Juntos por el Cambio bajó línea política y quiere el 45% de votos en noviembre

Algunos dirigentes llegaron camuflados para evitar ser reconocidos por manifestantes de organizaciones sociales. Dentro del hotel donde se reunieron en un clima de armonía, pidieron sumar más votos para sacarle el quórum a CFK en el Senado y conseguir una base importante para evitar el balotaje en 2023.

22 de septiembre, 2021 | 00.02

“¿Dónde estás? Ponete una gorrita y vení”, le dijo Patricia Bullrich por teléfono a Jorge Macri desde el cuarto piso del hotel NH ubicado a una cuadra de Plaza de Mayo. El intendente de Vicente López llegó, pocos minutos después, con una gorra negra en mano. Afuera, desde temprano, una movilización de organizaciones sociales obligó a que varios dirigentes, entre los que estuvieron Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli, hicieran su ingreso camuflados para no ser reconocidos. Mauricio Macri, en tanto, llegó con guardaespaldas y fue directo al estacionamiento, eludiendo cualquier contacto con la calle. Así se encontraron el martes para mostrar una foto de unidad y bajar el mismo lineamiento político a todos los candidatos camino a las elecciones generales de noviembre.

El encuentro reunió a los dirigentes nacionales de la alianza, los 16 candidatos a senadores de las ocho provincias que eligen esa categoría y los dos primeros postulantes a diputados de cada una de las listas presentadas, aunque por la Ciudad y Buenos Aires hubo más. Por ejemplo, estuvieron presentes Fernando Iglesias, que quedó sexto en la boleta de la CABA, y Emilio Monzó que de momento está noveno en la nómina bonaerense.

Foto: Federico López Claro. Larreta y Santilli ingresan camuflados a la reunión.

Los tres presidentes de los partidos fundadores – Bullrich, Alfredo Cornejo y Maximiliano Ferraro - fueron los encargados de hablarle a los invitados desde una mesa cada vez más amplia que incluyó también a gobernadores. Casi como una burla del destino, decidieron sentar juntos a Mario Negri y Martín Lousteau, el vencido y vencedor de la PASO cambiemita en Córdoba. El discurso fue similar para todos: la importancia de la unidad para lograr la libertad, la igualdad y el mérito como camino para crecer individual y colectivamente, según expresó el titular de la Coalición Cívica. Volvió la meritocracia. También la crítica al Gobierno nacional por la interna de la semana pasada y la falta de rumbo, así como la necesidad de custodiar los votos para mantener y ampliar el 40% conseguido el 12 de septiembre.

El objetivo, sacarle el quórum al Frente de Todos en el Senado y acercar los números en Diputados. Pero, además, lograr un 45% de los votos en noviembre para llegar a un 2023 sin balotaje y volver al Gobierno. Esa fue la arenga de una Patricia Bullrich que quiso entusiasmar a los candidatos y simpatizantes pero que, por lo bajo, se plantea con más cautela. A nadie le pareció una tarea fácil lograr semejante crecimiento, sobre todo porque es imposible proyectar la elección de aquellos que no fueron a votar hace diez días.

El encuentro fue, más que nada, un formalismo. Algunos dirigentes como Macri y Santilli se fueron antes. Los dos protagonizaron una escena que se viralizó en redes sociales: “Te lo pido por segunda vez”, le dijo el ex presidente al candidato bonaerense y desde el PRO salieron a calmar las aguas. Aseguraron que ese cruce se dio en paz, que Mauricio le pidió que mantenga la unidad en la provincia y que “el colo” dijo que nunca le falló.

Otros dirigentes, en tanto, se dedicaron a no prestarle demasiada atención a las exposiciones. Ricardo López Murphy, ubicado en el medio del salón, lejos de la mesa nacional, leyó mensajes de Whatsapp todo el tiempo, Iglesias miró Twitter y Santilli se divirtió con su celular solo en una mesa que recién se completó a la media hora con la llegada de Facundo Manes. Casi como compañeros de banco de la escuela, se dedicaron a hablar entre ellos.

