Patricia Bullrich sacó músculo y terminó la semana con sonrisas. Recibió apoyos dirigenciales para garantizar la efectividad del operativo “curita” pero, sobre todo, la militancia y fiscalización de su boleta pese a los heridos tras la batalla campal interna. Hubo un mix de posicionamientos. “La fuerza del cambio de nuestras vidas”, dijo Horacio Rodríguez Larreta la noche que perdió las PASO de las elecciones 2023. Muy largo, pero el concepto se tomó y se reconvirtió: ahora irá por el cambio profundo pero sin romper todo.
Ni negro ni blanco, grises. Esa fue la forma que encontró Juntos por el Cambio para diferenciarse del peronismo y de los libertarios, los dos extremos más claros del mapa político. Como lo hizo el jefe de Gobierno en su momento, señalar los problemas de la gestión actual y proponer una supuesta solución mágica que devuelva a foja cero la realidad para empezar de nuevo pero mantener el satus quo, lo conseguido, lo que el sistema necesita para no derrumbarse.
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Con la ley de alquileres quedó muy claro. Javier Milei fue por el todo o nada y Juntos por el Cambio avanzó con lo que se podía avanzar. De aprobarse, el mercado estará más feliz. Y esa felicidad se la dará la alianza que mantuvo algunas cuestiones para modificar otras, en favor de los poderosos. La comprensión de la política, de las negociaciones y de los tiempos. Básicamente, la experiencia. El libertario, como no consiguió la eliminación, prefirió no hacer nada.
Se lo empezó a comparar con un terraplanista, con el salto al vacío, con el cambio sin horizonte y con poca durabilidad. Él los acusó, por estos planteos, de “golpistas”. Las vueltas de la vida. Lo cierto es que después de buscar identidad, Patricia empezó a encontrar algo de luz en una posición que no ayudó a Larreta en su momento, la intermedia.
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Con la incorporación de Carlos Melconian llegó un viento de renovación. Las encuestas la mostraron, en estas primeras tres semanas, como la dirigente con más dificultades para retener el 100% de los votos de Juntos por el Cambio del 13 de agosto. Mientras el resto tuvo tendencia al alza, ella bajó. Pero se confió en una recuperación.
Lo de Melconian será importante para que ella pueda dejar de meterse en economía y pasar a otros ejes más cómodos. La seguridad, uno de ellos. Esta semana se hizo un movimiento de cintura muy pronunciado para intentar culpar al gobierno nacional de un hecho de inseguridad en la Ciudad de Buenos Aires que en menos de dos años cambió de ministro en dos oportunidades. Una, por sus vínculos con la Corte Suprema y grupos de poder. La otra, por estar en Estados Unidos viendo tenis en vez de trabajar en la CABA durante año electoral. No fue un buen 2023 para el jefe de Gobierno.
También fue importante, para Patricia, el respaldo de gobernadores, de intendentes, de los cordobeses, la reunión oculta con Mauricio Macri. En Córdoba podría crecer cuatro puntos en caso de hacer una buena campaña; en Buenos Aires tienen margen para otros cinco puntos y en CABA tres más. Sin contar lo que podría suceder en Mendoza o Santa Fe – que tendrán elecciones provinciales los próximos dos domingos -, donde también creen incrementar el caudal de sufragios. Por eso, la esperanza de entrar al balotaje. Junto a una combinación de la economía jugándole en contra a Sergio Massa.
Pero los dirigentes ya no definen los votos. Ni los aparatos. La gente vota lo que quiere. Mira las redes sociales, los medios de comunicación, en parte se deja llevar por las formas y no por el mensaje. Por eso será necesario volver al territorio y no quedarse sólo con la posibilidad de derrame de voluntades desde la cúpula.
Milei también empezó a explorar los lugares más incómodos para él y a solicitar fiscales con más ímpetu para octubre. Sabe que no tiene estructura ni territorio y que estará solo con su alma frente a los votantes y aquellos que decidan acompañarlo y cuidar sus boletas. Buscará ir por todo. Por eso, lo que pase es ciencia ficción. Puede ganar en primera vuelta si Juntos por el Cambio cae mucho o puede ir a un balotaje. JxC y UP creen que estarán en esa segunda instancia.
Y ahí llegará el momento de votar con los ojos o las narices tapadas, porque la coalición que quede afuera deberá elegir por uno de los dos y buscar mantener el espíritu de supervivencia. Lo cierto es que el 2023 será un año de reconfiguración del escenario político, las piezas necesariamente se moverán. A eso apuntó Massa cuando habló de un gran acuerdo nacional para atraer a los sectores más progres y democráticos contra la extrema derecha.
El Congreso, central
El Congreso será la clave del nuevo período. Si estos dos años estuvo partido al medio, los próximos dos serán aún más difíciles. Los pactos serán necesarios pero, de mantener las actitudes actuales, casi imposibles. Los más combativos, bullrichistas, ya plantearon que derogarán más leyes de las que sancionarán.
El proyecto de Juntos por el Cambio, al menos de este sector, es el de la destrucción y no el de la construcción. Damián Arabia, candidato por CABA, habló de voltear la ley de alquileres, Martín Yeza se sumó a la proclama y Juan Manuel López, de la Coalición Cívica también. Él apunta, principalmente, a los regímenes de promoción industrial, que considera necesario revisar; al gasto tributario; la ley del teletrabajo, también la de alquileres u otras “trabas burocráticas”.
Con esa inercia, será difícil conseguir acuerdos para los proyectos que sí querrán sancionar, clave para una gestión propia en caso de ganar. La reforma del Banco Central, que demandará meses de trabajo, o paquetes de normas de seguridad, económicas y educativas anunciados por Bullrich en televisión.
El radicalismo, en líneas generales, no fue consultado sobre esta posición, lo que aisló la decisión de mostrarse combativos a unos pocos dirigentes que todavía quieren mantener la posición de dureza que Milei pareció arrebatarles. Un diputado consideró que esos dichos son más para titulares que para la aplicación en la vida real, que algunas cosas están bien y otras podrían cambiarse pero analizando casos puntuales, sin generalizaciones.
La uniformidad de acción se verá en dos debates clave antes y durante las elecciones. En dos semanas debería presentarse el Presupuesto 2024. No hay chances de que se debata antes de las elecciones y, de triunfar JxC, probablemente tenga una nueva letra. La ley de alquileres será otro punto problemático, sobre todo porque un sector empezó a negociar la regulación de los temporarios y Bullrich lo rechazó rotundamente.