La foto de Ricardo López Murphy con Patricia Bullrich alborotó los ánimos en el espacio liberal de Republicanos Unidos. La definición del ex ministro de la Alianza de formar parte de los equipos de la titular del PRO motorizó las críticas dentro de su propia fuerza. Un sector de convencionales díscolos y enojados se reunió, a las pocas horas, para modificar el reglamento electoral interno con el fin de que nadie pueda, a título personal, tomar decisiones por el resto. Para este bando, el máximo referente del sector entregó al partido sin siquiera someterlo a consulta y el cambio de las normativas para definir candidaturas y lugares en las listas se tomó como una victoria.
Muchos de los dirigentes se enteraron del pacto de López Murphy y Bullrich por las redes sociales, lo que incrementó el enojo en un espacio que, siempre molesto con los manejos de la política tradicional, dijo encontrarse con los mismos vicios que supo criticar durante este tiempo: una sola figura, la más taquillera del espacio, definió con quién ir en estas elecciones y se mostró como candidato a jefe de Gobierno porteño, cuando otro dirigente de su espacio, Roberto García Moritán, ya había pronunciado su deseo en el mismo sentido.
La foto se conoció el domingo, pero el rumor empezó a correr antes. Los vínculos entre Bullrich y López Murphy no son nuevos ni mucho menos, hace tiempo que se mostraron próximos y compartieron actos clave que dejaron en claro la cercanía intelectual e ideológica entre ambos. Eso se consolidó este domingo. “Honestidad, coherencia, coraje y amistad. Qué orgullo que @rlopezmurphy y su equipo sumen su fuerza a nuestro proyecto”, dijo la ex ministra de Macri y estalló el problema.
Para los Republicanos Unidos enojados, aún con malas proyecciones electorales, lo ideal hubiera sido tener un candidato presidencial que represente a un sector que hoy empezó a buscar otro tipo de horizontes. La decisión de la cara más visible del espacio, se especuló, obedeció a su falta de competitividad con el riesgo de bajarse no sólo a él mismo sino a cualquier otro que quisiera emprender una misión exploradora.
El ex ministro de la Alianza ingresó a Juntos por el Cambio en 2021 para sumar, desde adentro, una visión liberal inexistente e ir a buscar esos votos con la consiguiente ampliación de la coalición. Una vez logrado el objetivo de ser diputado nacional, el lugar que en ese momento encontró como más lógico para ocupar, empezó su construcción de cara a las Ejecutivas con la intención de candidatearse a la presidencia. Pero en los últimos meses algo cambió.
López Murphy se encontró con que el votante de centro derecha liberal ya había encontrado una expresión dentro de Cambiemos, la de Patricia Bullrich. Postularse hubiera implicado funcionar como una especie de colectora de Horacio Rodríguez Larreta al dividir el voto entre ambas opciones. Y no estuvo dispuesto a hacerlo. Entonces, en la difícil pero necesaria misión de encontrar un lugar dentro de la grieta opositora, optó por acompañar a la titular del PRO, con quien tiene una relación de amistad, de trayectoria y cercanía ideológica.
Esto generó cortocircuitos dentro de Republicanos Unidos porque se interpretó que López Murphy señaló como funcionales al larretismo a todos aquellos que no optaron por plegarse a su decisión. Por lo bajo, se habló de una suerte de pacto entre el jefe de Gobierno y sectores capitalinos del espacio liberal para negociar cargos ejecutivos con la nueva gestión. Ese supuesto pacto quedaría trunco con la llegada del economista que ganó peso dentro de Cambiemos, se transformó en hombre de consulta y ya se encaminó a intentar dar una buena batalla en la CABA.
El diputado vio tres opciones para este año. La primera, no ser candidato a nada y quedarse en su banca. La segunda, ir por la senaduría en representación de Buenos Aires. La tercera, con encuestas propias y ajenas en mano, hacer una buena performance en la Capital Federal porque Cambiemos no logró construir otra línea liberal en ese territorio. Sólo Ramiro Marra, del espacio de Javier Milei, intentó conquistar a ese electorado y López Murphy notó que los números lo ubicaron mejor que quien ya se había lanzado, también por su partido, el “pampito” Roberto García Moritán. El legislador, en lugar de dar un paso al costado para dejarle el camino libre al líder de la fuerza, no dio el brazo a torcer.
La gran pregunta es si Patricia Bullrich lo dejará colgarse de su boleta presidencial ya que se dejó bien en claro que sólo apoyará al candidato del PRO en el distrito, en este caso Jorge Macri. Y se abrieron varios escenarios. El primero, si Larreta permitiera que Martín Lousteau y un hombre amarillo se presenten junto a su panfleto, la titular del partido también podría hacerlo para no estar en desventaja. El segundo, que no se le de la oportunidad a ningún extra PRO de sumarse a la lista larga y tengan que ir sólo con boleta corta. El tercero, que la elección capitalina sea desdoblada. El mismo día pero con papeletas diferentes para lo nacional y para lo local.
