En las últimas semanas, un grupo de gobernadores de distintas extracciones políticas ha instado un debate sobre la suspensión transitoria de las Primaria Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Suspensión transitoria, sustentada en el argumento de la pandemia y el gasto económico que implica su realización.
Reconozco que difícilmente seré objetivo al polemizar con esa posición, teniendo en cuenta que Néstor Kirchner, en aquel entonces, me preguntó en muchísimas oportunidades sobre el tema, debido a que me había tocado experimentar distintas búsquedas democratizadoras de los Partidos Políticos en la Argentina y sobre todo en el proceso de selección de candidatos. Es cierto que allá por el 2001/02 cuando empezamos a hablar de esto veníamos de la gran crisis de 2001 y el reclamo nihilista de una parte importante de la sociedad se sintetizaba en la consigna QUE SE VAYAN TODOS.
A finales de los 80 del siglo pasado, integré la experiencia de Izquierda Unida y la selección de candidatos la hicimos con una interna abierta que terminó eligiendo la fórmula Néstor Vicente y Luis Zamora, ejemplo de participación democrática que empezó a romper la tendencia de la izquierda que era capaz de dividirse en tantas partes como le fuese posible. Recuerdo los dichos de Vicente cuando afirmaba lo difícil de ponerse de acuerdo en principios e ideas y lo fácil que le resultaba a la derecha, que esencialmente acordaba por intereses.
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Luego analizamos la otra experiencia, la de la Alianza, acuerdo entre el Frepaso (Frente País Solidario) y la Unión Cívica Radical que terminó por imponerse con la candidatura de Fernando de la Rúa por encima de la esperanza de renovación política que implicaba el Frepaso y la frustración de los jóvenes del radicalismo al terminar todos detrás de la derecha de ese partido alimentando sin dudar el que se vayan todos en la sociedad argentina.
Con estos dos momentos previos a las PASO como ejemplo, quiero mostrar que no hay soluciones únicas y mágicas para la renovación de la política y menos para construir una forma de hacer política que sirva a las mayorías populares y se asiente fundamentalmente en la democratización del debate y en la participación popular.
También considero tajantemente que sin democracia y participación popular es casi imposible construir una alternativa de mayorías que supere el oportunismo pragmático de turno. Eso buscábamos con Néstor Kirchner cuando se fueron ideando las PASO.
Nunca podemos decir que un instrumento es perfecto en política, pero sí podemos analizar si sirve o sirvió para el objetivo de democratizar y abrir caminos al protagonismo popular.
Sin dudas las PASO fueron algo bueno, no siempre lo suficientemente democráticas y participativas para el activismo político, para la sociedad que podía participar en la selección de sus candidatos y que rompía con el misterio de las roscas de cúpula en la elección.
No todo funcionó perfecto ya que normalmente el manejo de las Juntas Electorales partidarias o Frentistas tienden a recrear el poder existente, pero en muchas ocasiones abrió paso a renovaciones impensadas poco tiempo antes y sobre todo permitió que cada candidato que pudo disputar supiese si su respaldo condecía con mayorías o simplemente era un juego de pequeños microclimas.
Vale la pena también recordar que junto a las PASO se establece el financiamiento para grandes y pequeños Partidos que los liberan de condicionantes de grupos económicos, regula los aportes del Estado y también el acceso a medios de comunicación. Sin esto, sólo sería un juego cupular de poder o poderosos.
Querer limitar el tema de las PASO a la cuestión de costos es casi ridículo y puede contactar con la idea que son más baratas las dictaduras, claro, si las medimos solo por el acto electoral y no por las otras consecuencias que tanto hemos vivido y sufrido en el Siglo XX.
En cuanto a los riesgos de celebrar elecciones en pandemia debo manifestar que no conozco ningún estudio que indique que se incrementaron los infectados en países como EEUU, Chile, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Dominicana y muchos otros en todo el mundo donde hubo elecciones en los últimos meses. Tampoco que se ponga en duda elecciones en países que como en Argentina, las tendrán en lo que resta del año, o más próximamente como Ecuador, Colombia, México, Chile, El Salvador, Honduras, Paraguay, Nicaragua, etc.
Tampoco escuché decir si van a unificar los actos electorales nacionales y provinciales como están pensadas en Corrientes o Santiago del Estero, solo para ser coherentes con el planteo que los gobernadores hacen sobre costos y pandemia.
Vale la pena iniciar un debate serio, profundo, que escape a la coyuntura electoral para analizar cómo mejorar nuestro sistema de votación. No es tiempo ni momento para especulaciones y mucho menos para manipulaciones de la opinión ciudadana.