Tras una campaña fría, desangelada, apartada de lo importante, las elecciones 2021 aparecen en el horizonte cercano con cierta extrañeza amenazante. Los datos de bajo presentismo y mucho voto en blanco e impugnado en los comicios locales que precedieron a las primarias le agregan al trámite una cuota de incertidumbre que bañó de prudencia a los más optimistas de ambos bandos.
En ese contexto, Alberto Fernández le pidió a su tropa un último esfuerzo en la recta final antes de las PASO. Una arenga ante unos quinientos generales, entre candidatos, ministros, intendentes y gobernadores, para que salgan a las calles en los días que quedan a convencer, a buscar cada voto, a suplir, al fin y al cabo, con el contacto cara a cara en la víspera, lo que el gobierno no pudo hacer en los dos años anteriores.
Del “no fue magia” cristinista a este “no es casualidad”, el mensaje apunta a vincular decisiones políticas con resultados positivos, incluso en plena pandemia: allí están, para dar cuenta de ello, los indicadores de actividad económica que ya superan el nivel de 2019 y en algunos casos el de 2018. Tiene un problema: esos números, aunque son reales, aún no se reflejan en la vida cotidiana de la mayoría.
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En la Casa Rosada confían que para noviembre la reactivación será más clara y se sentirá en todos los hogares. El problema es que un mal resultado en septiembre puede tener efectos en sí mismo. Fernández no puede darse el lujo de una derrota. Está todo atado con alambre: la economía, la paz social, los acuerdos políticos. Un complejísimo rompecabezas que siempre está a una pieza de perder sentido.
Fernández reunió a su coalición, su sostén, para pedirles que renueven su apuesta por el proyecto que, de una forma u otra, aunque nadie, ni siquiera él, esté completamente cómodo en el rol que le fue asignado, hoy le toca encabezar. Que se pongan la camiseta de cara a una elección en la que se plebiscitará un gobierno tuvo mala fortuna y que no siempre se puso a la altura de las circunstancias.
“Empezó un tiempo distinto, ahora sí vamos a poder hacer lo que soñamos”, prometió el Presidente. Si esa es su voluntad genuina, no tiene sentido esperar al día después del 12 de noviembre para cambiar algunas cosas, sino que es conveniente hacerlo ahora mismo. Sería la mejor campaña posible y los dirigentes que a partir de hoy tienen que salir a buscar los votos que faltan van a ser los primeros en agradecer.