Dos cosas llaman la atención estos días. Una es que el macrismo siga repitiendo que ellos ganaron las elecciones y que no entienden por qué el FdT continúa festejando una derrota. Ese desconcierto parece auténtico y más allá que esa circunstancia la utilicen para criticar al presidente (no reconoce la realidad, etc.) parece evidente que se ve en la oposición una dificultad notable para leer lo que políticamente fueron estas elecciones. Pues aun cuando el resultado está a la vista, este siempre implica más de una lectura; en cambio el macrismo prefirió una lectura acelerada y superficial sobre un proceso electoral que los tiene de protagonistas y que no plantea de aquí a 2023 un escenario ya definido. Con todo algo emergió estos días: Ricardo López Murphy al igual que Patricia Bullrich afirmaron que el resultado en CABA fue muy por debajo de lo esperado. El segundo punto es una situación que parece no necesaria seguir señalando pero que ante el resultado electoral y el “festejo indebido” cobró más relevancia: los periodistas de los grandes medios se convirtieron en portavoces incondicionales de la posición macrista, llevando su indignación por las celebraciones peronistas a niveles a veces incomprensibles, repitiendo casi en los mismos términos los argumentos de dirigentes políticos, pasada ya una semana de los resultados. Luego, esa exigencia al peronismo para que reconociera la derrota, llevó a situaciones curiosas que derivaron en discusiones públicas entre periodistas y políticos de esa gran coalición opositora.
De allí la importancia de reconocer que la política se construye también sobre un mundo de expectativas. En las semanas y días previos a las elecciones, el conjunto del macrismo auspiciaba no sólo una victoria electoral si no una de carácter aplastante que dejaría en knockout tanto al partido como al gobierno; se habló con insistencia de la inminencia de otro “rodrigazo”, de renuncia de Alberto Fernández, de días finales del gobierno, sin que ello se derivara de lectura de variables, solo de un supuesto resultado electoral. Luego de esas y otras lecturas anticipadas repetidas sin cesar, era muy razonable que el FdT celebrara el domingo a la noche que había quedado a poco más de 100 mil votos de Juntos en la PBA y que con un escrutinio casi definitivo, mantenía la primera minoría en la Cámara de Diputados, ajustadamente como hasta ahora. Parecería que la situación en el Senado, donde el FdT mantiene la primera minoría, pero perdió el quorum propio, ya se daba por descontada y difícil de revertir por el mapa que había dejado la PASO. También se ha repetido que la pérdida del quorum propio nunca había sucedido y no es así; la misma situación se produjo luego de las elecciones de 2009 y hasta 2011. De allí el peso de las expectativas ¿Se observaron sólo en la celebración en la sede que eligió el FdT para festejar? No, fue nítido en el escenario del macrismo, donde la alegría parecía excesivamente contenida. Donde la presencia del ex presidente Macri se desdibujaba junto a un Rodríguez Larreta ya insinuando su candidatura presidencial. Seguros de un triunfo aplastante en la PBA, la victoria menguada, que al fin y al cabo distribuyó la misma cantidad de diputados a Juntos que al peronismo, fue otra evidente sorpresa para el partido amarillo.
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A pesar de estas derrotas para el oficialismo en el Senado en particular donde ha perdido 6 bancas y en diputados donde la diferencia sobre el bloque opositor será solo de dos legisladores, en los hechos el resultado de esa correlación de fuerzas no parece muy diferente al que se vivió en estos dos años, donde la posición del macrismo ha sido oscilante: aceptó acuerdos en ambas cámaras con el gobierno para sesionar y aprobar algunas leyes, pero a la vez denunció en los medios que el Congreso estuvo cerrado durante la pandemia o bien que las sesiones virtuales eran ilegales, recurriendo incluso al Poder Judicial. Las impugnaciones de Cambiemos ha sido constante desde 2019, es decir un recurso que deberá evaluar como lo calibra para utilizarlo nuevamente en los dos años siguientes; mientras tanto el oficialismo deberá recurrir a espacios más acotados para conseguir apoyos para el quorum y los proyectos de ley, descontando desde luego la imposibilidad de un acuerdo con la izquierda del FIT, que hasta se abstuvo en el impuesto a la riqueza.
Por eso, no está en la distribución de cargos y la resultante de ello el punto más relevante, sino en el propio ejercicio del voto. El escrutinio provisorio refiere a un 71% de presentismo, una cifra más alta que la de las PASO, pero que aún se mantuvo baja en términos históricos; una pregunta es cuánto impactó la pandemia en este número e incluso creyendo que es muy alta la correlación, vale la pena preguntarse cuántos y qué tipo de daños ha hecho en nuestra sociedad esta pandemia, tanto en la dimensión económica, como social, individual, anímica, etc. Varios especialistas han llamado la atención en el alcance de las delicadas situaciones de daño en la salud mental.
Por otra parte, también pareciera que algo está sucediendo con el voto. Puede ser temporal o no, habrá que aguardar. Pero las preferencias sufren algunos cambios. El Peronismo ya no puede descansar solo en esperar los votos del segundo o tercer cordón de la Provincia de Buenos Aires, como bien ha señalado el sociólogo Artemio López; porque si bien su base electoral sigue sosteniéndose en los sectores populares algo sucede allí, algunos cambios. De hecho, el partido de Milei, obtuvo su mayor porcentaje (19%) en la comuna 8, uno de los sectores más populares de la CABA. Al mismo tiempo, el voto al economista televisivo fue parejo en toda la capital, limitado entre el 13% y ese 19%, de modo que no sería correcto otorgarle una identidad de clase a su votante, sino una vinculada a otros fenómenos, antipolíticos, etarios, etc. Por eso el futuro de los autodenominados libertarios es tan incierto, pues por ahora representan algo muy superficial, donde además tienen mucha competencia discursiva.
Qué sucederá con el voto es una de las preguntas. Si estamos ante un cambio en su estructuración, no ideológica, sino en las formas en que la sociedad procesa sus representaciones, o si se trata del impacto de la pandemia y en dos años el proceso irá consolidando la polarización en las dos coaliciones que dominan desde 2015. En esas sendas parecen ir los interrogantes.