El debate por Ganancias revivió viejas y actuales heridas dentro de Juntos por el Cambio. El quórum aportado por cuatro radicales fue visto como “grave” por parte del PRO, incluso el propio Mauricio Macri salió a confrontar con el espacio de Evolución, lo que no colaboró en nada con la relación tirante que su primo, Jorge, mantiene con Martín Lousteau en la Capital Federal. No quedan dudas que habrá reacomodamientos después de las elecciones 2023 pero, antes, la supervivencia.
La presencia de Emiliano Yacobitti y otros tres legisladores radicales fue interpretada por una importante fuente macrista como una especie de “vuelto” por el poco o nulo espacio que le dejaron al partido en la Capital Federal. Se lo acusó, incluso, de haber negociado el quórum y que por eso aprobó con la cola – al sentarse y habilitar la sesión – pero rechazó con el dedo – al votar en contra de Ganancias -.
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Macri salió a cruzarlos y les advirtió por el “populismo muy contagioso” y Dania Tavela, una de las diputadas que se sentó al inicio de la sesión, lo criticó duramente. Pidió preguntarle a Mauricio si está cómodo dentro de Juntos por el Cambio, dando a entender que probablemente prefiera apoyar o migrar hacia otros horizontes más maleables para él, como el de los libertarios.
La tensión de Macri con la UCR no es nueva. Para el ex presidente, el radicalismo es un partido testimonial, legislativo, sin chances de poder y que debería agradecerle su existencia porque, después del 2001, él decidió incorporarlos y armar Cambiemos en 2015, dándoles un segundo aire.
Pero, ¿qué hay detrás de estas acusaciones y enojos? Probablemente la historia pero, sobre todo, la interna porteña. Interna aún después de terminada la interna electoral, porque Evolución se encontró con una realidad diferente a la que venía manejando. Hasta ahora, Horacio Rodríguez Larreta se había encargado de conformar un gobierno de coalición que incluyera a todos los sectores y eso no estaría sucediendo ahora.
Esperar hasta después de los comicios
Como premisa central, los bandos dentro de Juntos por el Cambio porteño buscarán pasar la elección. No tocar ni romper nada hasta el 22 de octubre y, después, se verá. Incidirán las campañas nacionales y la relación local pero, como se planteó el escenario, no parecieran estar las condiciones para mantener una continuidad en estos términos. Algo debería cambiar.
Hace una o dos semanas, un importante referente de la UCR se reunió con Jorge para pedir la mitad del Gabinete. El macrista le dijo que no, y le ofreció el 0% del Gobierno para plantear una negociación a cara de perro. Ni el 50% ni el 0%, algo intermedio a lo que todavía no se llegó. Incluso, se le dijo que se considerara “pagado” con los cargos parlamentarios y comuneros.
El argumento es que, sin haber ganado aún, todavía no es momento de repartir. Macri primo no está para triunfar en primera vuelta pero está cerca. Dentro de las cuentas, de los votos de Lousteau obtenidos en agosto se iría un 3% a Santoro, otro 3% a Ramiro Marra y el resto debería quedar dentro de la alianza.
Por el momento, el radicalismo pareció haber quedado circunscripto a aportar militancia y mesas de campaña para que Juntos por el Cambio triunfe en CABA, tanto local como nacionalmente porque ellos también tienen nombres propios en las boletas y un buen resultado de Macri los favorecerá. No pueden caer en la clásica ruptura centenaria porque hay que cuidar los sillones.
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Sillones parlamentarios que, hoy por hoy, aparecieron como los únicos seguros en una gestión de Jorge. El resto está empantanado en una negociación a cara de perro. Diputados nacionales, legisladores y comuneros porteños son los cargos a defender porque se cortó el diálogo con el macrismo por llegar.
El que el electo jefe de Gobierno decidió preguntarle a los radicales qué propuestas les gustaría incorporar a “su” campaña, lo que no cayó del todo bien porque pareció una consulta externa. Un chupetín consuelo. Jorge Macri, contrariamente, lanzó este miércoles que “con el equipo de Martín Lousteau venimos trabajando juntos en varios proyectos como el Código Urbanístico y la Ley de Salud Mental. Nos reunimos todas las semanas para hablar de diferentes temáticas”.
Jorge también intentó algunos acercamientos. Estuvo con Mariela Coletta, presidenta de la UCR de CABA pero todavía no lograron una foto conjunta entre los dos espacios que disputaron la interna. La están buscando.
Bajo esos términos, la convivencia apareció como difícil, aunque la decisión sobre el futuro y los movimientos próximos no llegará hasta el 23 de octubre, pasados los comicios. Más que nada si el resultado nacional arroja, como muestran las encuestas, una segunda vuelta entre Javier Milei y Sergio Massa. Si Mauricio apoyara abiertamente al libertario, el radicalismo no podría encontrarse en la misma vereda.
El ex presidente pudo haber tenido algo que ver con este distanciamiento que, a simple vista, le podría abrir tranquilamente una puerta a otros espacios, como Unión por la Patria, en busca de los abandonados por Juntos por el Cambio en la CABA. Incluso el PRO tampoco logró contener – porque no buscó o no quiso - a todo el universo larretista. Algunos se sumaron a equipos de campaña pero no parecieran tener el lugar que, como la UCR, esperaron para después del 10 de diciembre. Llamativamente, los dos sectores excluidos tienen coincidencias programáticas.
Entonces, la ruptura llegaría del lado amarillo. Algunos macristas más duros que podrían optar por sumarse o incorporar a Milei versus el larretismo, la Coalición Cívica y el radicalismo (todo o un sector importante) más decididos por un espacio de diálogo con reglas básicas democráticas y un Estado relativamente presente.
De ser así – aunque tal vez haya algunos radicales que puedan quedar en el aire -, la UCR llegaría con más fuerzas a otra etapa. Una Era que los encontraría, de ganar el domingo en Mendoza, con cinco gobernaciones: la citada, Santa Fe, Chaco, Jujuy y Corrientes versus dos del PRO, como CABA y Entre Ríos.
En paralelo, bajo la premisa de “Gobierno de unidad nacional” invocada por Sergio Massa, ya hubo algunos nexos oficialistas con determinados sectores radicales de todo el país. Aquellos que perdieron las PASO, que no las superaron, y con sectores pro peronistas. Fue importante que Natalia de la Sota y Alejandro Rodríguez, diputados, estuvieran en la misa de los curas villeros, o algunos votos en favor de la creación de Universidades que antes preferían oponerse.
A los movimiento se les sumará, además, un nuevo aire en la conducción partidaria. Como ya contó El Destape, a fin de año habrá elecciones en el Comité Nacional de la UCR. Gerardo Morales, actual presidente, necesita de los 2/3 de los votos para poder reelegir. Un dirigente nuevo precisa sólo mayoría simple. Los dos que aparecen con fuerza son Gustavo Valdés y Martín Lousteau.
Valdés, gobernador de Corrientes, podría dejar pasar la oportunidad para concentrarse en los dos años de mandato que le restan en la provincia y luego, en 2025, apostar por la conducción del partido nacional. Todavía no está confirmado. Ahí aparecería Lousteau, que tiene apoyos nacionales y podría alzarse con el título. Eso para evitar, además, dejarle nuevamente el sillón a Alfredo Cornejo, que ya comandó el partido.