El gobierno y el Frente de Todos en general se encuentra en ese momento intermedio entre seguir mirando los datos electorales que arrojaron las PASO e iniciar la campaña electoral de cara a las elecciones generales de noviembre. No es para menos que los números se lean una y otra vez: la pérdida de votos ha sido un golpe inesperado y eso explica en parte la mini (aunque intensa) crisis que vivió en los días posteriores.
La situación implicó no solo al gobierno en su función específica como conductor del Estado, sino que expresó una situación larvada que ya existía en el propio Frente de Todos en términos políticos. No hay nunca disputas por la paternidad de las derrotas, en todo caso lo contrario; de modo que definir la causa principal del resultado está en la génesis de ese apoyo que no llegó para el oficialismo. También existieron divergencias en la lectura del propio conflicto desatado horas después, ya que no faltaron quienes se apresuraron a extender certificado de ruptura definitiva; a veces pareciera que algunos analistas solo ven finales definitivos en esos momentos en que el conflicto queda expuesto a cielo abierto, cuando en realidad es la explicitación de procesos ya instalados que empiezan a procesarse de otra forma, porque, y esto me parece importante, no encontraron otro espacio donde se encauzaran. Desde luego, ello puede llevar a una ruptura final, pero no veo hoy incentivos para esa conclusión en los sectores del FdT; todos saben que se necesitan, acaso el mejor de los incentivos para sostener la unidad.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Por otro lado hubo quienes centraron el análisis en definir a los actores en debate y establecer, terminada la compulsa, quienes era ganadores y quienes habían sido vencidos. Sin embargo, como el objetivo principal (y necesario) era el de sostener la unidad y mejorar la perfomance resulta complejo establecer que un espacio se alzara con la victoria indiscutida. En este sentido, puede observarse una diferencia notable con otras circunstancias que vivió el peronismo en las últimas décadas.
Pensemos desde el retorno a la democracia, pues con Perón vivo, los conflictos que existían tenían un actor clave para el tipo de resolución. Cuando el peronismo fue derrotado en las elecciones de 1983, los sectores renovadores utilizaron dos vías para destronar a la ortodoxia gobernante en el partido: el debate y la lucha en los congresos partidarios (claves para organizar al peronismo a nivel nacional en aquellos años) y la victoria en las elecciones legislativas de 1985 del sector renovador por sobre el ortodoxo, en particular en la Provincia de Buenos Aires; ese proceso concluyó con la elección interna de candidato presidencial donde Carlos Menen venció a Antonio Cafiero.
Pasaron más de 10 años para que una crisis de magnitud alcanzara al partido y fue cuando el entonces presidente pretendía una período presidencial mas y el gobernador de la PBA Eduardo Duhalde lo enfrentó en ese intento; luego de varias disputas, las cuales incluyeron que el vicepresidente Carlos Ruckauf no se dirigiera la palabra con Menem ni asistiera a las reuniones de gabinete, Duhalde convocó a un plebiscito en su provincia para que el electorado opinara si estaba a favor de un tercer mandato del entonces presidente. Ante la presión, Menem desistió de competir por un nuevo período. Pocos años después, en 2005, la disputa se produjo entre el presidente Néstor Kirchner y el mismo Eduardo Duhalde. El ámbito fueron las elecciones legislativas y el territorio nuevamente la provincia de Buenos Aires; sabemos el final: Cristina Kirchner venció en la carrera al Senado a Hilda González de Duhalde y el kirchnerismo se independizaba de Duhalde. Cuatro historias particulares unidas por la resolución de los espacios de poder al interior del peronismo. Por cierto, se trata de orientaciones y momentos históricos algo disímiles, pero con ciertas continuidades.
Frente al discurso repetitivo acerca del peronismo, vale la pena rescatar que todas las crisis se resolvieron de forma institucional, es decir utilizando los recursos que el contexto de la democracia brinda; en ocasiones fueron elecciones generales, una vez una interna, congresos partidarios o la “amenaza” de un plebiscito a la ciudadanía. Todas las declamaciones de numerosos periodistas, y no pocos colegas, se evaporan ante los hechos y reduce esos discursos a prejuicios ideológicos. Por otra parte, esas crisis y sus resoluciones significaron en casi todos los casos, la construcción de una formula exitosa en términos electorales.
Ahora bien, ¿existen similitudes con el proceso actual? Sin duda, pero también estamos frente a un contexto muy diferente. Las semejanzas tienen que ver con un proceso propio de todo partido y gobierno: la conducción política. Y allí justamente también radica una diferencia notable: por primera vez el peronismo gobierna con un liderazgo dividido, expresado en el Presidente y en la Vicepresidenta. Este punto otorga sin dudas las particularidades del presente. Pero no solo eso, sino que la conformación del sistema político actual dice lo suyo. Como nunca abundan las ofertas de derecha en el escenario nacional. Vivimos un momento en el cual el espacio público se puebla en exceso de discursos contrarios a los derechos de las mayorías y de algunas minorías. Se puede avalar en el espacio público el fin de la indemnización por despido, porque cientos de miles no acceden siquiera a un trabajo; la crisis pandémica y las anteriores políticas del macrismo arrastraron la situación social escalones abajo.
Así pues, ambas circunstancias, la conformación de FdT y el contexto económico social, sirven como contornos para comprender este proceso político y deberían serlo también para quienes pueden decidir el futuro inmediato del gobierno que incluye al FdT. La tensión vivida hace días, que volvió a resolverse en términos institucionales, abre la cuestión acerca de reforzar mecanismos que refuercen la unidad, en particular ante una campaña que requiere un mensaje claro a sus votantes, que en un porcentaje importante decidieron ni siquiera ir a votar, en pos de recuperar la esperanza y el proyecto planteado en 2019. Hubo voluntad de resolver la crisis manteniendo la unidad. Esa misma convicción, deberá estar presente a lo largo de la campaña para volver a renovar el contrato con sus votantes.