En paralelo, Bullrich anunció la creación de un Comité Jurídico Electoral para controlar los comicios, asegurar que no se usen fondos y medios públicos para beneficiar al partido gobernante y aglutinar las denuncias por delitos electorales que tengan la intención de dar vuelta el resultado a favor del Frente de Todos. Una vez más, instalar el miedo en torno a la jornada electoral. Lo curioso fue que prácticamente nadie sabía quién integraría ese Comité que, al final, simplemente estará conformado por el equipo de abogados de la alianza sólo que con nombre más pomposo.

Con los objetivos planteados, la campaña será un mix de todo. Incluirá la tradicional recorrida por las provincias con los candidatos bajo la lógica “los votos se consiguen en las calles” pero también tendrá redes sociales, un ámbito donde se sienten muy cómodos. La estrategia obedecerá a la necesidad de mantener a las figuras del núcleo duro que, como es el caso de Bullrich, apuestan por no suavizar el discurso y mostrarse en marchas. La presidenta del PRO está orgullosa de haber formado parte de las movilizaciones en cuarentena o para impedir la expropiación de Vicentín.

Es que, a diferencia del Frente de Todos, Juntos por el Cambio tiene mucho por perder. La aparición de Javier Milei en la Capital Federal se convirtió en un factor a tener en cuenta y que, según analizaron, no impactó en la PASO pero podría hacerlo en noviembre. Por eso, la necesidad de contener al núcleo duro que tiene una opción hacia la cual migrar. Son importantes los halcones y las palomas, sobre todo en un contexto en el que la grieta se profundizó.

En esas recorridas, también intentaron fortalecer y contener la base de votos conseguida en la zona sur de la CABA, donde no perdieron una significativa cantidad de electores el 12-S. Allí se mostraron Larreta y Macri, instaurando un cambio en la comunicación: antes, el jefe de Gobierno visitaba los barrios pero no lo publicitaba y ahora sí.

La pelea con la UCR quedará para después de noviembre. Antes de ingresar al salón, Cornejo destacó que no hay un liderazgo único en Juntos por el Cambio y que, en lugar de eso, van camino a uno colegiado, con varios referentes. En el fondo, el radicalismo puntea una estrategia para poner sus propios nombres camino al 2023 y dejar de estar subordinado a un PRO que sabe que, dividido, pierde. Pero, por estas horas, todo es amistad y unidad. Al menos de la boca para afuera.

El documento

Los dirigentes empezaron a llegar al punto de encuentro minutos antes de las 15. Lo hicieron por la puerta delantera y se sacaron fotos con los invitados al cuarto piso. Charlaron con la prensa desde la mesa apostada frente al salón elegido para dar su mensaje y luego se reunieron con los candidatos en un clima distendido post elecciones. El documento fue redactado antes del ágape.

Enfatizaron que la ciudadanía “votó para ponerle límites al gobierno del Frente de Todos y darnos la responsabilidad de construir un camino hacia el futuro”, con foco en la libertad y las instituciones, pero remarcaron que en noviembre se deberá “reafirmar este compromiso con el futuro” para lograr, también “un Senado con equilibrio de fuerzas y una Cámara de Diputados con una mejor distribución de las fuerzas políticas”.

Para la oposición, “la mala gestión económica, sanitaria, social y política del gobierno desnudó su fachada “amigable” e “inclusiva”. La derrota los mostró tal cual son: un gobierno desordenado, improvisado, sin evidencia, con estructuras endebles y recostado sobre aparatos clientelares arcaicos y vetustos que impiden la prosperidad de los argentinos”. Por eso, sostuvieron que la interna del Frente de Todos resulta “inadmisible que en momentos de tanta angustia sobre el presente económico y social”.

Con críticas a la nueva conformación del gabinete, a la que Bullrich consideró “electoral, que viene a meternos en el barro y repartir dinero como ya vimos en Tucumán”, la alianza resolvió que “las estrategias que se realicen para garantizar la institucionalidad en la República Argentina se decidirán de manera unánime en nuestra coalición”.

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