Mauricio Macri tiene dos objetivos en materia electoral. Por un lado, desgastar a Horacio Rodríguez Larreta para generar las condiciones que permitan garantizar, en caso de postularse, una victoria en las elecciones del 2023. Por otro, marcar la cancha para mostrarse como líder y convertirse en el gran elector, un espacio hoy vacante en el PRO. Ambos caminos no necesariamente transcurrirán por líneas paralelas, sino que habrá muchos puntos de contacto. Uno puede ir de la mano del otro, poner límites a la acción y al discurso también son una forma de erosionar o de hacer más complejo el camino del jefe de Gobierno porteño pero, sin embargo, por ahora algunos apuestan a la síntesis. Al final del trayecto, si el ex presidente no va por un segundo tiempo y si el mandatario capitalino sigue en carrera, el primero acompañará al segundo.
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Macri eligió una posición neutral, de varios apoyos y pocas definiciones pero no fueron pocos lo que divisaron una suerte de carrera con obstáculos. A Larreta no se le allanará el camino, más bien todo lo contrario. "Es así Mauricio", dijo una fuente que orbita al jefe de Gobierno. Una frase bastante similar a la que suele usar el PRO para referirse a Elisa Carrió. Alguien a quien no se puede moldear, no se le puede decir qué hacer o qué no hacer y que actuará en base a sus convicciones y estrategias. Por lo tanto, en la calle Uspallata ya están inmersos en un contexto interno complejo que, de momento, no pareciera sobresaltarlos en público.
"Mauricio quiere desgastar un poquito a Horacio para ver si llega él de candidato. Si no, lo va a apoyar a Horacio al final del camino, obviamente", dijo un dirigente que no forma parte del círculo íntimo de Larreta pero que tiene un camino en común con él. Esta visión fue compartida por el equipo que orbita alrededor del jefe de Gobierno. El ex presidente no le hará fácil la travesía hacia las urnas, algo que fue visto incluso hasta de manera positiva porque "hace que tenga que ser mejor aún". Una reedición de la "oportuncrisis". Ante los obstáculos, alguna acción superadora que permita sobrepasarlos. Acá, claro está, habrá que ver cuáles son los límites que puedan llegar a imponerle.
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Una visión menos apocalíptica, en tanto, vislumbró una marcada de cancha y no un desgaste. Aunque, según hasta dónde lleguen los límites del campo de juego, esto pueda alimentar la famosa erosión. En esa demarcación, se interpretó, Mauricio quiere plantarse como el gran elector. Ya no como candidato sino como la persona que definirá quién será ungido como su postulante y, por consiguiente, a quién le trasladará sus votos.
El lugar del gran elector todavía no fue ocupado, Macri lo quiere y es una voz calificada para sentarse en una silla que será muy importante pero no necesariamente definitoria. Sin embargo, en un duelo entre exponentes de derecha, donde claramente está incluido Javier Milei, su acompañamiento implicará una actitud similar por parte del resto del espacio. Pero eso recién llegará después de una definición sobre su propio futuro.
Por ahora, y para mantener viva la posibilidad de convertirse en el gran elector, el ex presidente apostó por bancar a todos los candidatos que puedan surgir entendiendo que la disputa interna fortalece. Ya se vio con Patricia Bullrich, a quien le prestó parte de su equipo para darle estructura y organización para evitar errores innecesarios, como la negación de una posible candidatura de Mauricio. Otra figura es la de María Eugenia Vidal, que este fin de semana se mostró en Córdoba invitada por la Bolsa de Comercio, que todos los meses recibe visitas.
Si bien una persona cercana a Vidal rechazó necesitar el apoyo o aval de Macri para armar agenda, también es cierto que la ex gobernadora tiene el acompañamiento de Mauricio que apoya su trabajo y el camino que está recorriendo. Tal vez un poco más elíptico, pero la espalda está. Después de varios meses de relación tirante por el intento de María Eugenia de desdoblar las elecciones en 2019, ambos lograron acercar posiciones.
Vidal decidió guardarse después de la derrota electoral de hace dos años y medio. Tras la ausencia, volvió al ruedo con una mudanza sorpresiva a la Ciudad de Buenos Aires, lo que le valió adaptación y reproches. Esa fue la excusa ideal para mantener reuniones no públicas con la política, con distintos dirigentes de su espacio, para reconstruir relación. Uno de ellos fue Macri, con quien se conocen hace años y tienen una relación personal. Como también reza el discurso larretista, hay un vínculo que excede cualquier situación coyuntural, por lo que se encontrarán en el mismo lugar al final del recorrido.