Horacio Rodríguez Larreta tiene la llave para decidir cómo y cuándo van a realizarse las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias este año. El oficialismo avanzará la semana próxima con el tratamiento de un proyecto de ley para modificar el calendario electoral atendiendo la situación sanitaria, postergando para fines de septiembre o incluso para octubre las internas que están previstas para comienzos de febrero, en plena temporada invernal. Sin embargo, no se podrá avanzar en ese sentido sin una coordinación con los distritos más populosos, como CABA y la provincia de Buenos Aires, donde el alcalde porteño tiene poder de veto en las legislaturas, de manera tal que cualquier decisión deberá negociarse con él. Por ahora, su posición es contraria a introducir cambios.
“Es un riesgo innecesario votar en agosto, aunque no puedo decir cómo estará la situación sanitaria para ese momento, pero creo que es un riesgo absolutamente innecesario que no debemos correr", sostuvo ayer el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, consultado sobre la cuestión. En el mismo sentido se manifestó el viceministro de ese área en la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, que advirtió que durante el invierno el sistema de salud estará en “un momento de alta tensión” y que por lo tanto sería positivo postergar los comicios “uno o dos meses”. Como anticipó El Destape, en el Frente de Todos perdió tracción la iniciativa oficial de suspender las primarias pero existe consenso en la necesidad de realizarlas más cerca de fin de año.
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Una postergación tendría, a nivel sanitario, dos ventajas importantes. Por un lado, cada semana extra que pase se sumarán cientos de miles o incluso millones de personas a la lista de los vacunados. El propio González García estimó que, si no hay demoras inesperadas, entre agosto y septiembre podría estar inoculada la totalidad de la población mayor de 18 años que así lo desee, lo cual reduciría el riesgo de que las elecciones se conviertan en un evento supercontagiador. En segundo lugar, las temperaturas, en todo el país, a fines de septiembre o en octubre son más razonables para organizar un operativo que contemple centros de votación al aire libre, algo que tiene sentido con temperaturas templadas pero no en lo más álgido del invierno.
Sin embargo, cualquier modificación del calendario electoral debe contar con el apoyo de la oposición. Incluso si el gobierno consiguiera los números en la Cámara de Diputados para darle media sanción a una ley que establezca nuevas fechas para ir a votar, la decisión no tendría sentido si la ciudad y la provincia de Buenos Aires, que agrupan entre las dos a casi la mitad del padrón del país, no acompañaran esa medida. Y en ambos distritos, Rodríguez Larreta tiene poder de veto. En la legislatura porteña, porque nada se hace o deshace sin el visto bueno del alcalde. Y en territorio bonaerense, porque la bancada de Juntos por el Cambio en el Senado provincial, que responde a la larretista María Eugenia Vidal, cuenta con el número suficiente para bloquear la iniciativa.
Hasta ahora, Rodríguez Larreta dejó trascender que no apoya ningún cambio. La suspensión de las PASO naufragó, justamente, por su negativa a acompañar un proyecto en ese sentido. No solo eso: hace dos semanas, el jefe de Gobierno recibió a dos gobernadores radicales, Gerardo Morales y Gustavo Valdés, que buscaban convencerlo de que aceptara modificar el régimen electoral por este año, pero después de la reunión los que salieron convencidos fueron ellos, porque el alcalde les prometió que las primarias servirían para dirimir candidaturas entre el PRO y la UCR. Ayer, varias voces de Juntos por el Cambio, salieron a rechazar cualquier cambio. La última palabra para avanzar con la postergación que propone el oficialismo la tiene, en todo caso, el líder opositor.