El resultado electoral de las PASO de 2021 parece haber dado varias sorpresas. Una de las más nombradas fue el caudal de votos obtenido por las corrientes llamadas libertarias. Dicho fenómeno, que visto de lejos llama la atención y que puede lucir difícil de comprender, parece tener al menos seis fuentes que lo provocaron. Repasemos entonces esas seis fuentes para sumergirnos en esta “novedad política”.
Entre el castigo económico y la derecha dura
Empecemos por lo que parece ser el motivo más obvio de su llamativo peso electoral: la mala situación económica y social que está viviendo el país. En efecto, es innegable que hay un fuerte deterioro social, especialmente desde (y a causa de) la irrupción de la pandemia: ha aumentado la pobreza, el desempleo, cayeron los salarios y la situación económica tiene a varios sectores muy castigados.
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Como es lógico, un escenario como este se ha traducido en un marcado clima de descontento electoral, pues si algo resultó claro en las PASO, es la bronca de muchos estratos contra el gobierno. En varias villas y barrios populares de la Capital Federal, Javier Milei (el líder del movimiento libertario) sacó arriba del 15% de los votos. Es difícil pensar que esos lugares, o en muchos otros donde también se han hecho sentir, de golpe descubramos que la población es libertaria o que lea a la escuela austríaca de economía en sus ratos de ocio, sino que lo que parece lógico pensar es que votaron a alguien que ven gritar en la tele contra “los políticos” y que creen que a través de él pueden expresar su enojo.
Ahora bien, antes de avanzar en la comprensión del fenómeno libertario, vale la pena, igualmente, establecer algunos matices y formar un diagnóstico más balanceado sobre lo que pasó electoralmente el domingo, evitando exagerar el peso ganado por estos grupos.
Digamos que del clima de descontento logró ser capitalizado por varios sectores políticos: Juntos, el principal partido opositor, fue sin dudas el mayor beneficiado de esto, imponiéndose en la mayoría de los distritos. Además, el Frente de Izquierda (de alguna manera, la contracara ideológica directa de los libertarios) parece también haber tenido su mejor elección en la historia, consolidándose como la tercera fuerza nacional (si bien lejos de las dos primeras).
En este sentido, además, los votos obtenidos por los libertarios en las PASO, si bien parecen importantes, deben ser igualmente relativizados bastante (e incluso se les puede bajar mucho el precio) si se los compara con tendencias históricas de otras expresiones que buscaron representar un espacio político similar.
Porque si en estas elecciones José Luis Espert en la provincia de Buenos Aires obtuvo el 4,9% de los votos y Javier Milei en Capital sacó el 13,7%, la derecha liberal ideológicamente más dura supo obtener resultados superiores.
En 1989 Álvaro Alsogaray, el principal referente del liberalismo argentino y de la escuela austríaca durante la segunda mitad del siglo XX, obtuvo arriba del millón de votos en el país, y el 22% en la Capital Federal. El mismísimo Domingo Cavallo, el referente con el cual tanto Milei como Espert se identifican, sacó dos millones de votos cuando se presentó para presidente en 1999 y el 33% de los votos en la ciudad de Buenos Aires cuando se presentó como candidato a Jefe de Gobierno en 2000. Incluso Ricardo López Murphy supo obtener más de tres millones de votos en la presencial de 2003 (el 16% en la provincia y el 25% en la Ciudad). Como, además, en la provincia de Buenos Aires, expresiones de la derecha más tosca y rancia, como el ex comisario Luis Patti o Aldo Rico, pudieron rondar el 10% de los votos en cada caso, duplicando lo que Espert tuvo esta vez.
Con todo, su discurso tiene elementos que los distancia de los clásicamente utilizados por la derecha. Por ejemplo, no invocan como bandera central cuestiones como la seguridad o la “mano dura”, ni tampoco tienen una puesta en escena como la del partido fascista español Vox, ligadas al nacionalismo xenófobo que pone en los inmigrantes su blanco de odio.
Una reacción frente al feminismo
Es que tal vez, para entender el fenómeno libertario, como segunda punto, debamos recurrir a un tema poco explorado al respecto, y que casi nunca se lo relaciona, pero que que es muy importante: el feminismo. En efecto, si se hace una aproximación sociodemográfica de las bases de electores de los libertarios, por lo menos de la composición de las personas que se movilizan a sus actos, se ven claramente dos características predominantes: la gran mayoría de ellos son varones y hay una dominancia etaria ligada a la juventud (suelen tener entre 15 y 40 años).
Si es correcta la idea de que el feminismo es una corriente cultural y política revolucionaria y transformadora de las pautas sociales, y también que su peso en la Argentina es muy grande (habiendo crecido exponencialmente en los últimos años), es lógico entonces esperar una contra-reacción cultural. Sobre todo, porque el empoderamiento de las mujeres reclama una redistribución de los tradicionales roles de género. Con ello, muchos varones se sienten intimidados y disconformes con estos cambios, poniéndose a la defensiva y con miedo frente a su incapacidad de readaptarse a las nuevas reglas de juego que se reclaman.