Por supuesto, en todo esto también tendrá un rol importante Mauricio Macri, que mostró toda la intención de retener la Ciudad en manos de su primo, Jorge. Según trascendió, en el último encuentro con López Murphy, el ex presidente no mostró objeciones a su candidatura y le dio el visto bueno para competir. Pero a meses del cierre de listas y, aún más, del conocimiento de los resultados, las opciones para el liberal serán múltiples, como ocupar un cargo en un potencial Gabinete en caso de que triunfe Bullrich.
Estos movimientos del economista generaron rechazos en quienes lo defendieron en 2021 pero también en algunos afiliados rasos. Los referentes molestos notaron que un dedo le ganó, o quiso ganar, a la libre elección de quienes se anotaron a un partido que llevó como bandera la participación y la eliminación de las lapiceras para pasar a una intervención plena de todos sus actores. Sin listas sábana, sin órdenes preestablecidos y con alianzas conformadas en base a votaciones.
Por eso, horas después de conocida la foto, la Convención partidaria se reunió para votar la derogación del actual reglamento electoral y modificarlo por otro que prometa una encerrona para las aventuras personales en nombre del espacio. En la previa, buscó conseguirse el relato del “común acuerdo” entre todas las partes para evitar el relato de la derrota de uno de los dos sectores.
El nuevo texto, válido para elecciones nacionales y distritales trabajado entre diferentes sectores, apuntó a la prohibición del uso de listas sábanas, con orden preestablecido, sugerido o cualquier otra variante que no implique el voto unipersonal ordenado por voto único transferible. Si antes se le dejó la puerta abierta a este tipo de prácticas duplicando los avales requeridos para la inscripción de candidatos que intentaran llevar un orden pre-establecido sin pasar por el concurso interno, eso quedó eliminado. Además, se derogaron artículos donde se mencionaba explícitamente la cuestión de las listas o se eliminaron referencias a ellas.
También se eliminaron las postulaciones por agrupación para pasar a ser unipersonales, sin candidaturas por lista, afinidad, lema, orientación política ni ningún otro factor identitario, dejando boletas para cada categoría en particular. Además, el orden de aparición de los candidatos ahora será definido por un sorteo que deberá ser realizado en sesión pública de la Junta Electoral del espacio.
Según el calendario definido, mayo será el mes de super acción. El día cuatro, será el tope para la presentación de precandidatos y sus avales para, dos días después, proclamar las candidaturas y un mes más tarde realizar las elecciones.
Esto se celebró con una salida nocturna, casi como una victoria patriótica. Pero lo cierto es que no generó ningún tipo de preocupación para López Murphy porque se trató de una reunión técnica que no profundizó modificaciones sustanciales dado que nunca propuso listas sábanas ni entregar el partido a Bullrich, según se aclaró. De todos modos, quedó abierta la herida y la posibilidad de que un espacio pequeño deba ir a internas para dirimir las diferencias.
Más allá de las cuestiones administrativas y burocráticas, la Convención del lunes intentó mandar un mensaje que se magnificó más de lo que debería: la imposibilidad de que en Republicanos Unidos se utilice la lapicera y se defina por encima del resto, sin participación ni consulta. Lo dejó en claro Yamil Santoro, que siguió muy de cerca las negociaciones en 2021 para que López Murphy lograra una banca de diputado nacional, incluso quedando él fuera de la Legislatura porteña.
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“Es inadmisible que un afiliado, porque @rlopezmurphy no deja de ser UN afiliado más en @repunidosCABA, se adjudique la representación del partido y defina la política de alianzas del partido pasando por encima del partido, sus afiliados y sus órganos. Eso está mal”, sostuvo en un extenso hilo en Twitter. Y agregó que “querer imponer una política de alianzas, la que fuera, de prepo en los medios, sin acuerdo interno, sin seguir las instancias previstas, es una forma de faltarnos el respeto a todos. No es ese el partido que construí, ni el dirigente que yo elegí respaldar y por el cual me bajé”.
¿Qué podrá pasar a futuro? Una respuesta incierta. Podría suceder que el partido se abra y opte por acompañar opciones diferentes o vayan a una interna. Podría suceder que todos terminen detrás del proyecto de Bullrich pero mediante votación interna y no por imposición, o podría suceder, tal vez como ejemplo extremo, que varios vayan detrás de la candidatura de Javier Milei. También que florezcan mil nombres para intentar ocupar el lugar vacante en una lista presidencial. Años luz.