ganarle al macrismo en 2019, pero nunca se constituyó en frente político, sólo se repartieron ministerios. Estaba claro que al interior confluían distintos modelos, tradiciones, personalidades y concepciones, que el presidente no logró articular. Dicho de otro modo, Alberto Fernández no supo aggiornar la tradición presidencialista a la lógica frentista.
Más allá de los aciertos de la gestión de Alberto Fernández, como el buen manejo de la pandemia (a pesar de “la foto”) y el crecimiento del PBI, su empecinamiento en ser el “dueño de la lapicera” no le permitió estar a la altura de configurar un gobierno frentista, capaz de articular las distintas partes.
El obstáculo teórico-político del presidente se debió, probablemente, a que puso el acento en la concepción de la democracia como sistema procedimental de elección de representantes y no en tanto que gobierno del pueblo; la segunda definición incluye necesariamente a Cristina en tanto su lideresa y conductora que, como es de público conocimiento, fue dejada de lado en todas las decisiones del ejecutivo.
Un frente de diferencias que no se articulan, gobernado exclusivamente bajo la lógica presidencialista, lleva a un funcionamiento loco, carente de anclaje. La ausencia de una mesa política de conducción pedida por las bases y los dirigentes kirchneristas produjo desencuentros y disfunciones. Las diferencias no articuladas retornaron, con hostilidad y sectarismo, bajo la forma partidaria, funcionamiento que obstaculizó aún más la unidad.
En resumen, el FdT se limitó a ser una herramienta electoral, dejando como saldo un gobierno dividido o debilitado por su propia fuerza, que obviamente sumó poder a la derecha. Nunca se produjo la transmutación de frente electoral a frente político.
En vísperas de las elecciones de este año, varios representantes del Frente de Todxs convocaron a una mesa política y finalmente Alberto Fernández, dejando atrás sus reticencias, cedió al reclamo de la fuerza interna.
El 17 de febrero se produjo la primera reunión de la mesa política del Frente de Todxs que, al parecer, dejó a todxs conformes. El documento que realizaron colectivamente es decisivo para terminar con el internismo y relanzar una coalición saludable para competir en las elecciones nacionales.
Tres puntos se recortaron como centrales en el documento “Democracia sin proscripciones. Unidad para transformar”: reafirmar la unidad del frente, que la elección de los candidatos sea vía las PASO y levantar la proscripción de Cristina –que también es comenzar a recuperar la esperanza en la política, erosionada estos años por los poderes concentrados.
Se trata de transitar el comienzo de un camino que busca reinstalar la política y terminar con los discursos de odio con los que opera el enemigo, que han llegado a minar el suelo de la propia trinchera. La mesa política intenta recuperar votos, mística y ganar las elecciones sabiendo que sin la unidad no se puede, pero que con la unidad no alcanza. Se precisa un programa común y levantar la antidemocrática proscripción de Cristina, quien, candidata o no, es la innegable conductora y lideresa del pueblo.
Hasta ahora, al FdT lo unió exclusivamente el espanto: el macrismo, ahora devenido fascismo. ¿Es posible, además, comenzar a activar el amor político, un afecto imprescindible en la construcción de una voluntad popular, que implica amar las diferencias?
Tal vez sea una oportunidad para comenzar a valorarlas como un enorme potencial.