Los miedos y frustraciones que genera en muchos varones el feminismo empuja a que busquen refugio en el viejo tradicionalismo para sentir un lugar en el mundo más propenso a su modo de ver la vida y que no los descoloque: volver a ser reivindicados como “machos-alfas” que no pueden ser cuestionados por las mujeres es tal vez un ideal de muchos de ellos. Y el discurso patotero de Milei parece lograr interpelarlos en este sentido. Como dijo este en el discurso de cierre de su campaña: “no vengo a guiar corderos, vengo a despertar leones”.
Alineado ideológicamente con los pañuelos celestes y negador de las desigualdades de género, Milei dice que el patriarcado no existe, porque si las mujeres ganaran menos que los varones, el mercado lo arreglaría solo, ya que los empresarios contrarían más mujeres por ser mano de obra más barata, equilibrando así la situación. Incluso, como dijo a los gritos un seguidor libertario en ese mismo acto: “Tiene que haber un macho de barrio que se respeta, no está realidad”.
El protagonismo en los medios y el odio en las redes
Una tercera fuente, no menor, para explicar el crecimiento libertario es la garrafal exposición que han tenido en los medios de comunicación. Como lo mostró el ranking de la consultora Ejes de Comunicación en 2018: Javier Milei fue el economista que más horas y mayor atención recibió de parte de los medios de comunicación, y que la gran mayoría de los demás economistas convocados por los medios, también estaban muy cerca de esa misma corriente ideológica, adscripta al conservadurismo ortodoxo liberal.
Para que cualquier corriente política crezca, un elemento fundamental, es poder ser reconocida y volverse popular, difundiendo su palabra, algo que quienes encabezan el actual libertarianismo económico han tenido de sobra, siendo la envidia de muchos otros candidatos políticos. Obviamente la sobre-exposición mediática no explica el fenómeno, pero es un factor que tampoco se puede desconocer.
Una cuarta fuente es una marca de época: las redes sociales. En este caso, los partidarios de esta corriente son especialmente intensos en esta área, siendo las redes un espacio que ha contribuido mucho a sacar lo peor de las personas, con discursos llenos de odio, intolerancia y violencia, como también han agudizado lo que se llama “sesgo de confirmación”, sumando por su parte la proliferación de fakes news, haciendo que las personas se cierren más y sean menos receptivas a otras ideas.
En todo caso, el odio político se viene acrecentado en los últimos años en el mundo, siendo coronado por figuras políticas como Trump o Bolsonaro. Todo ello fue profundizado durante la pandemia, donde el encierro, la incertidumbre y los miedos han hecho fermentar el malestar social, y que la acción del libertarianismo, que se presenta como una fuerza “anti-sistema”, parece ser un buen canal para expresar la bronca y violencia de muchos sectores. Vale recordar que Espert y Milei han militado furiosamente la anti-cuarentena, y algunas de las versiones de los libertarios reivindican el terraplanismo, mientras que otras se entremezclan con los grupos anti-vacunas. La reacción medieval de las redes contra los cambios de la era liquida de la internet parece, entonces, tener aquí a sus adeptos más identificables.
Los problemas de la juventud
Como quinto y sexto motivos para entender el voto libertario, pueden sumarse dos elementos más, propios de los malestares específicos de las bases electorales de los libertarios: los problemas de la juventud, tanto en la coyuntura actual, como también en una duración más extendida.
Digamos algo sobre un problema del contexto inmediato: si la pandemia castigó a toda la población en general, quienes se sintieron verdaderamente “perseguidos” y dañados fueron los jóvenes. La cuarentena les prohibía las reuniones, salir, juntarse con amigos, ir a recitales, hacer deporte o desarrollar su vida social en un momento de la vida donde ello es muy significativo, y encima eso justo se dio en la franja etaria que se creía invulnerable al Covid. Así, los llamados “ilegalismos” de los jóvenes o la persecución a la que fueron sometidas las fiestas clandestinas, generó bronca, la cual parece ir de la mano perfectamente para poderse expresar en un movimiento político que tiene como principal bandera el grito de “libertad” y el odio al control del Estado.
Aquí las actitudes de aparente rebeldía o de comportamiento anti-sistema, también son significativas. Por ello mismo, no es extraño que todo esto se plasme fuertemente en un clima de anti-política generalizada (recordemos que el principal enemigo de los libertarios son el Estado y la “casta política”).
Finalmente, ya con una mirada más extendida en el tiempo, debemos decir que los problemas socioeconómicos de la juventud en la Argentina son cada vez más graves: el país hace 10 años que no crece y muchos sectores jóvenes no han podido incorporarse al mercado de trabajo, tener buenos salarios o independizarse económicamente. Todo lo cual es esperable que genere malestar, bronca y frustración, y que soluciones facilistas como las que ofrecen los libertarios (que piensan que todo mágicamente se puede solucionar si se deja de emitir, se elimina el Banco Central o se bajan impuestos), pueden ser una vía de respuesta frente a la desatención que viene sufriendo la juventud.
Recordemos que todos los espacios políticos en esta campaña han buscado distintas formas de captar el denominado “voto joven”, que ha sido el más desencantado y enojado con la realidad actual, y el más difícil de encuadrar políticamente, pero que el movimiento libertario parece haber logrado expresar en parte.