El país de un Estado presente, realmente democrático y con intereses colectivos contra un país de Estado débil, con preeminencia de las corporaciones privadas, individualista y de cultura “meritócrata”, del sálvese quien pueda. Un país que apuesta a la producción local y al consumo interno, con ampliación de derechos y protección del empleo versus otro que cree en la apertura indiscriminada de los mercados, precarización laboral y grandes negocios financieros. Así entiende en el Frente de Todos que quedaron planteadas las posiciones ante las elecciones primarias como se insistió en los últimos actos, para lo que contó con la colaboración de una oposición cada vez más corrida a la derecha necesitada de evitar fugas.
Iniciada la veda, en el comando del Frente de Todos explicaban que recién en los últimos días de campaña habían conseguido llevar el debate al terreno que buscaban. Antes hubo un recorrido accidentado con la foto en Olivos, la profesora en La Matanza, el "garchar" de Victoria Tolosa Paz y demás recortes de la realidad con los que los medios alineados con la oposición buscaron ocupar la mayor cantidad de minutos posibles. Luego de las elecciones provinciales en Corrientes, Juntos por el Cambio sacó un comunicado planteando que en las elecciones nacionales se jugaban dos modelos de país. “Es la primera vez que estamos de acuerdo, hay dos modelos de país en pugna", tomó la idea el presidente Alberto Fernández en el acto que encabezó ese día en Tecnópolis en diálogo con los gobernadores peronistas conectados vía zoom. Desde allí, la campaña del Frente de Todos ya no tuvo más distracciones.
"Nuestra agenda tiene que ser positiva, hay que dejarle en claro a la gente que va a estar mejor de lo que está hoy", explicaba uno de los estrategas de la campaña la idea eje -"la vida que queremos"- con el que apuntaron a la "renovación" del compromiso electoral de 2019, trunco en virtud de la pandemia. Lo que debía quedar muy explícito era que el modelo con el que la gente puede estar mejor es el que lleva adelante el Gobierno y no con el de la oposición, que se fue hace muy poco de la Rosada dejando atrás un país incendiado. “Es una pena pensar que tanto esfuerzo pueda caer en saco roto por el canto de sirenas de los que maltrataron la educación, la ciencia y la tecnología, los que facilitaron la timba financiera y destruyeron el trabajo”, marcó el Presidente en aquel acto. La salida del macrismo de la Casa Rosada todavía permanece fresca.
A la derecha de la pantalla
El Frente de Todos contó con la colaboración opositora. El hecho que las encuestas mostraran que Juntos por el Cambio sufría una sangría de votos a manos de la derecha libertaria devolvió a Macri a un rol protagónico luego de que, en el inicio de la campaña, sus propios candidatos le escaparan. Primero fueron unas fotos en actos cuidados con María Eugenia Vidal y Diego Santilli pero el ex presidente se envalentonó y dio un par de entrevistas en La Nación más, el canal que siente como propio. Macri tomó como bandera la defensa de su gestión, incluyendo su absurda teoría sobre el endeudamiento no tan grave durante su mandato. A los candidatos de Juntos no les quedó otra que seguirlo.
Otra ayuda al discurso del Frente fue que, en su última entrevista junto a Vidal, a Rodríguez Larreta se le ocurriera plantear la idea de eliminar las indemnizaciones por despido. En su caso en particular, la preocupación no sólo es que los votos del espacio drenen hacia Javier Milei sino también que dentro de Juntos por el Cambio Ricardo López Murphy consiga un muestra de apoyo contundente. La suma de los votos libertarios de Milei más los liberales de López Murphy funcionarían como una amenaza de fuga por derecha muy temprana para las ambiciones presidenciales del jefe de gobierno porteño, que a poco del cierre de campaña propuso entonces eliminar derechos laborales en un mercado ya de por sí ultraaflexibilizado.
"Para ellos trabajar es un costo, por eso quieren parar las indemnizaciones. Para nosotros es capital, un proyecto común de una empresa, el Estado. El trabajo no es costo, es un aporte para el crecimiento, entiéndanlo de una vez", aprovechó Fernández. En pocos temas más claro la diferencia de los dos modelos. Uno plantea el crecimiento de la producción y el consumo como vía para generar empleo genuino -incluso con un sector promoviendo un proyecto de reducir la jornada laboral para que se creen nuevos puestos- mientras que el otro propone una reforma que elimine las indemnizaciones para precarizar todavía más los empleos y que las empresas puedan despedir sin costos. "Nosotros somos los que cuidamos a la gente, ellos los del sálvese quien pueda", fue uno de los mensajes en el cierre, reuniendo la pandemia y la discusión por las indemnizaciones.
En el Frente de Todos reconocían el sentimiento mezcla de apatía y enojo que existe en buena parte de la población. Muchos de ellos integran lo que se conoce como oficialismo "blando", aquellos que sin ser simpatizantes eligieron al Frente de Todos hace dos años y hoy se sienten desilusionados. En algunas encuestas los mostraban como quienes menos ganas tenían de ir a votar y, principalmente, a ellos estuvo dirigido el mensaje final. Respaldado con datos como el que el crecimiento será mayor proyectado, especialmente en el sector industrial, con ya 23 mil empleos más que los que dejó Macri en 2019.
Con una recuperación del poder adquisitivo de los salarios todavía pendiente, en el Frente de Todos confiaban en los datos que le aseguraban que mantendrían un respaldo alto. "El Frente de Todos es nuestro mayor valor y en el cierre en Tecnópolis mostramos que sigue unido y con las propuestas de siempre, que ahora sí vamos a hacer lo que prometimos. Creemos que se instaló el mensaje y que la gente nos va a volver a acompañar", concluían.