El búnker de unidad en Juntos por el Cambio es difícil pero todavía no imposible. La negociación está abierta, nada terminó de cerrarse y ambos equipos están en comunicaciones para ver si el larretismo termina de ceder ante las exigencias de un bullrichismo atado al discurso de la austeridad.
A poco más de una semana de las PASO, Patricia Bullrich puso sobre la mesa, mediante su jefe de campaña Juan Pablo Arenaza, algunas necesidades mínimas para satisfacer el espíritu de su campaña, golpear a Horacio Rodríguez Larreta con la indirecta bastante clara y anticipar el acto demagógico del “achique” de los “privilegios de la política”.
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Larreta quiere, casi por cábala, estar en Costa Salguero. El búnker elegido por el PRO históricamente podría quedar a un lado este año pero el jefe de Gobierno todavía no tiene nada cerrado. Es la pretensión, en cambio, del bullrichismo. En caso de triunfar esta propuesta, la ex ministra dejaría de ser una visitante para pasar a ser parte del doble comando de la organización.
Pero, además, obligaría al jefe de Gobierno a torcer el brazo, a declinar su lugar de la buena suerte para pasar a satisfacer sus caprichos personales y abonar al concepto de la campaña de su contrincante. De todos modos, en el fondo, lo importante se centró en otro lado, en la necesidad de demostrar una imagen de unidad que pueda predecir un lunes 14 de agosto en equipo.
Estar juntos el día de las PASO, para el larretismo, sería una señal civilizada para encarar las elecciones generales en donde el verdadero enemigo será el kirchnerismo y ambas listas, la ganadora y la perdedora, deberán unirse sin tener fisuras, enojos ni rencores. La idea fue compartida por Mauricio Macri, Diego Santilli, Martín Lousteau, Jorge Macri y el nuevo apoyo de Larreta, María Eugenia Vidal.
El ex presidente reapareció en un miércoles de superacción. El día en que la ex gobernadora bonaerense decidió hacer público su apoyo al jefe de Gobierno, Mauricio lanzó un mensaje bullrichista en Pergamino. Pidió cambiar porque “somos el cambio o no somos nada”. También viajó a San Nicolás. El titular de la Fundación FIFA volvió el domingo de su viaje por Europa, estuvo junto al campo en La Rural y se espera que se meta de lleno en la campaña.
De hecho, el miércoles circuló la versión de un enojo de Mauricio con Vidal por su blanqueo de preferencias electorales. Según los rumores, la habría notado “desdibujada”. Una palabra extraña para referirse a una dirigente que él se encargó de levantar y poner en escena como posible candidata presidencial
Después de varias horas de dejar correr el rumor, salió a dar las pertinentes aclaraciones. “En ningún momento cuestioné a María Eugenia por su decisión de apoyar públicamente a Horacio”. El ex presidente aseguró que “cada uno es dueño de sus decisiones” y que, por lo tanto, no deberían ser cuestionadas. Pero también dijo sentir el “desencanto” de Cristian Ritondo - la palabra que utilizó fue “decepción” -, un vidalista fiel.
Para Ritondo, la decisión de Vidal es problema de Vidal y no debería alterarles los ánimos. Pero, al mismo tiempo, hizo foco en la supuesta neutralidad que María Eugenia mantendría hasta el final. Ella, de todos modos, nunca se casó con la imparcialidad y advirtió que podría inclinarse por un candidato. Sin embargo, en privado, el diputado entendió y no se mostró profundamente enojado aunque sí si vio obligado a salir a sentar posición.
El bullrichismo dijo que nunca le pidió “nada” a la ex gobernadora, pero lo cierto es que el pacto tácito para garantizar la libertad de acción incluyó una candidatura de Ritondo para la gobernación, cosa que no se cumplió. Eso fue charlado con Bullrich y el pacto apareció como sellado. Pero ella eligió a otro, Néstor Grindetti. Leal, Ritondo aceptó.
Más allá de las internas desatadas en el medio, el búnker todavía sigue en negociación. Si todos esos dirigentes se mostraron a favor de lograr una imagen de unidad, también esperaron que Bullrich termine aceptando la necesidad de estar en un mismo espacio y no divididos.
Pero, para el bullrichismo, Costa Salguero es un lugar caro para la política. Patricia se encargó de insistir en compartir los costos del alquiler pero ya sea por recursos o por imagen, pidió un predio “austero”. En su equipo de campaña se temió que la alianza eligiera un espacio muy grande y con un gran despliegue, algo opuesto al estilo que ella supo manejar durante estos meses, el de la austeridad.
"No puede haber un solo político que no viva en la austeridad absoluta", dijo en febrero de este año. Lo volvió a recalcar cada vez que pudo. Cinco meses más tarde, lanzó que “la austeridad es la forma en la que hay que gobernar” y también prometió “austeridad absoluta en el Estado para generar inversión”. También dijo que no viviría, en caso de ganar las elecciones, en la Quinta de Olivos porque los presidentes tienen que salir del “encierro”. Y uno de sus aspectos más destacados durante la campaña fueron sus constantes viajes en líneas aéreas comerciales para trasladarse de un lugar a otro en contraposición a los vuelos privados de Larreta.
Por eso, no es extraño que pidan un poco de ahorro a la hora de manejar la “fiesta” de los resultados. Desde el comando de campaña bullrichista pidieron tres cosas: búnker austero, chico y sin grandes gastos. Para el larretismo, todavía no se aceptó ni se rechazó la mudanza.
Los halcones, además de aferrarse al discurso y estrategia electoral, también sospechan de las palomas y quieren un lugar neutral. Larreta, para el armado bullrichista, fue muy hábil para mostrarse como bondadoso y construir a Patricia como la mala de la película. Entonces, la desconfianza está a flor de piel.
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Sobre todo porque en 2021, se quejaron, los de la Ciudad fueron los dueños de las pulseras para entrar al VIP con un criterio discrecional. Ese año hubo varias pulseras identificatorias para ingresar a distintos niveles del búnker en Costa Salguero y se generaron algunos cortocircuitos y problemas porque algunos asesores, por ejemplo, no pudieron llegar hasta el final.
Lo que se defina impactará no solo en lo nacional sino también en la espera de resultados de la provincia y la Ciudad de Buenos Aires. En caso de lograr la unidad, todos juntos y sin problemas. En caso de no conseguirla, Diego Santilli aguardará junto a Larreta y Néstor Grindetti junto a Bullrich. La gran incógnita es qué pasará con Jorge Macri, que no se la jugó por ninguno.
Su primo, Mauricio, en su recorrida por el interior productivo bonaerense, pensó en el día después. “Lo importante es que el 14 sigamos juntos rumbo a cambiar a la Argentina, poniendo todo lo que esté a nuestro alcance. Dentro de la Ley tenemos un enorme futuro pero por fuera de ella solo habrá más pobreza y exclusión". Una vez más, el orden como eje rector.